El Surne Bilbao Basket atraviesa por su momento más complicado del presente curso, con seis derrotas en sus últimos compromisos de la Liga Endesa, justo en el momento en el que aterriza en una fracción del calendario de enorme trascendencia para su futuro deportivo, con visitas a los recién ascendidos Hiopos Lleida (próximo domingo, 12.30 horas) y Leyma Coruña y choques como local frente a Baxi Manresa y Morabanc Andorra en menos de un mes. Aquel equipo atrevido, atractivo y multidisciplinar del arranque de curso se ha ido diluyendo con el paso de las jornadas hasta convertirse en las últimas en un colectivo escasísimo de confianza y acierto, demasiado alejado de las ilusionantes sensaciones que generó hace un par de meses.

A la hora de sacar a la luz los problemas de juego que atenazan a los de Jaume Ponsarnau, sigue muy presente el cuidado del rebote -es el peor equipo de la Liga Endesa en el epígrafe de rechaces del aro capturados de todos los disponibles, con un 46%-, sobre todo del defensivo, pero en los últimos cuatro encuentros, saldados todos con derrota, ha salido a la luz un más que preocupante desacierto generalizado desde la distancia de tres puntos, algo que en el baloncesto de hoy en día complica muchísimo la sostenibilidad de un colectivo salvo de aquellos que cuentan con estructuras especiales.

BAJADA DE EFECTIVIDAD

El conjunto vizcaino no ha llegado ni siquiera al 30% de acierto desde más allá de la línea de 6,75 -29% ante Bàsquet Girona y Badalona, 27% en la cancha del Casademont Zaragoza y horrible 13% el pasado domingo ante el Baskonia- y lleva ya tres citas seguidas sin alcanzar los 80 puntos anotados -67 en el último derbi-, cifra que en la competición doméstica marca, salvo contadísimas excepciones, la barrera para poder ganar partidos. El entrenado por Ponsarnau es el único conjunto de la Liga Endesa en el que ninguno de los tres jugadores que más triples lanzan llega ni siquiera al 29% de efectividad en estas diez jornadas iniciales, pues Zoran Dragic está en un 24,4% con 4,5 intentos por cita, Muhammad-Ali Abdur-Rahkman en un 28,6% con 4,2 tiros y Kristian Kullamae en un 25,6% con 3,9.

El 30,8% de acierto desde la línea de tres que presentan los hombres de negro en estas diez primeras jornadas solo está por encima del 30,7% que promedia el UCAM Murcia, pero la caída de efectividad en sus cuatro últimos compromisos, desde el triunfo en la cancha del Coviran Granada, llama la atención porque afecta a casi todos los jugadores. Melwin Pantzar solo ha metido un triple de doce intentos (8,3%) -sus viajes a la línea de tiros libres han descendido también en picado-, Kullamae no alcanza el 18% (tres dianas de 17 intentos), Abdur-Rahkman se queda en el 20% (2 de 10), Dragic está en el 30% (6 de 20) y Harald Frey se sitúa en el 33,3% (4 de 12) cuando en los seis choques anteriores lucía un notable 47% (8 de 17).

Únicamente Tomasz Gielo, con un tímido descenso del 40,9% al 37,5%, y Rubén Domínguez se mantienen en parámetros aceptables. También es llamativo que Thijs De Ridder, que hasta la victoria en Granada lucía un magnífico 61,5% con ocho aciertos de trece lanzamientos, solo haya tirado tres triples en los últimos cuatro encuentros, fallando todos. Ante Joventut y Baskonia ni siquiera activó su muñeca desde la larga distancia.

TIRAR DESPUÉS DE FALLAR

El técnico catalán destacó tras la derrota en el derbi la “necesidad de encontrar la mentalidad de todo el mundo” y los problemas que genera esa falta de acierto de cara al aro en otros aspectos del juego. “Quizás tenemos que aprender a tirar después de fallar, algunos jugadores necesitan lanzar con la determinación de meterla. No tenemos un no talento en el triple, pero no estamos siendo todo lo sólidos que querríamos”, reconoció, enfocando las razones del desatino en el aspecto mental pues muchos de los lanzamientos fallados fueron liberados. “La lógica es que tengamos mejores porcentajes”, añadió, algo imprescindible para salir del bache.