HABRÁ que hacerse a la idea de que marzo puede ser un mes muy duro para el Surne Bilbao Basket, que ha vuelto de las dos semanas de parón competitivo muy golpeado y el equipo cogido con alfileres por culpa, de nuevo, de los problemas. La derrota ante el Gran Canaria supone una advertencia para quienes gusten de rasgarse las vestiduras y elevar el tono del drama, pero ponérselo fácil a la frustración tampoco es una buena idea porque hay cosas que no se pueden controlar.

“Que no se lesione nadie”, era uno de los objetivos de Jaume Ponsarnau antes de viajar a Las Palmas. Pues bien, Denzel Andersson no pudo jugar por unos problemas en la espalda, acentuados en los partidos de selecciones, y Nikola Radicevic, de nuevo, se lesionó durante el partido en una acción algo temeraria. Ludde Hakanson tiene limitación de minutos para no perderlo antes de que acabe la temporada y así, con otro partido tan cerca como mañana mismo, el Bilbao Basket lo tuvo imposible ante un equipo con mucho más ritmo, más puntería y, sobre todo, mucha más salud.

Debutó Georgios Tsalmpouris con el mismo dorsal 34 que durante tres temporadas utilizó su compatriota Kostas Vasileiadis, pero el estreno del recién llegado no pasará a la posteridad. Era de esperar que el exjugador del Betis estuviera desubicado, falto de encaje tras unos pocos entrenamientos y, al final, su impacto en el partido fue escaso, más que nada porque salió después de cinco minutos y medio de juego y cuando los hombres de negro ya perdían por 18-5. Los registros finales de Tsalmpouris fueron de casi 18 minutos en juego para dos triples fallados, dos rebotes, una asistencia y tres recuperaciones. Tuvo problemas con las faltas, sobre todo cuando tuvo que defender lejos del aro, y quedó claro que su aportación tiene que ir a más si el Bilbao Basket pretende mantener el tono defensivo y aspirar a las victorias. Pero habrá que encajarle en un sistema que deberá cambiar para aprovechar sus virtudes, sean muchas o pocas.

El técnico tuvo que manejar ayer domingo lo que tenía con el mayor cuidado y, así, puso en cancha un quinteto inédito que dejó el partido muy cuesta arriba por falta de cuajo en los dos lados de la cancha. Ignacio Rosa no pudo contener de inicio a John Shurna, que lanzó a su equipo con ocho puntos, a medias con Olek Balcerowski. La ausencia de Jeff Withey se dejó notar en todos aquellos balones que volaron por encima del aro bilbaino y que descolgaron con poca oposición el polaco y Khalifa Diop, que facturaron cinco mates entre los dos. En ese arranque de partido, el Bilbao Basket se mostró poco agresivo, sus cambios defensivos fueron inocuos y el Gran Canaria encontró una autopista hacia la victoria. Emir Sulejmanovic fue el único que pudo salir vencedor en el cuerpo a cuerpo en una actuación muy esperanzadora por su parte, aunque su esfuerzo en la pintura chocó con la nula puntería de los jugadores de perímetro, reducidos por una defensa canaria que no concedió espacios para la circulación y obligó en muchas ocasiones a buscar de nuevo soluciones individuales. 6 de 23 en triples es un bagaje muy escaso en estos tiempos.

Pese a todo, el Bilbao Basket se agarró al partido hasta mediados del tercer cuarto, con algunos ratos que recordaron a sus mejores momentos de esta temporada. Sin embargo, toda la ventaja que concedió en los primeros minutos obligaba a hacer muchas cosas bien para buscar la remontada durante muchos minutos y la goma se rompió en cuanto los jugadores de Jaka Lakovic recuperaron la inspiración. En ese momento, inevitablemente el equipo de Ponsarnau empezó a pensar que mañana le espera un partido más importante que el de ayer domingo y el partido acabó de una manera fea, pero asumible dadas las circunstancias.

Sobre la marcha

A estas alturas, el reto del Surne Bilbao Basket, antes que pensar en objetivos concretos, debe ser rearmarse lo más rápido posible, juntar de nuevo todas las piezas que quedaron desperdigadas en el Gran Canaria Arena y recuperar la consistencia. Tendrá que hacerlo creciendo de nuevo sobre la marcha y en muchos ratos de avión y autobús y asumiendo que partidos como el de ayer pueden repetirse en las próximas semanas, en las que se incluyen salidas a Madrid y Gasteiz, porque al equipo no le sobra nada y cualquier percance le hace mucho daño.

La jornada después de las ventanas FIBA, siempre tan traicionera, dejó las cosas más o menos como estaban en lo que afecta al Bilbao Basket. Los siete primeros puestos parecen ya muy decantados y para el octavo hay que ver lo que está dispuesto a conceder el Valencia Basket de Álex Mumbrú. El Bilbao Basket ha caído en esa tierra de nadie que cualquiera habría firmado en el arranque de la temporada, pero que ahora resulta difícil de interpretar y de asimilar por el riesgo de caer en la indiferencia. Hace un año estaba en una situación parecida, aunque con los puestos de descenso más cerca, y un arreón final le dejó a punto de meterse en el play-off. Lo importante ahora es acabar marzo lo más entero posible y guardarse algunas balas para el final.