¿Cuáles son sus sensaciones después de la victoria en la Euskal Kopa y en la semana previa al inicio de la competición oficial?

—Hemos acabado la pretemporada y ya está dado el primer paso. Hemos conseguido entrenar seis entrenamientos todos juntos, por eso pese a lo que parezca por el partido ante el Baskonia aún nos quedan muchas cosas por mejorar y en las que incidir para ser mejores. Las sensaciones son buenas, pero ahora empieza la Liga Endesa y eso es lo duro.

¿Y cuántas certezas tiene a estas alturas?

—Ahora mismo, dependes de muchas cosas: del calendario, de cómo está cada equipo... Es difícil tenerlo todo claro, por eso lo mejor es intentar preparar lo mejor posible el inicio de la temporada, que va a ser complicada.

En cualquier caso, parece que un triunfo como el del domingo se necesitaba, al menos a nivel anímico, dentro y fuera del vestuario.

—Me gusta por la ilusión que puede haber levantado en la gente, por decir que aquí estamos. El año pasado estuvimos solos y necesitamos que la gente vuelva a estar con nosotros y que sepa que lucharemos por cada partido. Siempre da alegría ganar, además es un título, pero nosotros tenemos una hoja de ruta que está pensada desde que acabamos la pasada temporada y no nos podemos desviar. Ganar está bien, te da confianza y te refuerza, pero hay que seguir trabajando.

Han llegado este verano jugadores con la cabeza limpia, pero para los que ya estaban tiene que haber sido un chute de autoestima.

—Sí, pero esos también se fueron con la cabeza muy limpia después de lograr la permanencia y cómo la conseguimos. Hemos juntado dos buenas energías, es importante tener buenas sensaciones, pero solo se logran a base de trabajo. Hay que trabajar cada día, hacer las cosas bien cada día, jugar duro cada partido. En el momento que no lo hagamos seremos un equipo peor, desde luego más vulnerable.

¿Qué aprendió como entrenador la pasada temporada?

—Uff, muchas cosas. Dicen que se aprende más de una derrota que de una victoria, así que imagínate con todas las que tuvimos. Siempre me gusta hacer las valoraciones al final y acabamos bien. Pero sufrimos muchas penurias por el camino, mucho volver a empezar y eso nos impedía avanzar como equipo porque cada vez que parecía que podíamos crecer llegaba algún contratiempo y nos obligaba a parar. Hasta el final, que llegó Tote, aprendimos a integrar jugadores rápidamente, a marchas forzadas, para no perder el hilo de la temporada.

Supongo que también aprendieron que no rendirse suele tener premio, aunque a veces sea una frase hecha.

—Sí, eso es lo que intentamos inculcar a todo el mundo, desde la cantera hasta arriba, ese ADN del esfuerzo, el sacrificio, el no rendirse, el luchar siempre. Otros equipos tendrán más talento, otros más físico, pero nosotros tenemos que tener esa seña de identidad. El año pasado tuvimos esfuerzo y sacrificio todo el año y la recompensa llegó al final. Nos habría gustado tener el premio antes, claro, y no sufrir tanto, pero al final llegaron las victorias que nos hacían falta.

En sus dos temporadas como técnico en la ACB ha vivido en lo alto y en lo bajo. ¿Para el Bilbao Basket el objetivo debe ser lo intermedio, sobrevivir sin pasar apuros?

—Tenemos claro cuál es nuestro sitio, nuestro presupuesto, sabemos lo que pasamos el año pasado sin público y sabemos que en un equipo como el nuestro la salud nos tiene que acompañar porque cualquier baja es muy difícil de sustituir. Nosotros vamos con doce jugadores y la cantera y cualquier contratiempo en modo de lesión nos lo complica todo. El primer año igual tampoco nuestra realidad era estar en los puestos de arriba, pero lo hicimos posible con nuestro trabajo. Probablemente, ese no es nuestro sitio, pero si nos dejan lucharemos por estar lo más arriba posible.

¿Estos mensajes prudentes que usan los entrenadores son mecanismos de defensa?

—No, es contar la realidad tal cual. Construir un equipo es muy difícil y se puede romper un día en un partido, en una comida por un mal gesto, en un pase que no he dado, en un esfuerzo por el compañero que no haces y el otro sí lo hace... Eso puede romper un equipo muy fácilmente y por eso hay que ser prudentes. Lo que tenemos que intentar es jugar bien al baloncesto, ser un buen equipo, reconocernos como tal. Si la plantilla consigue trabaja duro y consigue jugar bien al baloncesto, llegaremos donde lleguemos, pero siempre teniendo en cuenta la plantilla que hemos confeccionado.

Usted siempre ha hablado de hacer equipos largos y esta temporada parece que lo va a poder hacer de nuevo.

—Es lo que intentamos siempre, ya sea porque hemos fichado jugadores para ello o porque les damos confianza para que puedan estar en la pista. Tenemos doce jugadores capaces de jugar en cualquier momento y todos deben saber que si no están bien otro ocupará su sitio. Esto puede significar a corto plazo que pierdas un partido, o que sufras para ganar, pero a la larga te da mucho más porque te hace ser un equipo más competitivo ya que el jugador puede rendir mejor en los periodos cortos que está en pista.

También se ha visto en la pretemporada un buen rendimiento en defensa.

—Estamos incidiendo en ello porque el año pasado nos faltó, no fuimos capaces de ser una defensa estable y si no lo consigues necesitas meter muchos puntos. Estamos insistiendo en la defensa, pero en ataque también queremos ser más agresivos en llegada, hacer un juego más vistoso... Hay que intentar adaptarse a los jugadores que tenemos, sacar a relucir sus virtudes y esconder nuestras debilidades, que las tenemos. Si lo conseguimos, seremos mejores.

El equipo tiene más generadores por fuera y está más armado en el juego interior.

—Sí, necesitábamos más generadores porque el año pasado sufríamos cuando nos paraban uno o dos de nuestros focos, nos costaba anotar. Hemos buscado eso y también más contundencia en el juego interior ya que sin Balvin no pudimos ser físicos dentro. En definitiva, hemos querido hacer el mejor equipo posible dentro de nuestras posibilidades porque sabemos que tenemos que minimizar el fallo. A veces, fichas jugadores que no son malos, que tienen calidad, pero no se adaptan al estilo de juego o a la competición. Tenemos que vigilar eso y con Rafa Pueyo intentamos acertar lo más posible.

También parece una plantilla con más versatilidad.

—Sí, los unos pueden jugar de dos y al revés, los treses pueden jugar al dos, los cincos son los jugadores más claros en su rol, aunque podrían llegar a jugar juntos en algún momento. El año pasado nos quedamos cortos con todas las lesiones y hemos buscado jugadores que tuvieran una posición, pero pudieran rellenarnos otras.

Antes ha hablado de la dificultad del calendario. Pero un buen comienzo puede marcar la temporada.

—Sería importante, pero en las cuatro primeras jornadas jugamos contra el Joventut, uno de los equipos que va a estar en play-off, y el Barça y contra el Tenerife menos de 48 horas después de jugar ante el Zaragoza y con el viaje más largo. No es un inicio fácil, pero intentaremos empezar lo mejor posible.

Esta temporada regresa el público y ese impulso va a ser necesario, aunque todos los clubes, sobre todo los de la parte media-baja, dirán lo mismo.

—Ya, a veces parece que es un tópico, que lo dices porque lo tienes que decir, pero en nuestro caso si lo digo es porque es importante. La pasada temporada echamos mucho de menos a nuestros aficionados. No sé si podrán venir muchos o pocos, pero tenerlos aquí es nuestra razón de ser. Nosotros jugamos para la gente, el deporte está hecho para que te vean y que la gente disfrute en el pabellón, grite, disfrute y se sienta parte del espectáculo. El público es una parte muy importante de todo esto y poder llenar de nuevo Miribilla es algo fundamental.