El covid-19 lleva meses mediatizando todo lo que ocurre en el planeta. En el universo Bilbao Basket, interrumpió en marzo una temporada fantástica, forzó a resolver el curso en una fase final en condiciones excepcionales y ahora también obliga a todo el mundo a tener las orejas tiesas en el regreso al trabajo para preparar el ejercicio 2020-21. La pretemporada, inaugurada por los hombres de negro ayer en el Bilbao Arena, instalación que alternarán con el polideportivo de La Peña, es tiempo de mucho trabajo dentro de la cancha, pero en esta ocasión, como consecuencia de la pandemia, el foco también estará en el exterior, porque de lo que ocurra fuera en un ecosistema de nuevo crecimiento de contagios dependerá en gran medida el volumen de entrenamientos que el conjunto vizcaino podrá desarrollar estas semanas, fundamentales para llegar al arranque de la Liga Endesa y la Basketball Champions League en las mejores condiciones. Por esa línea fue el primer mensaje que Álex Mumbrú, de nuevo al timón de la embarcación bilbaina, quiso trasladar ayer a su plantilla: “Arrancamos antes de lo normal después de una campaña anterior más larga de lo habitual. Ahora tenemos que movernos dentro de esta normalidad, tener mucha cautela, vigilar mucho, intentar estar mucho en casa para que no haya contagios y así poder entrenar y prepararnos para la temporada”.

Álex Mumbrú, a su llegada a Miribilla. Foto: José Mari Martínez

Con once de los componentes de la primera plantilla -Moses Kingsley tiene previsto aterrizar a las 22.55 horas de hoy en Bilbao- y los cuatro sub’22 que echarán una mano en esta fase de preparación ya vestidos de corto, el técnico catalán tiene claro para lo que deben servir estas primeras semanas de trabajo, una fase del año enormemente importante en su libreto de baloncesto. “El objetivo es hacer el trabajo de equipo que luego vamos a llevar durante el año. Con Europa vamos a tener menos tiempo para entrenar durante la semana y para nosotros la pretemporada es muy importante, tenemos que aprovecharla al máximo”, apuntó, reconociendo lo extraño que se hace no conocer aún algo que hasta marzo se daba como realidad inapelable: ¿Podrá haber público en Miribilla? “Les echamos de menos, ya lo hicimos en la fase final de la pasada temporada. Todo se está complicando un poco con los contagios y no sabemos cuándo vamos a volver a vernos. Me encantaría que en el primer partido estuviéramos ya todos en Miribilla vibrando. Veremos si se puede o no porque hay que tener cautela y lo primero para ellos y para nosotros es la salud, pero seguro que dentro de un protocolo y de un control nos veremos lo antes posible”.

Una de sus primeras decisiones ha sido nombrar a un nuevo capitán tras la marcha de Rafa Martínez, función que recaerá en Jonathan Rousselle, con Ondrej Balvin como cocapitán. “Jo ya demostró el año pasado que es capaz de asumir la responsabilidad de tener al equipo encima, es un buen capitán y le ayudará Ondrej. Es gente que ya estaba aquí el año pasado, conocen Bilbao, están muy integrados en la ciudad y pueden ayudar a que los nuevos lo estén lo antes posible”. Para el director de juego francés, esta distinción es “un gran honor y una gran responsabilidad; hay que estar a la altura para trasladar los valores del club y del equipo”. Rousselle reconoció que estos días deben ir encaminados a “conocernos todos los jugadores e intentar ser un equipo, que los nuevos se sientan bien tanto en la ciudad como en el grupo. Vamos a hacer las cosas poco a poco. Hay que olvidar la pasada temporada, es una nueva etapa y un nuevo curso. Va a ser diferente”. Por su parte, Balvin admitió su deseo de dar un paso más en su carrera y en su rol en el vestuario: “Yo siempre quiero dar lo máximo de mí, por eso le pedí a Álex la cocapitanía, si podía ser. En cuanto al baloncesto, quiero seguir por el mismo camino o incluso mejorar porque tengo espacio para ello”.