La lógica ha dictado contundente y cruel sentencia en la matinal de este domingo en el WiZink Center. La actitud de rebeldía desde su inferioridad de recursos solo ha permitido al Surne Bilbao Basket ser competitivo durante 25 minutos (42-35) para acabar apabullado (86-65) frente a un Real Madrid que arrancó timorato pero que poco a poco fue imponiendo sobre la cancha todos los argumentos que le sitúan como líder de la Liga Endesa. El conjunto vizcaino inauguró la contienda ofreciendo una imagen magnífica en defensa que le permitió mandar durante todo el primer acto y, a continuación, aguantar la mirada de los de Chus Mateo cuando estos ajustaron sus engranajes en el segundo, pero acabó siendo víctima de sus propias carencias y del enorme potencial del gigante blanco.

Pedir al actual Surne Bilbao Basket, huérfano de Jeff Withey, de nuevo sin Denzel Andersson, con Adam Smith enfermo hasta un par de días antes del duelo y con Ludde Hakanson aún lejos de su mejor momento, ser competitivo frente al Real Madrid es apelar a lo quimérico. Los blancos, con el temido Walter Tavares y Sergio Llull fuera de la convocatoria, lucen tanto fondo de armario que pudieron permitirse que Sergio Rodríguez y Dzanan Musa fueran los jugadores once y doce de su rotación y que no saltaran a cancha hasta pasado el ecuador del segundo acto. No hay nada que pueda reflejar mejor el desequilibrio entre ambos conjuntos.

El equipo de Jaume Ponsarnau buscó ofrecer su mejor versión posible para intentar poner palos en la rueda del bólido rival, pero su encomiable actitud fue insuficiente. Si el Real Madrid puede permitirse colocar a su favor duelos como este de la mano de secundarios como el joven Eli John Ndiaye o Alberto Abalde y romperlos de la mano de Fabien Causeur y Sergio Rodríguez, al conjunto visitante la faltó mayor aportación de sus primeras espadas. Con Hakanson y Smith alejados de sus mejores versiones (ocho puntos entre ambos) y otro pírrico desempeño desde la distancia de tres puntos (un 6 de 22 maquillado con la contienda ya resuelta), el esfuerzo de Francis Alonso, Emir Sulejmanovic y Álex Reyes fue estéril.

GRAN PUESTA EN ESCENA

Con un excelente esfuerzo defensivo, metiendo infinidad de manos y con mucha movilidad, fue el Surne Bilbao Basket el que, sorprendentemente, arrancó el encuentro más entonado. El Real Madrid falló sus primeros triples, cometió hasta cinco pérdidas en los primeros siete minutos del duelo y las constantes vitales del mismo beneficiaron a los de Ponsarnau, que pudieron correr. El 2-8 en el ecuador del primer cuarto sonaba a música celestial, pero quizás faltó algo más de buen pulso y calma (también acierto en el triple, con un uno de siete en el acto inaugural) para sacar mayor provecho de la pájara blanca. Los de Mateo, más por impulsos que por buen juego, recuperaron gran parte del terreno perdido (9-10), pero los visitantes siguieron aguerridos en labores de retaguardia y cerraron el primer cuarto con una ventaja de 11-15 y ocho balones recuperados en su hoja de servicios.

El Real Madrid, sin prisa pero sin pausa, fue poco a poco haciendo valer su indudable superioridad de recursos. Más intenso en defensa y gracias a dos triples seguidos de Adam Hanga y Rudy Fernández, el conjunto blanco conquistó su primera renta de la matinal (19-18) a 7:28 del descanso. La efusividad defensiva de los visitantes bajó enteros al mismo tiempo que su ataque se estrelló ante el superior físico de los anfitriones. Tras encajar un parcial de 11-0, Ponsarnau tuvo que parar el choque con el 24-18 para detener un posible demarraje. Lo consiguió en primera instancia, pero poco a poco fue imponiéndose la lógica. Con el joven Ndiaye luciéndose, el Real Madrid lanzó un nuevo directo al mentón bilbaino y el nuevo parcial de 10-0 para distanciarse hasta el 34-22 fue ya demasiado.

El Surne Bilbao Basket, valiente pese a su inferioridad, intentó revolverse con un parcial de 0-6, pero los blancos alcanzaron el ecuador de la cita con un 38-28 favorable a sus intereses y un 27-13 en el segundo cuarto, con 18 puntos facturados entre Ndiaye y Abalde. El conjunto vizcaino sufría con su inferioridad en el rebote, pero era su horrible acierto desde la larga distancia (2 de 13 en triples) el que le impedía ser más competitivo.

VÍAS DE AGUA

En la reanudación, el conjunto vizcaino intentó mantener su espíritu competitivo y se colocó a siete puntos de su rival en un par de ocasiones (40-33 y 42-35), pero no tuvo la consistencia ofensiva necesaria para optar al abordaje. Además, en el otro aro Causeur ganó protagonismo con acciones individuales frente a Michale Kyser para impulsar a los suyos a una ventaja de trece puntos (48-35) en el ecuador del tercer cuarto. En esas condiciones, acabó aconteciendo lo más factible. El Real Madrid no necesitó demasiado esfuerzo para hacer saltar el partido por los aires. Ponsarnau detuvo la contienda con un 57-39 que oscurecía ya muchísimo el panorama de los suyos, pero no hubo soluciones milagrosas. Los fallos en situaciones cómodas eran reflejo de un equipo que quería, pero iba quedándose vacío.

Con el 64-41 a diez minutos del final, el encuentro estaba ya visto para sentencia. El último cuarto fue totalmente de trámite y, con minutos para Agustín Ubal, el conjunto vizcaino consiguió al menos que la contundencia de la derrota no fuera a más, ganando el último cuarto. Ahora toca recomponerse para exprimir el martes sus opciones continentales en la visita al Darussafaka.