Ganar fuera de casa en la Liga Endesa es un tesoro, que se multiplica por dos, o incluso por tres, si se logra en la cancha de un rival llamado a competir por objetivos similares. Por eso lo que consiguió este sábado el Surne Bilbao Basket en el Palacio de Deportes de Granada (72-84) fue dar un importantísimo golpe encima de la mesa que le sirve para equilibrar su balance de victorias y derrotas (3-3) en un durísimo arranque de competición. Los de Jaume Ponsarnau dominaron el partido de principio a fin, gozaron de ventajas de dobles dígitos desde el primer cuarto y llegaron a mandar por veinte puntos a menos de once minutos de la última bocina. Solo en los primeros cinco minutos del acto final hubo un amago de desplome (del 42-62 al peligroso 62-69), pero los visitantes tuvieron recursos para sofocar el amago de incendio.
Esos recursos respondieron principalmente al nombre de Muhammad-Ali Abdur-Rahkman y Tryggvi Hlinason. El estadounidense entendió lo que el choque necesitaba en esos momentos de duda del acto final y con dos magníficas penetraciones dio mucho aire a los suyos. Y lo del islandés fue colosal. En esos cinco minutos finales sumó seis puntos, capturó cuatro rebotes ofensivos y echó tierra sobre el intento de remontada andaluz. Antes brillaron un sideral Melwin Pantzar (14 puntos y 27 de valoración) y el batallador Thijs De Ridder, líder anotador con 15.
Salvo en esos cinco minutos iniciales del último cuarto, en el que perdió todo acierto y claridad de ideas en ataque con el rival jugándose el todo por el todo, los hombres de negro demostraron tener mucho mayor armamento y estructura. Con un 57% en tiros de dos puntos, ganando la batalla del rebote (34-25) sin permitir ningún punto en segundas oportunidades y con un notable nivel de acierto desde la distancia de tres puntos durante los tres primeros actos (6 de 12) aunque estropeado en el último (0 de 6), los de Ponsarnau marcaron diferencias porque a todo ello le sumaron un gran trabajo defensivo, con los de Pablo Pin jugando incómodos y dependiendo de tramos de inspiración individual de Scott Bamforth o Amine Noua.
MAGNÍFICO ARRANQUE
El encuentro tuvo el arranque soñado para los visitantes, pues en apenas dos minutos y medio de juego el marcador señalaba un 0-10 a base de penetraciones y dos triples de De Ridder y Zoran Dragic. Enfadado, Pin paró el partido en el ecuador del primer acto con 2-14 y su llamada al orden tuvo efecto en los suyos, que se rearmaron a partir de una defensa más agresiva con Jonathan Rousselle como punta de lanza que obligó a su rival a jugar mucho más alejado del aro. El conjunto vizcaino encadenó pérdidas -seis en el primer cuarto- y los locales pudieron correr y encontrar puntos fáciles para recuperar casi todo el terreno perdido, aunque un par de tiros libres de Pantzar y un triple de Xavi Rabaseda permitieron a los hombres de negro cerrar en ventaja los diez minutos iniciales (18-22).
Los de Jaume Ponsarnau recuperaron la energía y con una retaguardia muy bien armado y un juego coral en ataque lanzaron otro demarraje con el 20-31 a 7:22 del descanso. Volvió a detener el duelo Pin, pero en esta ocasión el conjunto vizcaino no se dejó sorprender. Viajando a la línea de tiros libres con asiduidad y con gran confianza por su buena labor defensiva, se impulsaron hasta un gran 22-37 a 4:34 del ecuador de la cita que, sin embargo, no fueron capaces de aumentar, encadenando un carrusel de malos ataques que facilitaron la supervivencia del Granada, que sin hacer nada del otro mundo vio cómo el rival le perdonaba la vida y lograba pasar por vestuarios sin desconectarse del todo del choque: 28-39.
DESPEGUE Y PROBLEMAS
En la reanudación, el duelo entró en una fase de toma y daca. Si Jacob Wiley era el que ponía de su parte para que los anfitriones siguieran soñando, en el otro aro era De Ridder el que mantenía la ventaja bilbaina. De nuevo, Pin tuvo que llamar a capítulo a los suyos en el ecuador del tercer cuarto cuando Abdur-Rahkman colocó el 36-51 al contraataque. El colchón de los de Ponsarnau se hinchó hasta los veinte puntos (42-62) tras dos tiros libres de Marvin Jones y un triple de Kristian Kullamae que dieron continuidad a cinco puntos seguidos de Harald Frey y la renta de 18 con la que se llegó a los últimos diez minutos (48-66) dejaba bien asfaltada y señalizada la autopista hacia el éxito.
Pero el Surne Bilbao Basket se empeñó en complicarse la vida. Perdió la brújula en ataque con un par de pérdidas, permitió crecerse al Granada con puntos de Bamforth y Noua, Kullamae falló dos tiros libres de técnicas a Agustín Ubal y Pin... Una calamidad que cristalizó en una renta de solo ocho puntos (60-68) con menos de cuatro minutos disputados de último cuarto. Los de Ponsarnau parecían desquiciados y los anfitriones, tras una antideportiva de De Ridder, elevaron su nivel de amenaza hasta el 62-69.
Pero entre los puntos y los rebotes ofensivos de Hlinason y un par de penetraciones de Abdur-Rahkman consiguieron mantener a flote la nave bilbaina con el 64-75 a poco más de tres minutos de la última bocina. Ambos hicieron posible que no hubiera naufragio, pues además echaron hielo sobre un conjunto andaluz que al final tuvo que rendirse a la evidencia y mostrar la bandera blanca. Su intento de rebelión fue meritorio, pero insuficiente ante un rival con muchos más recursos.