El Bilbao Basket tuvo el tiro para ganar en Murcia en su primera salida de la temporada y perdió. Tuvo el tiro para ganar ayer en Girona y también perdió. En ambas ocasiones le condenaron sendas prórrogas a las que, quizás, no debería haberse llegado. Pero de la misma manera que en Granada los hombres de negro supieron ejecutar con acierto cuando el rival amenazaba con echarse encima, ayer de nuevo volvieron a cometer errores fatales en el último minuto y medio que arruinaron todo el gran trabajo anterior y hicieron que otra oportunidad pasara, y las oportunidades que pasan ya no vuelven.

Dicen que jugar bien es el mejor camino para ganar, pero en el caso del Bilbao Basket se da la circunstancia de que no está logrando ganar jugando la mayor parte del tiempo y eso puede llevar a la frustración. De hecho, la respuesta mental y física, o viceversa, de los jugadores de Jaume Ponsarnau en esas dos prórrogas no fue la adecuada, como si sintieran que el premio se les había escapado definitivamente antes. No obstante, tener diez o doce puntos a favor y estar por delante durante muchos minutos acerca más a la victoria que lo contrario, así que el Bilbao Basket solo tiene que insistir y corregir detalles para convertir estas ocasiones propicias.

El caso es que el partido de Fontajau siguió un desarrollo alejado de lo que habían ofrecido los dos equipos hasta ahora. Al conjunto vizcaíno no le bastó que Tryggvi Hlinason firmara la mejor actuación de su carrera con 24 puntos sin fallo en los lanzamientos de dos y tiros libres y 33 créditos de valoración hasta rozar su primer MVP de la jornada. Una canasta suya tras rebote ofensivo provocó el tiempo añadido, pero en este baloncesto de ahora la pauta la marcan los jugadores exteriores y esa fue la diferencia entre unos y otros. El Bilbao Basket metió solo siete de sus veinticuatro triples, dos de diez entre el último cuarto y la prórroga. El Girona, en cambio, metió cinco de diez en ese tramo de partido para 12 de 29 totales, un 41% muy superior al 28% que llevaban los de Fotis Katsikaris hasta ayer. Dos de ellos fueron especialmente dañinos: el que a minutos y medio del final anotó Durham tras un error defensivo que vino precedido de un rebote casi decisivo que se le escapó a Abdur-Rahkman, y el que anotó Susinskas, también demasiado fácil, a trece segundos del final.

GIRO DE GUIÓN

Lo que estaba siendo el mayor problema del Girona en las seis jornadas anteriores se convirtió en la solución ayer. Lo mismo que el protagonismo que tuvieron Iroegbu, Durham y Sibande, cuyo rendimiento estaba siendo irregular y discutido en Fontajau. Pero Katsikaris se encomendó a ellos y superaron claramente a los exteriores del Bilbao Basket. Dragic tuvo su mejor día como hombre de negro durante treinta minutos y Frey, que sí estaba inspirado, quedó infrautilizado por las faltas. Los demás fallaron demasiado para aspirar a la victoria, mientras que el trío de estadounidenses de los locales mejoraron sus porcentajes habituales y, sobre todo, crearon muchos problemas con su verticalidad y capacidad física.

Con el agua al cuello, el Girona supo jugar sus bazas y encontrar aquellas situaciones que le proporcionaban ventajas, la mayoría de ellas a partir del uno contra uno de los tres jugadores citados. La línea de tiros libres fue una de las grandes fuentes de puntos del conjunto catalán, al que no le pudo la presión. Al revés, el Bilbao Basket se hizo pequeño cuando vio llegar la ola. Las victorias fuera de casa exigen más contundencia, más acierto y más oficio para que algunos detalles de mala suerte no se vuelvan en contra. Y también más regularidad por parte de algunos jugadores que vienen avanzando por dientes de sierra.

En cualquier caso, nada resulta fácil en esta Liga Endesa en la que a estas alturas trece equipos están separados por apenas dos victorias. El Bilbao Basket ha sorteado una parte muy exigente del calendario, que ayer le situaba ante su decimocuarto partido en siete semanas y su enésimo viaje, con un balance liguero de tres triunfos y cuatro derrotas después de tres partidos en casa y cuatro fuera y siete triunfos sin fallo en la competición europea. Nada que lleve a hacer un drama, aunque queda la sensación de que la cuenta podía haber sido mejor. No ha estado tan lejos, desde luego.