Bilbao - Drew Gordon, el alero del Lietuvos Rytas que a seis segundos del final estuvo a punto de dar al Dominion Bilbao Basket un disgusto morrocotudo, es el hermano mayor de Aaron Gordon, el jugador de los Orlando Magic que en el último fin de semana del All Star de la NBA maravilló al planeta con la originalidad y la fantástica factura de sus mates, sobre todo aquel que hizo recogiendo el balón de la cabeza de la mascota de su equipo para hundirla a una mano tras pasársela por debajo de sus piernas -no entre las piernas, por debajo de ellas-, algo nunca visto hasta ese momento. Vamos, que de muelles y vuelos sin motor sabe un rato. Probablemente, en la siguiente conferencia por Skype que ponga en contacto a ambos, Drew comentará con Aaron que en Bilbao, en un partido de la Eurocup, le arrebató el partido y le amargó la existencia otro tremendo prodigio de los aires que responde al nombre de Micheal Eric. Le contará cómo a cinco segundos del final, con 77-76 en el luminoso y tras burlar la defensa de Axel Hervelle, se quedó en una magnífica situación para endosar a los anfitriones su segunda derrota en otros tantos partidos continentales, cómo su bombita, tan mansa como potencialmente dañina, amenazó con besar la red de los de Carles Duran hasta que de la nada surgió, felino, el pívot nigeriano para colocarle, con la cabeza casi a la altura del aro, un soberano tapón que hizo que el público congregado en el Bilbao Arena estallara de alegría mientras, en estado de incredulidad absoluta, se echaba las manos a la cabeza ante lo que acababa de presenciar.

Protagonista absoluto de una de las acciones defensivas para resolver un partido más espectaculares que se recuerdan por estos lares, Eric fue el salvavidas de un equipo que estuvo muy cerca de repetir patinazo europeo tras volver a complicarse la vida en un partido en el que llegó a ganar por 15 puntos (29-14), pero que los lituanos colocaron a su favor (66-69) a cinco minutos del final. Fue entonces cuando arrancó el show del pívot. Primero, con tres canastas seguidas (al poste, alley oop y mate sin oposición) para dar aire a los suyos (75-72); posteriormente, con dos robos en defensa (una mano por detrás providencial y un balón interceptado en el aire, dónde si no, a dos manos al más puro estilo cornerback de la NFL) y, como plato fuerte, ese tapón que ya tiene un lugar de privilegio en la memoria de la marea negra. Y de postre, con un segundo en el marcador después de una antideportiva sobre Álex Mumbrú, bajó el telón con otro brutal alley oop aprovechando un servicio milimétrico del capitán desde la banda. 80-76. Fin de la película.

Volvió a quedar claro que surcar los cielos baloncestísticos es la especialidad de la casa de un jugador que se retiró a vestuarios escuchando su nombre coreado por toda la grada, que el aire es su hábitat natural, el elemento en el que se convierte en un factor diferencial. Ayer acudió al rescate de los suyos en esos últimos brutales cinco minutos y sacó al Bilbao Basket de un atolladero complicadísimo como consecuencia de una actuación global inconexa que a punto estuvo de permitir a los de Pacesas pescar una victoria en Miribilla.

El Bilbao Basket arrancó anclado en la franja de 6,75. Prácticamente todas sus acometidas ofensivas en los cinco minutos iniciales llegaron desde la larga distancia, con Mumbrú especialmente atinado, mientras que los lituanos, con un juego básico pero efectivo, se encomendaron a Logan para no perder pie. Los de Duran fueron poco a poco diversificando recursos y ajustando engranajes en la retaguardia, factores que les permitieron enlazar un 9-0 para colocar el 18-8 a 2:25 para la conclusión del acto inaugural. Una vez que los anfitriones controlaron el rebote y desactivaron las vías de suministro visitantes, basadas en las penetraciones de Logan y Fisher para acabar ellos o doblar balones al exterior, los hombres de negro ganaron en tranquilidad. El 22-13 con el que concluyeron los diez primeros minutos, con el capitán suministrando la mitad del botín, fue a más. Pacesas tuvo que llamar a capítulo a los suyos con el 29-14 y sus órdenes para la remontada encontraron acompañamiento en una bajada de tensión en las prestaciones locales, que desaprovecharon un par de contraataques para hacer más sangre y, además, perdieron eficacia defensiva.

Altos y bajos Tras el 39-31 al descanso, el acercamiento de los bálticos llegó hasta el 41-37. Al Bilbao Basket, demasiado estático, le costaba fluir en ataque (los lituanos solo realizaron ocho falta en los primeros 25 minutos), mientras que en defensa sufría en las situaciones de uno contra uno ante Fisher y Logan. Dos triples seguidos de Nikolic y Bamforth volvieran a estirar el luminoso hasta el 57-45, pero los de Duran no fueron capaces de dar un golpe de autoridad y el Lietuvos regresó al encuentro con un parcial de 2-11 que colocaba el 59-56 a diez minutos del final. El Bilbao Basket pegó primero en el acto final. Sacó tres puntos de una antideportiva de Giedraitis y otros tantos gracias a la pillería de Todorovic debajo del aro para colocarse 65-58, pero volvió a faltar sostenibilidad. La retaguardia bilbaina llegaba una fracción de segundo tarde a cada acción y el Lietuvos lo castigó con otro 0-9 de la mano de Gordon, Logan y Jomantas. Pintaban bastos con 66-67 a 5:49 del final pero fue cuando apareció un hasta entonces desaparecido Eric, que se subió a los cielos de Miribilla para desde allí, a base de mates y de un soberano tapón, fulminar a sus oponentes.