La derrota del martes ante el UCAM Murcia bajó el telón de la participación en la Basketball Champions League de un Surne Bilbao Basket en cuyo horizonte asoman ahora once encuentros de Liga Endesa, prácticamente un tercio de competición, para dar carpetazo al curso 2022-23. Las últimas derrotas continentales han dejado cierto regusto amargo, más probablemente por las formas que por el fondo pues el conjunto de Jaume Ponsarnau llegó en situación ventajosa a los minutos finales para acabar hundiéndose en ellos, pero la participación en la misma no debería merecer el calificativo de decepcionante. El reto pasa a ser ahora conseguir una buena clasificación liguera para repetir participación el próximo ejercicio.

El conjunto vizcaino superó con autoridad la fase de grupos frente al Bahcesehir, el Igokea y el Nymburk y en el Last 16 cayó en un grupo peliagudo. Le penalizaron la entidad de los rivales (el potente Lenovo Tenerife, actual campeón de la BCL, otro equipo de la zona media de la Liga Endesa y con mayor fondo de armario que los hombres de negro como el UCAM Murcia y el Darussafaka, con notable presupuesto y talento individual, aunque endeble en lo colectivo), su propio bajón de juego a comienzos de este año y no saber resolver los tres últimos encuentros, en los que la victoria llegó a estar en su mano o cerquísima.

Al conjunto vizcaino se le ha quedado escaso su propio potencial cada vez que en la presente temporada se le ha puesto delante un reto más ambicioso que aquel gran objetivo con el que arrancó la temporada y para el que estaba armado: la permanencia. En ese va cumpliendo con creces, sobrado, pues a falta de once jornadas acumula ya diez victorias y atendiendo al ecosistema de la zona baja de la tabla se encuentra virtualmente salvado, pero fue precisamente superar las expectativas lo que llevó a los de Ponsarnau a encontrarse con apetitosos retos para los que probablemente no estaba preparado.

Primero fue la posibilidad de disputar la Copa, para la que hubo motivos para soñar. Y es que los hombres de negro eran octavos en la décimo quinta jornada (balance de 8-7), pero las derrotas, contundentes ambas, en las visitas a Bàsquet Girona y Barça supusieron un duro despertar. Posteriormente se puso el foco en tratar de superar el Last 16 de la BCL. Quedaban tres citas, dos de ellas en casa, por lo que pese a la notable dificultad de la empresa tampoco era descabellado plantearse ese ambicioso desafío. No se consiguió, pero el equipo fue competitivo en las tres citas.

LA DIMENSIÓN DE LOS RETOS

Quizás la dimensión de esos dos retos que surgieron en el camino del Surne Bilbao Basket por su buen rendimiento era demasiado grande para su propio potencial, más aún con los problemas físicos de jugadores vitales como Ludde Hakanson o con la baja de larga duración de un puntal como Jeff Withey, pero el que aparece ahora ante sí puede ser más realista: volver a clasificarse para la BCL. Con la octava plaza siendo una aspiración quimérica (el Valencia Basket está ya a tres victorias) y con cinco éxitos de margen sobre los puestos de descenso, en esos puestos intermedios pueden repartirse diversos billetes europeos a falta de conocerse a ciencia cierta cómo quedarán configuradas las competiciones continentales el próximo ejercicio, algo sobre lo que nunca puede ponerse la mano en el fuego.

Los once primeros clasificados de la pasada Liga Endesa han jugado en Europa en el presente ejercicio. El equipo de Ponsarnau es actualmente 11º, con una victoria menos que los dos equipos que le preceden en la tabla (Monbus Obradoiro y Río Breogán), una más que el que le persigue, UCAM Murcia, y dos sobre el Casademont Zaragoza y el Bàsquet Girona. A falta de conocer el número de plazas disponibles, la pugna se prevé interesante con once jornadas por delante. El reto para los hombres de negro es apetecible y, sobre todo, más realista que los que aparecieron con anterioridad en su camino, con seis choques todavía pendientes en el Bilbao Arena y un puñado de compromisos aún por disputar ante rivales que pueden plantearse este mismo desafío.

Ponsarnau siempre ha dado mucho valor al hecho de tener muy claro cuál es el objetivo principal por el que se lucha y, a partir de él, en ningún momento se ha mostrado timorato a la hora de plantear retos más ambiciosos. Porque son estas cotas a conquistar las que aportan interés a una singladura competitiva y no alcanzarlos finalmente no supone ningún fracaso ni debe ser motivo de disgusto ni reproche. El gran objetivo era la permanencia y en ese aspecto el conjunto vizcaino sí que está cumpliendo con creces. A partir de ahí, en todo lo que llegue hay mucho que ganar y nada que perder.