EL Surne Bilbao Basket vive estas últimas semanas subido en la cresta de la ola. Con cinco victorias consecutivas, dos de ellas lejos de Miribilla, ha fabricado un sólido balance de ocho victorias y nueve victorias que en un calendario repleto de duelos aplazados por el covid-19 le ubica en la décima posición de la Liga Endesa. Cuando escuadras como la vizcaina, que arrancan con la mirada plenamente concentrada en la lucha por la supervivencia, atraviesan por momentos de tanta bonanza competitiva siempre aparece la tentación de recalcular objetivos, de dejar de centrarse tanto en la pelea de los puestos de la zona baja para buscar retos más ambiciosos, con más brillo. En el caso del conjunto vizcaino, conviene no correr demasiado antes de cruzar la meta principal, no renunciar a nada y tratar de explotar el actual momento dulce, pero sin separar los pies del suelo. Las cinco victorias sobre el colista, el Coosur Betis, las cuatro sobre el penúltimo, el Hereda San Pablo Burgos, y el interesante colchón sobre otros rivales directos como el Monbus Obradoiro, el Urbas Fuenlabrada o el Casademont Zaragoza evidencian que se ha completado buena parte del trabajo, pero no sería inteligente descuidarse. La actual clasificación puede llevar a engaño porque a bastantes contrincantes de la zona baja les quedan partidos pendientes y varios de los protagonistas de esta pugna cuentan con músculo económico, al menos teórico, para irrumpir con fuerza en el mercado y tratar de solucionar sus problemas a base de euros.

El conjunto vizcaino tiene a su favor dos rasgos positivos para cualquier equipo que busca poner tierra de por medio con respecto a la zona peligrosa. Su solvencia como local, con seis triunfos seguidos en el Bilbao Arena, ha confeccionado la rampa de despegue hacia esta dinámica positiva. El otro factor radica en su magnífico desempeño contra todos los rivales que tiene por debajo en la tabla. Salvo aquel sonoro desliz de la segunda jornada en casa ante el Casademont Zaragoza (76-100), los de Álex Mumbrú han derrotado al resto de conjuntos ubicados por debajo de su décima posición -solo le falta enfrentarse al Unicaja, 11º, al que recibirá este domingo (12.30 horas) en Miribilla-. Cada choque es importante en sí mismo, pero los triunfos contra rivales directos valen doble por la derrota que suma el otro equipo y la importancia que adquieren los resultados ante posibles empates simples y múltiples. Gran Canaria, Fuenlabrada, Andorra y Burgos ya han hincado la rodilla en Bilbao, la contundente victoria del pasado domingo en Sevilla (71-88) vale también muchísimo y contra el Obradoiro se han sumado éxitos tanto en casa como en Fontes do Sar. Siete éxitos en los ocho encuentros disputados contra los conjuntos ubicados entre la 12ª y la 18ª posición (la otra victoria llegó contra el Río Breogán, octavo clasificado) hablan de un equipo con un nivel de efectividad sobresaliente cuando le toca medir fuerzas ante contendientes de similar realidad competitiva.

Los hombres de negro han conseguido tatuarse una identidad reconocible. El equipo timorato y endeble en el apartado físico que arrancó el curso ha dado paso a un grupo humano contundente y rocoso gracias a los pasos al frente dados por algunos de sus componentes como Rafa Luz o Jeff Withey y a la llegada de un jugador de gran valor como Damien Inglis. La capacidad para anotar puntos siempre estuvo ahí, pero con el paso de las jornadas y con los retoques en la plantilla el conjunto vizcaino ha incrementado recursos a su juego y se muestra mucho más consistente en registros en los que antes flojeaba, sobre todo en retaguardia. Probablemente llegarán momentos más complicados porque el calendario se endurecerá y el actual momento de forma no será eterno, pero gran parte del camino hacia la salvación está ya andado gracias a la sobresaliente efectividad ante rivales directos.