Cristian Lambrecht dejó su natal Bahía Blanca, cuna del baloncesto argentino, para crecer en lo que es su especialidad: la preparación física. Con un currículo que incluye trabajos en Bahía Basket, Guaros de Lara, el Campus Promete, las selecciones absolutas de Venezuela y Argentina, llegó a Bilbao hace tres años por mediación de Roberto Molina, el anterior encargado del área. Y Lambrecht se siente plenamente satisfecho de la decisión tomada: “Siempre he tenido claro que me quería dedicar a esto con el ánimo de mejorar siempre. Los lugares en los que estuve, las personas con las que me encontré, me han dado la oportunidad de crecer, como lo está haciendo el Bilbao Basket por la infraestructura que tenemos y por la gente que me rodea, que me da responsabilidad y libertad para poder arriesgar y probar cosas nuevas. Es el contexto ideal para mejorar y seguir creciendo”.
En estos tres años, se ha producido el traslado de Miribilla a Artxanda, “que trae aparejado una gran mejoría en la calidad de mi trabajo en el día a día y en la metodología con el equipo. Fue un gran paso adelante”. En las instalaciones desde las que se divisa Bilbao todo está integrado, tanto los espacios de trabajo como las tareas de las distintas personas. “Tener esa cercanía con los entrenadores, con la dirección deportiva, con los médicos, con la gente de logística, es lo que cualquier preparador físico de baloncesto desea y yo lo tengo en Bilbao. Esto sumado a los buenos recursos que tenemos, porque yo trabajo con otros dos preparadores físicos, favorece todo el desarrollo de mi trabajo”.
Las cosas han cambiado mucho y el preparador argentino bromea con que los de su gremio ya “no son más los malos de la película”. Lambrecht explica que “con el paso de los años han cambiado mucho la relación entre el preparador físico y el jugador. Antes era más vertical, de autoridad del preparador físico, y ahora la educación y el conocimiento te llevan a concluir que ahora hay más horizontalidad, que se construye juntos. Todos los años nos reunimos al inicio de la pretemporada con los jugadores para escucharlos. Ellos conocen su cuerpo y necesitamos crear un vínculo de confianza con ellos”.
En esta era de los datos y la información, la preparación física no se queda atrás y es una parte fundamental del trabajo ya que “el gran paso adelante ha sido poner énfasis en la especificidad y la individualización”. “Cada jugador es un mundo, con objetivos y características distintas. Sería un error tratar a todos por igual en un deporte de equipo”, asegura el bahíense. En el caso del Bilbao Basket, con muchos cambios en la plantilla cada temporada, el proceso está muy definido. “A los cinco jugadores de la pasada temporada ya los conocemos, obviamente. Con los siete nuevos me pongo en contacto en cuanto se cierra su contratación y a partir de la situación y antecedentes de cada uno, me pongo en contacto con su preparador físico, ya sea del equipo anterior como el personal si lo tienen, para saber qué está acostumbrado a hacer, qué le viene bien o mal, todo eso antes de que tomemos contacto presencial. En la semana previa a la pretemporada en la que se hacen todas las pruebas médicas, ahí ya damos un paso en cuanto a la recogida de información para tomar las decisiones”.
También el enfoque de la preparación física ha cambiado porque “una pretemporada empieza al día siguiente de acabar la temporada anterior. De hecho, yo me reúno la semana siguiente con los jugadores con contrato para diagramar su verano: cuándo van a descansar, cuándo van a trabajar, cómo y con quién, cuándo van a llegar… Por suerte, cada vez se está dando más importancia a las postemporadas”. Lambrecht comenta que “hace quince-veinte años atrás, con que el jugador saliera a correr dos o tres veces y tirara un poco a canasta una o dos semanas antes ya valía. Ahora no, ahora el trabajo es mucho más personalizado y especializado, más profundo, más enfocado a la fuerza y potenciar los puntos débiles…”.
En definitiva, el mayor reto para Lambrecht es que “el jugador esté disponible el mayor número posible de entrenamientos y, claro, de partidos”. Pero no todo está bajo su control. “Hay cuestiones que por más minuciosos que seamos, se nos escapan de las manos. El jugador está con nosotros tres o cuatro horas al día, no más. Lo importante para el rendimiento del jugador son las otras veinte, que incluyen el descanso, la alimentación, el manejo del tiempo libre... En lo que está bajo nuestro control, hacemos todo lo posible, pero a veces no es suficiente”, aclara.
Esta pretemporada del Bilbao Basket ha estado condicionada por lo que viene la próxima semana y “que ya teníamos en mente en mayo. No sabíamos si íbamos a jugar previas, si FIBA Europe Cup o Champions, pero sabíamos que en esta semana iba a haber compromisos importantes. Se plantearon trabajos y plazos para que el equipo llegara lo mejor posible a la semana que viene en la que jugamos tres partidos trascendentales”. Ahora bien, de otra forma también se habría buscado ese objetivo porque Cristian Lambrecht recuerda que “el Bilbao Basket tiene que estar a tope desde el primer partido, no nos podemos permitir el lujo de plantear estados de forma a largo plazo. De hecho, si miramos las dos temporadas anteriores, tuvimos muy buenos comienzos que quizás nos dieron un gran camino hacia la permanencia”.