Hay temporadas en las que el destino de un equipo queda íntimamente ligado al de otro. Eso es lo que le ha ocurrido, para su desgracia, al Bilbao Basket con el Movistar Estudiantes. Desde aquel 6 de diciembre en el que el conjunto colegial se llevó de Miribilla en el último segundo una victoria que los hombres de negro ya acariciaban con la yema de los dedos, tanto en el vestuario del conjunto vizcaino como en su entorno se temía que aquel resultado adverso (77-78) podía acabar pesando lo suyo. No solo ha sido así, sino que el mal fario que acompaña al conjunto de Álex Mumbrú este curso ha hecho que sea el cuadro madrileño, el único de la zona baja con el que tenía perdido el average y el que marcará la hoja de ruta a seguir para alcanzarla.

Con el Bilbao Basket con siete victorias y el Estudiantes con nueve, ahora mismo el conjunto vizcaino necesita tres triunfos en sus cinco duelos restantes para lograr la salvación. Los de Jota Cuspinera descansan en la última jornada y solo tienen pendientes dos citas, ambas en casa: el próximo domingo frente al Monbus Obradoiro, prácticamente salvado, y posteriormente contra el Hereda San Pablo Burgos, ya clasificado para el play-off. Si ganan uno de esos dos choques, los de Mumbrú necesitarán cuatro victorias; si ganan los dos, hará falta un pleno de éxitos o puede que valga también con cuatro en el supuesto de que vizcainos y madrileños queden igualados con once éxitos con alguno de los tres equipos que a día de hoy ya ha llegado a esos guarismos: Coosur Betis, Urbas Fuenlabrada o el propio Obradoiro.

Así las cosas, y con los hombres de negro aún confinados en sus respectivos domicilios por el brote de covid-19 que provocó tres positivos en la primera plantilla, uno de ellos el de Regimantas Miniotas, y a falta de conocer la reubicación de sus partidos desde la próxima semana -hoy hay Asamblea de la ACB para tratar la reestructuración del calendario-, toca estar pendiente del Estudiantes. El conjunto que dirige Jota Cuspinera, que ocupó en febrero el puesto del destituido Javier Zamora, afronta sus dos citas finales en una situación aparentemente tranquila merced a su colchón de tres victorias con respecto al descenso -también tiene el average ganado con el Acunsa GBC-, pero tiene motivos para tener la mosca detrás de la oreja, pues ha perdido sus últimos siete encuentros, dos de ellos en su propia cancha antes dos rivales directos (82-96 frente al Betis y 86-87 contra al Fuenlabrada), resultados ambos muy dañinos para los intereses bilbainos.

NUMEROSAS BAJAS

Tras una campaña extraordinariamente irregular -seis de sus nueve victorias llegaron en dos rachas puntuales de tres triunfos-, el cuadro colegial ha llegado al tramo final de curso muy dañado por las lesiones. A mediados de marzo, cuando batió en casa por 95-89 al Bilbao Basket en otro final ajustado, Estudiantes era un conjunto sobrado de dinamita que podía permitirse el lujo de sacar desde el banquillo a tres jugadores exteriores de primer nivel: Edwin Jackson, Alessandro Gentile y John Roberson. Mes y medio después, acumula muchísimas bajas. Jackson recayó de su lesión en la muñeca derecha y ha vuelto a pasar por el quirófano, Gentile no volverá a jugar más este curso al sufrir aún efectos secundarios por el covid como tampoco lo hará Edgar Vicedo por una esguince de tobillo, Dovydas Giedraitis sufre una lesión de hombro, Roberson se ha perdido los tres últimos partidos por problemas en el Aquiles y el domingo en Valencia estuvo ausente incluso su jugador más en forma en las últimas fechas, el pívot Ángel Delgado, por un golpe en la rodilla, aunque se espera que regrese el próximo domingo.

Al Bilbao Basket ya nada le salva de tener que ganar tres partidos para lograr la permanencia, pero será el rendimiento del Estudiantes las dos próximas semanas el que marque si su complicadísima misión acaba necesitando de un milagro deportivo todavía mayor.