Stratos Perperoglou llegó al Barcelona para dotar de empaque y experiencia a la posición de tres. En el equipo azulgrana siguen sintiendo nostalgia de Pete Mickael, uno de los jugadores que mejor ha interpretado los requerimientos de ese puesto por condiciones y por carácter. Quizás por ello el Barça ha querido fichar en los últimos años a Álex Mumbrú, el mejor tres de la Liga Endesa. El griego trata de mejorar lo que ofrecieron antes que él Joe Ingles, Kostas Papanikolau o Deshaun Thomas, reclutados con idéntico propósito, pero que pasaron por el Palau Blaugrana sin pena ni gloria.
El caso es que el jugador nacido en Drama hace 31 años tampoco es una estrella, sino uno de esos jugadores que ejerce de pegamento de quienes están alrededor. Lo es el Barcelona como lo fue en el Olympiacos, el Panathinaikos o en la selección griega. En su currículo figuran tres Euroligas, el jugador en activo que más tiene junto a Dimitris Diamantidis, que se retira al final de este temporada, y Vassilis Spanoulis, pero nunca ha sido un actor principal. La pasada temporada el Anadolu Efes lo fichó esperando ese vitola, pero no funcionó, probablemente porque las otras piezas tampoco lo hicieron.
Perperoglou puede tirar, puede rebotear, puede defender y atacar en el poste, puede hacer un poco de todo. Es un jugador notable que asegura regularidad, pero no excelencia, salvo en días contados. Y, pese a ello, su currículo es envidiable porque ha tenido la oportunidad de estar en buenos equipos donde su labor ha sido apreciada por los entrenadores y por los compañeros. El alero griego siempre está donde debe estar y hace lo que le piden sus entrenadores. Los tiros decisivos no pasarán por sus manos, pero sí algunos otros que permitan llegar a esa posición y mucho del trabajo de intendencia que normalmente no sale en las estadísticas.
Casado con Erin Buescher, que militó durante ocho temporadas en equipos de la WNBA y a la que conoció en Grecia, el jugador del Barcelona debutó como profesional en el Ilysiakos cuando tenía 18 años y es uno de los pocos baloncestistas que ha militado en el Panathinaikos y en el Olympiacos, los dos grandes rivales atenienses, y con ambos ha ganado títulos. Su intención con el equipo azulgrana, con el que firmó dos años de contrato, era la misma, aunque de momento se tiene que conformar con la Supercopa.
Entre los principales señalados después de la eliminación en la Euroliga, no está Stratos Perperoglou. Al fin y al cabo, él solo está cumpliendo su papel. Solo en dos ocasiones en su carrera, con el Panionios y el Anadolu Efes, ha superado los diez puntos de media y con el Barça promedia siete en veinte minutos, aunque sus porcentajes de tiro no están siendo brillantes. El problema es que el conjunto culé solo tiene un Perperoglou. El resto de los exteriores tienen otras características que obligan a que el juego tenga que ser diferente cuando el griego no está en cancha. La nostalgia de Pete Mickeal es grande y Stratos Perperoglou, curtido en mil batallas, es la penúltima esperanza para evitarla