Gasteiz - 3 de octubre de 2004: Bilbao Basket 57; Tau Baskonia, 104. 6 de marzo de 2016: Laboral Kutxa Baskonia, 108; Dominion Bilbao Basket, 62. Aquel partido de La Casilla que todo el mundo creía haber olvidado regresó ayer de lo más hondo del pozo de los recuerdos en forma de pesadilla. Solo un punto separó a los hombres de negro de sufrir la derrota más abultada de sus doce temporadas de vida en la Liga ACB. Pero casi da lo mismo porque la sensación de inferioridad fue parecida a la de aquel partido en la que el conjunto bilbaino era un debutante en la máxima categoría y no sabía lo que se podía esperar de él. Ayer fue casi peor porque en la cancha estaban dos equipos en posición de play-off, dos que jugaron la semifinal de Copa hace un par de semanas, pero solo uno demostró esa condición a ojos de quien no conociera de qué iba la historia.
La intensidad del Laboral Kutxa convirtió a los hombres de negro en niños con un balón en las manos. Cinco minutos duró el derbi, nada más. Dio verdadera lástima ver que a Clevin Hannah y, sobre todo, a Raúl López con tremendas dificultades para superar la presión defensiva de Darius Adams y de las ayudas que pudieran llegarle al estadounidense. El Bilbao Basket no sacaba ninguna ventaja en sus ataques, acumulaba pérdida tras pérdida que aprovecharon los baskonistas para correr a tumba abierta, como si no hubieran jugado apenas dos días antes otro partido. Para cuando el Laboral Kutxa cometió su primera falta habían pasado trece minutos y ya ganaba por 23 puntos. Los bilbainos llegaban tarde a todas partes y para cuando quisieron darse cuenta el derbi ya había volado.
Cada jugador baskonista que cogía el balón ganaba el uno contra uno a su par y en ese tipo de partido Adams jugó como en el patio de su casa un día de verano. 22 puntos llevaba al descanso el jugador de Illinois. En ese momento, todo el mundo podía haberse ido para su casa, pero ya se sabe que en los derbis, si se puede, no se hacen prisioneros y la afición local disfrutó casi más que en aquella final de marzo de 1996, mientras los 200, más o menos, que acudieron desde Bilbao se apagaron al ver la respuesta de su equipo y apenas gritaron para hacer ver que estaban allí.
Vendaval imparable
Tras un impresionante mate de Hanga que fue fiel reflejo del partido, Sito Alonso, que había hecho todo tipo de cambios para tratar de frenar la avalancha y insuflar tensión a sus jugadores, pidió un tiempo muerto y a la salida del mismo, su equipo fue incapaz de pasar el centro del campo antes de los ocho segundos reglamentarios. La víctima fue Dejan Todorovic, que jugó 45 segundos y se fue al banco. Fue todo pura impotencia porque no puede calificarse de otra manera ceder 36 puntos de ventaja en apenas 18 minutos de un duelo inexistente. El Bilbao Basket llegó al descanso con la diferencia en contra más abultada de toda su historia y toda la segunda parte fue fea, intragable, para cualquier aficionado al baloncesto porque no había emoción y sí una tensión latente en cada contacto. Por suerte, no saltó la chispa definitiva, pero muchos gestos sobraron como algunos gritos de la afición baskonista que empiezan a ser cansinamente ofensivos y repetitivos, sin que nadie muestre el más mínimo interés por hacerlos callar, por lo que parece.
El caso es que el Bilbao Basket fue un invitado a la fiesta del Laboral Kutxa, en la que la presencia de los campeones de la Recopa de 1996 produjo un efecto vitaminante sobre un equipo que, en teoría, tendría que estar cansado. Pero los baskonistas sobrevolaron el derbi ante un rival entregado desde muy pronto.
Si Mirza Begic decía la víspera que el conjunto bilbaino suele hacer cosas imposibles, también parecía imposible un partido como el de ayer. A cualquier que le digan que el equipo que vestía ayer de blanco es el mismo que rozó la final de Copa hace un par de semanas, no se lo creerá. Al final, se quedó en la segunda derrota más abultada de la historia porque se apeló a un honor y un orgullo tardíos, en cuanto a la puesta en escena del equipo durante los cuarenta minutos. En la historia del Bilbao Basket ya hay dos partidos de los que nadie que no sea de Gasteiz querrá hablar.