Bilbao - El Bilbao Basket ha conseguido esta temporada una de las cosas más difíciles, y por lo tanto preciadas, en el mundo del deporte: generar a base de trabajo e insistencia una dinámica ganadora. Llevan los hombres de negro desde hace más de un mes subidos a la ola de las victorias, perfectamente ajustados dentro de un sistema exitoso que hace que, normalmente, todo lo que pueda salir bien acabe saliendo bien y que incluso aquello que arranca de manera negativa pueda corregirse a tiempo por el camino para que termine con final feliz. Son las cualidades que se generan dentro de esas dinámicas, llámense confianza, seguridad o firmeza, las que acaban allanando el camino y eso es lo que aconteció ayer en la contienda entre el conjunto vizcaino y el Baxi Manresa.

Los anfitriones amanecieron renqueantes, obtusos incluso, confundidos por el rival y también por una actuación arbitral que arrancó castigando hasta las miradas para ir calmándose poco a poco, y no fue hasta que se vieron con una desventaja de dobles dígitos (17-28 a escasos segundos del final del primer cuarto) cuando recuperaron sus constantes vitales de intensidad y orden. A partir de ahí, el control del partido pasó a ser suyo en todo momento. Equilibraron la situación con un parcial de 12-0 en el segundo cuarto, amagaron con el demarraje en el tercero con un 13-1 (58-44), pero los de Pedro Martínez, un equipo que juega siempre ordenado y con criterio, no se dejaron avasallar, llegando a los seis minutos finales con opciones de victoria (79-74). Y ocurrió que en la cancha de Miribilla se jugaban el éxito las dos mejores dinámicas actuales de la Liga Endesa, ambas con cinco victorias seguidas hasta ayer, pero fueron los de Álex Mumbrú los que se llevaron el gato al agua por su mayor templanza y riqueza de recursos. Porque ayer el Bilbao Basket no contó con la versión estelar de Axel Bouteille (7 puntos, 3 de 11 en tiro) y Jaylon Brown tuvo escaso protagonismo en esos compases finales (antes hizo un buen trabajo anotando 12 puntos), pero ahí estuvieron Ben Lammers y Emir Sulejmanovic para dar un paso al frente y amarrar el sexto triunfo consecutivo.

El bosnio y el estadounidense son dos de los soldados preferidos de Mumbrú cuando llega la hora de apretar al límite los engranajes defensivos y arrojar toda la madera a la caldera del trabajo oscuro. Ambos cumplieron una vez más (sumaron ocho rebotes cada uno, siete ofensivos el de Texas, que sumó otros cuatro tapones para su colección), pero, además, asumieron protagonismo ofensivo cuando más calentaba la bola. Con ese inquietante 79-74 tras dos triples de Deividas Dulkys, Sule cortó el intento de rebelión de los catalanes con una canasta bien trabajada debajo del aro (en el tercer cuarto ya tuvo momentos de protagonismo ofensivo) y acto seguido Lammers colaboró con un tirito frontal de media distancia que empieza a ser ya característico y un mate tras rebote ofensivo. En tres minutos, parcial de 6-0, 85-74 en el marcador y partido resuelto para que Rafa Martínez, máximo anotador de los bilbainos con 13 puntos, le pusiera el lazo con un triple.

De menos a más El encuentro arrancó tan raro como espeso. Entre que el Bilbao Basket compareció algo inconexo y que los árbitros decidieron iniciar la sesión con un concierto de pito, los anfitriones se vieron pronto dominados en el luminoso. En solo cinco minutos Sulejmanovic acumulaba tres faltas, Jonathan Rousselle otras dos y el 7-14 obligaba a reaccionar. Con Rafa Martínez entonado desde la larga distancia y Tomeu Rigo aportando puntos y solidez desde el banquillo, los de Mumbrú coquetearon con devolver el equilibrio al partido, pero un 0-8 liderado por dos triples de Dulkys encendió las alarmas (17-28) antes de que Brown cerrara el primer acto con un triple. El duelo fue poco a poco calmándose y los anfitriones empezaron a carburar. Los de Pedro Martínez ya no encontraron tantas facilidades en defensa (la presencia de Lammers volvió a ser una pesadilla para sus pares) y, sintiéndose seguro en defensa, el Bilbao Basket comenzó a funcionar también en el otro aro. Una canasta de Bouteille a seis minutos del descanso (sus primeros puntos) inauguró un 12-0 que dio la vuelta al partido (38-34 a 2:34 de la conclusión del segundo acto) y entre Thomas Schreiner y Ondrej Balvin, con dos triples y dos mates y una canasta sobre la bocina respectivamente, hicieron que la contienda llegara a su ecuador con un 45-40.

En la reanudación, los anfitriones subieron su nivel de intensidad y el dibujo del choque cambió por completo. Con su aro a buen resguardo, un dos más uno de Bouteille y un triple de Rousselle impulsaron un 13-1 que colocó el marcador en un más que interesante 58-44 en el ecuador del tercer cuarto. Dani Pérez, notable de principio a fin dirigiendo a los suyos, lideró la resistencia con un par de triples, pero Sulejmanovic, colosal en defensa y percutiendo desde la larga y media distancia, siguió impulsando a los de casa (64-50) a la vez que se ganaba una de las ovaciones de la tarde en Miribilla cuando pidió el cambio absolutamente vacío por el esfuerzo. Pero el Manresa, que ya vendió cara su piel el miércoles en Turquía pese a jugar solo con siete jugadores por un brote de gripe, se las arregló para hacer descender a un dígito su desventaja a diez minutos del final (71-62). Seis puntos de Brown en el arranque del último cuarto sujetaron con firmeza el timón, pero el acierto triplista de Dulkys impidió una resolución desahogada (79-74 a 6:08 del final). Fue entonces cuando Sulejmanovic y Lammers dieron un paso al frente para que la incertidumbre no pasara a mayores y el Bilbao Arena viviera un final feliz. Sexto éxito consecutivo, average recuperado, a un paso del objetivo de la temporada a 16 jornadas del final y un equipo que ha conseguido hacer de la victoria una costumbre.