I la estabilidad es una cualidad innegociable para que un proyecto deportivo se consolide, consiga un rendimiento sostenido y, por lo tanto, resultados positivos, la situación del Surne Bilbao Basket en la penúltima posición de la tabla clasificatoria de la Liga Endesa es fácilmente entendible. Lo de los hombres de negro con las lesiones empieza a ser ya una maldición y si a ello se le suman los cambios de fichas realizados por cuestiones de otra índole, el galimatías resultante en la plantilla de Álex Mumbrú se convierte en prácticamente irresoluble. Como dato, basta con recordar que el conjunto vizcaino acabó el sábado el derbi vasco del Buesa Arena, resuelto a favor del Bitci Baskonia por 101-86, sin siete de los doce jugadores con los que arrancó la presente temporada. Y del estreno competitivo el 18 de septiembre en la cancha del Joventut al día de hoy ni siquiera han transcurrido tres meses.

Atendiendo a su configuración original, el Surne Bilbao Basket cerró el encuentro en tierras alavesas sin sus dos bases (Jonathan Rousselle y Rafa Luz), sus tres escoltas (Andrew Goudelock, Ludde Hakanson y Tomeu Rigo) y dos de sus ala-pívots (Regimantas Miniotas y Álex Galán). Con la salvedad del caso del cuatro lituano, quien pidió abandonar el equipo y recaló en el Zalgiris, y con matices en lo referente al dos estadounidense, ya recuperado de sus dolencias físicas pero con un nuevo extracomunitario en su puesto, el resto de bajas se deben a lesiones de diferente índole, lo que no solo repercute en el rendimiento grupal en los partidos sino también en la preparación de los mismos por parte de un equipo que acumula ya muchas semanas con sesiones de trabajo cogidas con pinzas por la falta de efectivos disponibles.

Con Rigo acumulando diferentes percances desde prácticamente el amanecer del curso y Galán habiendo jugado su último partido en octubre, los problemas se han incrementado en las últimas fechas. Goudelock se lesionó contra el Obradoiro -se fichó a Khyri Thomas-, Rafa Luz se dañó la rodilla en la siguiente cita ante el Valencia Basket -se contrató a Stefan Peno- en la que debutó Damien Inglis, sustituto de Miniotas, y en las horas previas al choque del sábado ante el Baskonia se conoció la ausencia de Hakanson, por gripe. Así las cosas, el conjunto vizcaino se presentó a esa cita con dos jugadores debutantes -Thomas y Peno-, otro que jugaba su segundo choque como hombre de negro -Inglis-, tres chavales de la cantera -Gonzalo Basterrechea, David Monge e Iker Chacón-... y para cúmulo de desgracias en la primera acción del segundo cuarto Rousselle sufrió una lesión en su muñeca izquierda y en el club se teme que pueda perderse "meses" de competición.

Es cierto que las incorporaciones de Thomas e Inglis parecen dotar de mayor potencial al equipo pues lo apuntalan en aspectos en los que había deficiencias -capacidad defensiva, potencia física, juego al poste...- y que Peno puede asumir un rol similar al de Luz, pero tanto cambio de jugadores obliga a introducir sobre la marcha variaciones de roles, simplificar esquemas para facilitar la integración de los nuevos y dificulta la solidificación de una estructura compacta y sostenible.

Nunca es buen momento para sufrir tantos contratiempos, pero el actual es especialmente sensible. El Surne Bilbao Basket afronta esta misma semana dos duelos en casa (el jueves ante el Río Breogán y el domingo contra el Gran Canaria) desde posición de descenso como consecuencia de las recientes victorias del Urbas Fuenlabrada. Los rivales directos aprietan, la necesidad de no fallar en casa al no sumar éxitos a domicilio sigue siendo enorme y el fondo de armario bilbaino no presentará ni mucho menos su mejor versión, sobre todo en posiciones exteriores. Si se confirma la gravedad de la versión de Rousselle tocará probablemente regresar al mercado, habrá que comprobar cuándo puede volver a entrenar Hakanson, si Rigo o el propio Luz pueden echar una mano a corto plazo... Demasiadas incógnitas en una estructura cogida con alfileres a día de hoy.