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81-80

Una victoria que genera más alivio que satisfacción al Bilbao Basket

Incapaz de romper el partido por sus errores, vence de forma agónica a un Acunsa GBC que tuvo tres tiros para ganar en el último ataque

Una victoria que genera más alivio que satisfacción al Bilbao BasketOskar González

La suerte, ese caprichoso factor que otras veces le ha dado la espalda, abrazó ayer al Bilbao Basket para permitirle arrancar el nuevo año con un triunfo agónico en el duelo de últimos clasificados de la Liga Endesa, un encuentro en el que los anfitriones, atenazados por la tremenda importancia de lo que había en juego, cometieron demasiados errores de bulto como para evitar que su desenlace no rebosara taquicardia. Y oportunidades tuvieron, pero se fueron por el desagüe como consecuencia de la gran cantidad de pérdidas de balón y los rebotes ofensivos concedidos. Sea como fuere, y después de que los anfitriones llegaran a mandar por diez puntos en el tramo final del tercer acto, un triple de Pere Tomàs a dos minutos de la última bocina puso por delante (78-80) a los de Marcelo Nicola, que poco antes habían perdido por una lesión en su rodilla derecha a Jaime Echenique, su gran puntal. A partir de ahí, la locura absoluta. Dos viajes de Jonathan Rousselle a la línea de tiros libres con 50% de acierto en cada tanda, un robo de Jaylon Brown que Arnoldas Kulboka no pudo convertir en canasta porque su tiro tras penetración se quedó corto, un triple de Dino Radoncic que no besó la red tras hacer la corbata, otra visita de Rousselle a los tiros libres con un acierto y otro error... En definitiva, 81-80 a 27 segundos del final y balón visitante. ¡Y lo más taquicárdico estaba por llegar! Hasta tres lanzamientos tuvo el conjunto guipuzcoano para llevarse el partido en un guion parecido a lo acontecido semanas atrás en Miribilla ante Estudiantes. Se la jugó Johnny Dee de tres. Hierro. El rebote fue para un Julen Olaizola que sacó la bola para otro tiro desde los 6,75 de Jan Stan, liberado. Hierro de nuevo. Pero el rechace se lo llevó Radoncic, que dudó demasiado y acabó lanzando un tiro que tampoco besó la red.

La imagen de Rousselle en el suelo y los semblantes de los hombres de negro después del bocinazo final, más de alivio que de satisfacción, resumían la carga de tensión que tuvo el partido, con un Bilbao Basket atenazado por la obligación de ganar, de no desperdiciar una de las balas más asequibles en la lucha por la salvación. Suyo fue casi siempre el control del marcador, pero cada vez que pudo poner tierra de por medio encontró la forma de pifiarla. Pérdidas de balón, 17 en total, un buen puñado de ellas en primeras líneas de pase o incluso en contraataques claros. O sus problemas para cerrar el rebote en su aro (15 rechaces ofensivos cogió el GBC), que muchas veces echaron por tierra notables esfuerzos defensivos. Los visitantes, con Dee desatado en el perímetro, pudieron competir hasta el final pese a sus flojísimos porcentajes porque acabaron lanzando quince tiros de campo más que el conjunto anfitrión, en el que Kulboka cuajó una notable actuación y Rousselle brilló en el plano estadístico (17 puntos, 10 asistencias y 27 de valoración) y echándose el equipo a las espaldas en el tramo final con sus penetraciones, aunque en los cuartos anteriores tanto en él como en Brown se echó en falta mayor capacidad a la hora de controlar las situaciones del juego.

El encuentro arrancó con Kulboka entonado desde la larga distancia, pero el Bilbao Basket no pudo coger vuelo en el marcador por sus pérdidas. Hasta cuatro cometió antes del ecuador del acto inaugural, lo que unido a la pujanza de Echenique en las distancias cortas dio mucho aire al GBC. El buen trabajo defensivo de los de Mumbrú les colocó en disposición de fabricar un buen colchón (12-7), pero los de Nicola se revolvieron con dos triples que obligaron a los locales a parar una contienda que seguía sin tener dueño. Fueron los hombres de negro los que cerraron en ventaja los diez minutos iniciales (16-15), pero sus siete pérdidas fueron oxígeno para la escuadra guipuzcoana pese a sus horribles porcentajes. Una canasta de Huskic y otra de Brown a la contra dieron al Bilbao Basket otra oportunidad de coger aire (20-15), pero volvió a faltar continuidad en las acciones, con un Rousselle al que le costaba entender lo que el equipo necesitaba. Tuvo que ser la explosión anotadora de Kulboka la que permitiera un pequeño demarraje. Ocho puntos del lituano en un abrir y cerrar de ojos dibujaron un 32-24 y a Nicola no le quedó otra que parar el duelo a 2:48 del descanso. El GBC resistió con el buen trabajo de Radoncic creando segundas oportunidades y el equipo de Mumbrú no fue capaz de hurgar en la herida, por lo que al ecuador de la cita se llegó con un 38-32 que dejaba todo por decidir.

En la reanudación, los hombres de negro no tardaron en recuperar su colchón de ocho puntos, pero un par de pérdidas al contraataque fueron castigadas por el GBC desde los 6,75 y el marcador recuperó el equilibrio total (45-45). El Bilbao Basket supo corregir el rumbo. Con Rousselle penetrando una y otra vez para viajar a la línea de tiros libres o asistir para tiros abiertos de Jenkins, fabricó un 9-0 en menos de dos minutos para marcharse hasta el 54-45. La renta local llegó a los dobles dígitos con el 58-48, pero los de Nicola llegaron vivos a los diez minutos finales (58-52) más por deméritos de su rival, que se dejó otro contraataque por el camino, que por sus virtudes. Y su reacción fue a más. En la apertura del acto final, cinco de las seis primeras faltas de los locales fueron de tiro (la otra, en ataque) y el Acunsa GBC no perdonó desde la línea de tiros libres para igualar a 66 puntos. Dos triples de Jenkins y Brown fueron castigados con la misma moneda por Dee (76-76) y cuando Tomàs colocó el 78-80 viejos fantasmas sobrevolaron Miribilla. Pero esta vez la suerte sonrió a los de Mumbrú, sobre todo en ese ataque guipuzcoano final en el que la bola se negó a entrar por el aro.