LOS que tuvieron el privilegio de verle en acción en la Minicopa de 2013 en Gasteiz lo tuvieron claro desde el primer instante: aquel chaval iba a ser especial. No era solo cuestión de calidad, ni de técnica individual, ni de desarrollo físico... Era todo ello metido en un frasco en forma de mozalbete de 13 años y cara de no haber ni siquiera rayado un plato en su vida con el aderezo de una madurez impropia de su edad, un dominio de las acciones que acontecían en cancha digna de treintañero y un aplomo que le permitía atinar en todo momento con la acción más conveniente para el colectivo. Un pase de costa a costa, una penetración, un triple de siete metros, un robo de balón tras presión... Y todo con una naturalidad pasmosa, sin forzar las situaciones ni caer en la precipitación, con timidez y una enorme disciplina. Mientras en el exterior la nieve de febrero teñía de blanco la capital alavesa, Luka Doncic (28-II-1989, Ljubljana) hacía lo propio con la Minicopa, dando su primer título al Real Madrid con unas medias siderales: 24,3 puntos, 12 rebotes, 4,3 asistencias, 6,3 robos, 6,7 faltas recibidas y 40,3 de valoración por partido. Evidentemente, fue elegido MVP del torneo.

Han pasado tres años y diez meses y aquel niño es ahora un chaval de 17 años y 2,01 de altura que espera con ganas su mayoría de edad para poder sacarse el carnet de conducir. No ha perdido la timidez, ni en su mirada ni en su discurso. Tampoco la fogosidad ni el instinto depredador cada vez que se viste de corto y salta a una cancha de baloncesto. Antes avasallaba a chavales de su edad, ahora impone respeto entre la flor y nata del baloncesto europeo, entre veteranos de mil batallas que comprueban en sus carnes, en sus huesos y cinturas que el otrora Niño Maravilla es ya una realidad y va camino de convertirse en una figura planetaria al que la NBA no tardará en lanzar sus redes. En la última cita de la Liga Endesa, ante el Montakit Fuenlabrada, Doncic, jugando más de 34 minutos como base y saliendo en el quinteto titular, se convirtió en el jugador más joven en ser designado MVP de una jornada merced a sus 23 puntos, 11 asistencias y una valoración total de 34. Además de lograr nuevos topes personales en estos tres apartados estadísticos, el esloveno se convirtió en el jugador más joven en hacer un doble-doble y en el primero que supera los 20 puntos y las 10 asistencias desde 2006. Una barbaridad. Y todo con la misma templanza que mostraba jugando con los chavales de su edad, como si la presión de la alta competición no fuera con él. Para muestra, su final de partido de Euroliga el jueves ante el Zalgiris, anotando dos triples seguidos con empate a 86 en el luminoso.

“Cuando juego siento lo mismo que cuando sueño”. A Doncic se le atribuye esta frase, pronunciada cuando todavía era infantil. El baloncesto lo lleva en los genes -su padre, Sasa, llegó a debutar con la selección eslovena- y el deporte de la canasta le engatusó desde muy pronto. “Cuando era pequeño entrenaba a muchas cosas: fútbol, voleibol, baile... Como era malo empecé con el baloncesto con siete años y a los diez ya dejé el resto”, confesó recientemente en Onda Cero. Acertó con su decisión. No tardó en entrar en las categorías inferiores del Union Olimpija y en 2011, con 12 años, maravilló a los ojeadores de media Europa al convertirse en el MVP del Torneo Lido di Roma con números arrolladores: 41 puntos en la semifinal y 54 puntos, 11 rebotes y 10 asistencias en la final. El Real Madrid anduvo vivo. Le invitó a jugar la Minicopa de 2012 y meses después le incorporó a su cantera.

Los rectores de la escuadra madridista depositaron desde el primer día muchísima fe en aquel crío que creció viendo vídeos de Drazen Petrovic, que admiraba a Milos Teodosic y que encontró en la capital española a un cicerone de primera en la persona de Nikola Mirotic, ahora en los Chicago Bulls. Cuidado con mimo tanto dentro como fuera de la cancha y aislado en la medida de lo posible de la expectación mediática que generaban sus actuaciones -hoy en día sus apariciones en los medios siguen siendo contadas-, Doncic ha ido desarrollándose a velocidad de vértigo. MVP y campeón del Torneo EA7 Emporio Armani en Génova en su primer curso cadete (36 puntos, 11 rebotes, 10 asistencias y seis recuperaciones para 65 de valoración en la final), título y mejor jugador del Adidas Next Generation Tournament en 2015 con el equipo junior y un aterrizaje en la máxima competición estatal rompiendo todo tipo de registros: cuarto jugador más joven en debutar en la Liga Endesa, el más joven en jugar un partido con el Real Madrid, el único en anotar 15 puntos y acabar con 22 de valoración con menos de 17 años, el más joven en llegar a los nueve rebotes y el segundo en repartir nueve asistencias siendo menor de edad, el más joven en ganar la Copa y en disputar una final, el más joven en debutar en un Clásico y el segundo en alcanzar los 50 partidos en ACB con menos de 18 años... Una bestialidad.

EXPLOSIÓN EN BILBAO Tras ser convocado con el primer equipo en noviembre de 2014, con 15 años y ocho meses, el esloveno debutó en la Liga Endesa en la 29ª jornada de la temporada 2014-15 contra Unicaja. Convirtió en canasta, un triple, el primer balón que tocó. Tenía 16 años y dos meses. Su primer gran partido en la élite, como él mismo reconoce, llegó la pasada temporada en Miribilla, siendo pieza clave del triunfo de los suyos contra el Bilbao Basket al sumar 15 puntos y 22 de valoración. Escasos meses antes, durante el verano de 2015, los dirigentes del conjunto vizcaino habían tanteado su cesión. Recibieron un no por respuesta. Laso prefería tenerle cerca, vigilar su progresión e ir metiéndole poco a poco en dinámica de equipo porque, sin importarle su edad, veía cerca el día en que se convirtiera en pieza importante del grupo.

Y ese momento ha llegado. Con la marcha de Sergio Rodríguez a la NBA, los minutos disponibles en la rotación exterior crecieron y Doncic los está explotando. En Euroliga aún actúa en segundo plano (titular en la mitad de los partidos, promedia 6,9 puntos, 3,2 rebotes y 2,4 asistencias), pero en la ACB es el jugador más utilizado por Laso (22 minutos de media), el cuarto mejor anotador del equipo (9,1 puntos) y el tercero en valoración (15,1). El Real Madrid es consciente de que la NBA no tardará en lanzar sus redes sobre Doncic (la web especializada Draftexpress le ubica como tercer jugador elegido en el draft de 2018), que acaba contrato dentro de dos veranos y trabaja ya en la renovación de la gran joya de su corona, que ya ha anunciado que jugará con la selección eslovena, desechando la posibilidad de hacerlo con España.

Todo el mundo tiene claro que, antes o después, el sitio de Doncic está al otro lado del charco, con los mejores entre los mejores. Los próximos años serán vitales para su formación definitiva y para comprobar el lugar que ocupará en el Olimpo del baloncesto un joven que cada vez que salta a la cancha destila algo especial y demuestra no tener límites. Como en el duelo de la pasada Euroliga ante el todopoderoso CSKA en el que Laso le abroncó a gritos durante un tiempo muerto exigiéndole “una jugada, la que quieras, una puta jugada”. ¿Su respuesta? Tres triples seguidos.