El Bilbao Basket volverá a encontrarse mañana a una parte de su pasado. Ya viene siendo habitual que el equipo vizcaino se enfrente a entrenadores que ocuparon su banquillo en los casi 20 años que ha estado en la Liga ACB. Pero en el Palau Blaugrana tendrá lugar un caso singular ya que quien dirige la plantilla culé es Roger Grimau, que jugó tres temporadas entre 2011 y 2014 en el Bilbao Basket, donde conoció el cielo de disputar la Euroliga y la final de la Eurocup y el infierno de los impagos y la crisis económica, y este curso debuta en el máximo nivel.
Tras disputar dos campañas más con el Manresa, Grimau aparcó su carrera como jugador casi 20 años después de su debut en la ACB con el Joventut e inició la de entrenador desde la Liga EBA. El JAC Sants, el club en el que se inició, fue también el lugar en el que dio sus primeros pasos con la pizarra. De ahí saltó a los equipos formativos del Barça, tanto con los juniors como en la EBA y la LEB Plata a la vera de Alfred Julbe y luego con la batuta de mando. Su gran oportunidad le llegó el pasado verano cuando fue el elegido para sustituir a Sarunas Jasikevicius. No sorprendió que el lituano abandonara el banquillo azulgrana, pese a ganar la Liga Endesa, pero sí que el presidente Joan Laporta y Juan Carlos Navarro y Mario Bruno Fernández, como responsables del baloncesto, apostaran por un entrenador sin experiencia, aunque esto es algo que ayer matizó Jaume Ponsarnau. “La experiencia como jugador de élite es muy valiosa y Roger la tiene de sobra”, apuntó el técnico del Bilbao Basket, que también valoró el hecho de que el entrenador del Barça ha ido dando pasos desde abajo en su formación.
Todos los caminos son válidos, pero Roger Grimau quiso ir poco a poco y ha construido un bagaje y adquirido unas herramientas que le pueden ser de mucha utilidad en este desafío. Culé de convicción, Grimau sabe perfectamente el terreno que pisa y que cualquier cosa que no sea ganar se cargara en su debe. Muchos vieron su llegada al banquillo como un proceso similar al que acompañó a Xavi Pascual cuando fue escogido para dirigir aquella plantilla en la que militaba el ahora entrenador y que ganó la última Euroliga del Barça. Ahora, como entonces, hubo reticencias hacia el novato, que se acrecentaron con la derrota en la Supercopa ante el Real Madrid.
“Ahora resulta más difícil preparar los partidos contra ellos”, dice Ponsarnau sobre el nuevo entrenador del equipo azulgrana
Pero si algo tiene Roger Grimau es su talante templado y discreto. Como cantan sus admirados El último de la fila, “No hables si lo que vas a decir no es más bello el silencio”. Ya como jugador, daba mucha importancia al aspecto mental y emocional del deporte y esa vía está siguiendo en su llegada al banquillo del primer equipo azulgrana. Ni demasiada euforia cuando se gana ni demasiada crispación cuando se pierde. Este estilo contrasta con el de su predecesor, que seguía un método estresante que el jugador suele aceptar porque no le queda más remedio. El Barça empieza a mostrar aquello de lo que puede ser capaz y ello tendrá que ver con que los jugadores, sobre todo lo que siguen de la era anterior,confiesan que se sienten más liberados sin tener que mirar constantemente al banquillo. Grimau conoce el percal, tiene claro que el protagonista no es él y hace bien en no adoptar una pose impostada ni alardear de aquello que no es.
Ponsarnau dejó otro apunte de lo que es ahora el Barça: “Antes sabías que jugabas contra Jasikevicius, que proponía cosas de muchísimo nivel, pero quizás era más previsible. Ahora, al margen de contra la pizarra de Grimau, tienes que luchar contra el talento de los jugadores, que es muchísimo. Esto no quiere decir que tengas más o menos opciones de ganarles, sino que es más difícil preparar los partidos”. El crecimiento del Barça solo era cuestión de tiempo y paciencia, algo que no abunda, y Roger Grimau tiene una clara explicación para las recientes victorias. “Es que los jugadores que tengo son muy buenos”, dice ahora que le toca ser el primero de la fila en un reto apasionante y exigente.