EL trabajo realizado las pasadas dos semanas en la sala de máquinas del Bilbao Arena, de esos entrenamientos en los que Álex Mumbrú ha podido contar, por fin, con casi todos sus efectivos (Regimantas Miniotas acudió a la llamada de Lituania para las ventanas FIBA y Jonathan Rousselle ha sido dosificado por sus problemas físicos) dependerá gran parte del futuro deportivo del Bilbao Basket. El ensamblaje de piezas que haya podido realizarse en esas sesiones, y en las que quedan esta semana antes de regresar a la actividad competitiva el sábado rindiendo visita al Acunsa GBC, para acabar de dar forma y solidez a un engranaje debilitado hasta el límite esta temporada por las lesiones y que no ha podido contar prácticamente en ningún momento con sostenibilidad en lo que a disponibilidad de efectivos se refiere, será fundamental en este esprint final de tres meses y catorce partidos en el que los hombres de negro se jugarán su ser o no ser en la Liga Endesa.

La realidad indica que el conjunto que dirige Álex Mumbrú parte en esta carrera desde la peor posición posible, como colista tras sumar solo cuatro victorias en 22 partidos, y que los caprichos del calendario han provocado que las primeras zancadas desde los tacos de salida cuenten con una importancia superlativa, no en vano sus tres compromisos más inmediatos llegan en forma de cruce de sables con los tres equipos que le preceden en la clasificación: Acunsa GBC (18º), Coosur Betis (17º) y Movistar Estudiantes (16º). Estos enfrentamientos ante equipos que solo cuentan con una victoria más aunque hayan jugado menos partidos -21, 21 y 19 respectivamente- ejercerán de bisagra para intuir el porvenir del Bilbao Basket. Ni serán sinónimo de salvación garantizada en caso de resolver dos o tres de ellos de manera positiva ni de defunción certificada si se da el supuesto opuesto, pero sí supondrán afrontar la carrera con buena disposición y velocidad de crucero o hacerlo trastabillado, cediendo un terreno que posteriormente sería muy complicadísimo de recuperar.

Porque al conjunto vizcaino le hacen falta un buen puñado de triunfos para sacar la cabeza de la zona roja. Probablemente no menos de seis más para un total de diez. Podría darse la circunstancia improbable de que bastaran cinco más -ganando de forma imperativa a todos los rivales directos de la zona baja- o incluso que fueran necesarios hasta siete. Lo normal es que necesite un nivel de efectividad cercano al 50% y mucho tiene que haber mejorado el juego y la capacidad competitiva de los hombres de negro para ofrecer esas prestaciones. Por eso el trabajo de ensamblaje de estas semanas va a ser vital para tratar de ver la mejor versión de un grupo humano que Mumbrú sigue convencido que no ha podido expresarse en su plenitud por la imposibilidad hasta el momento de crear mecanismos grupales.

En definitiva, el Bilbao Basket está obligado a dar el do de pecho en este tríptico inmediato, pero también a hacer hincar la rodilla a enemigos de mayor potencial, algo de lo que no ha sido capaz hasta el momento. No ha ganado a ningún equipo clasificado entre los trece primeros y en muchos de esos envites la diferencia de fuerzas ha sido tan plausible que ni siquiera ha tenido la oportunidad de pelear por dar la campanada. Eso tendrá que cambiar porque en su horizonte competitivo deben aparecer aún ocho de los nueve primeros clasificados de la Liga Endesa (todos salvo el Barça). Como lamentablemente es probable que Miribilla no pueda ejercer esta vez de elemento impulsor a no ser que acontezca una mejora radical de la situación provocada por el covid-19 que permita el regreso de aficionados, aunque sea de manera minoritaria, el Bilbao Basket dependerá exclusivamente de su propia capacidad en este esprint por la permanencia.

PARTIDOFECHA

Bilbao BasketLos de Mumbrú retoman la competición ante tres rivales directos, pero también deben medirse a ocho de los nueve primeros clasificados