Quince años, nueve meses y 28 días. Cuando el Surne Bilbao Basket salte mañana sábado a la cancha del Buesa Arena ese será el tiempo que llevará sin ganar en el feudo gasteiztarra en encuentro liguero. Una eternidad que ha convertido la anual visita de los hombres de negro al Baskonia en una condena. Aquel 2 de diciembre de 2007 queda ya muy lejos en el retrovisor de las gestas. Aquel día, el conjunto vizcaino se impuso por un ajustado 78-80 en un encuentro apretadísimo (se resolvió con dos tiros libres de Marcelinho Huertas y otro de Luke Recker después de que el luminoso reflejara un 78-77 a 16 segundos del final) que se recuerda por la expulsión de Txus Vidorreta en el minuto 27 y 62-54 en el marcador, con Rafa Pueyo, actual director deportivo de la entidad, acabando el choque como técnico de la escuadra visitante. Desde entonces, las visitas en Liga Endesa se han resuelto con quince derrotas seguidas para un balance global de un solo éxito y 18 resultados adversos, 16 en temporada regular y dos en las eliminatorias por el título.

El conjunto de Jaume Ponsarnau tratará de romper esta dinámica negativa dando continuidad a las buenas sensaciones que transmitió en el debut liguero del pasado domingo ante el Morabanc Andorra, pero sorprender en su cancha al conjunto alavés no será tarea en absoluto sencilla. Tratar de que el partido sea igualado y llegar a los minutos finales con opciones de dar la campanada sería ya un primer paso, porque en sus últimas comparecencias en el Buesa Arena el Surne Bilbao Basket ni siquiera fue capaz de ofrecer una imagen competitiva. Desde la campaña 2014-15, todas las derrotas de los hombres de negro han sido por doce o más puntos y en tres de estas últimas siete visitas (en la campaña 2019-20 no se produjo por la interrupción de la Liga Endesa a causa de la pandemia del covid y en la anterior por el descenso a LEB Oro) la desventaja final superó los veinte.

El 100-78 del pasado ejercicio fue inapelable en un partido totalmente visto para sentencia ya en su ecuador, con el marcador reflejando un contundente 51-27 y los visitantes incapaces de contrarrestar la chispa de Markus Howard y el dominio en las cercanías del aro de Maik Kotsar y Steven Enoch. Algo más de historia hubo en el derbi del curso 2021-22 en tierras gasteiztarras, con los entonces dirigidos por Álex Mumbrú aguantando hasta el 63-59 gracias al buen hacer del fugaz Khyri Thomas y Ángel Delgado, aunque Wade Baldwin fue imparable y los locales acabaron ganando por 101-86. Tampoco hubo nada que hacer en la 2020-21 (82-68 y 50-30 en los primeros compases del tercer cuarto), en la 2017-18 (desplome absoluto después de llegar al descanso con 43-36 para acabar claudicando por 94-71) y en la 2016-17 (84-63), mientras que en la 2015-16 se produjo la mayor de las debacles, una abrumadora derrota por 46 puntos (108-62) que por momentos coqueteó con ser la mayor del conjunto vizcaino en la Liga Endesa, pues llegó a ir perdiendo por 50 (98-48).

Hay que remontarse a la temporada 2013-14 para encontrar la última ocasión en la que el Bilbao Basket consiguió llegar a los compases finales de un partido con opciones serias de ganar en Gasteiz. Con el club engullido por aquellos gravísimos problemas económicos que llevaron a la plantilla a la huelga semanas atrás y tras una semana con menos entrenamientos que agónicas reuniones, los hombres de negro rozaron la campanada en el Buesa Arena. De hecho, se retiraron al descanso ganando por 35-48, pese a la reacción baskonista alcanzaron los diez minutos finales con un esperanzador 51-57, pero en los dos minutos finales, no sin cierta polémica arbitral, los anfitriones le dieron la vuelta a la situación para acabar imponiéndose por un ajustado 76-70.

Los de Ponsarnau intentarán cambiar mañana sábado esta acusada dinámica negativa pese a ser muy conscientes de lo complicado de la misión. El conjunto gasteiztarra, que ha arrancado la temporada con sensaciones desiguales (victoria en la cancha del Río Breogán, pero derrota el miércoles en la del UCAM Murcia penalizado por sus malos porcentajes de tiro durante gran parte del duelo), ha apostado por añadir físico a su plantilla y Joan Peñarroya tiene en sus manos un grupo humano profundo y multidisciplinar.