TRELAWNY, una de las catorce parroquias que componen la organización territorial de Jamaica, es tierra de grandes velocistas. Allí echaron sus primeras carreras Usain Bolt, el ser humano más rápido que jamás existió sobre la faz de la tierra, Ben Johnson, Michael Frater, Veronica Campbell-Brown o Sanya Richards. A Samardo Samuels (9-I-1989) lo de correr no le disgustaba, pero prefería hacerlo detrás de un balón. Le apasionaba el fútbol, jugar de delantero y marcar goles, hasta que una noche, a los 11 años, el baloncesto se coló en su vida de manera imprevista. Mientras esperaba el arranque de un partido de fútbol, en el televisor se colaron unas imágenes de la NBA, concretamente de Patrick Ewing, jamaicano de nacimiento, colocando un tapón y aquel momento cambió su vida, pues se enamoró de un deporte que le valió en su día un pasaporte para Estados Unidos, la consideración de gran promesa escolar, una carrera más corta de lo previsto en la NBA y, finalmente, un lugar en la élite del baloncesto europeo, con parada desde el verano en el Barcelona Lassa, rival hoy del Dominion Bilbao Basket.
Los ojeadores estadounidenses descubrieron al actual pívot azulgrana de 2,06 a los 14 años en un campus organizado en Kingston por una ONG de New Jersey. Era el crío más alto de todos, estaba muy verde en cuanto a fundamentos, pero los técnicos vieron en él mucho potencial. Cuando le ofrecieron recalar en un instituto de Estados Unidos, Samuels aceptó de inmediato. Convencer a sus padres fue más complicado, pero finalmente aterrizó en New York en julio de 2004. Su primer partido en suelo estadounidense fue ante un equipo en el que figuraba el que fuera número 2 del draft de la NBA Michael Beasley. “Me pasó por encima una y otra vez. Yo no estaba acostumbrado a jugar a esa velocidad, parecía un deporte nuevo”, aseguró años después al ser cuestionado sobre su aclimatación.
Sin embargo, a Samuels no le costó demasiado adaptarse a su nuevo ecosistema y tras un primer año jugando en un pequeño centro católico de New York recaló en uno de los más prestigiosos high schools de todo el país en lo que a potencial baloncestístico se refiere, el Saint Benedict’s de Newark, donde coincidió con Tristan Thompson, ahora en Cleveland Cavaliers. Merced a su ética de trabajo y a su carácter humilde, su crecimiento fue exponencial y en su último curso -24,2 puntos, 10,7 rebotes y 2,7 tapones- fue elegido mejor jugador de instituto del país por USA Today y ocupó el número dos del ranking de ESPN, por delante de Demar DeRozan, Tyreke Evans o Greg Monroe.
Con toda la NCAA interesada en su reclutamiento, Samuels, que alternaba las posiciones de ala-pívot y pívot, se decantó por Louisville. A las órdenes de Rick Pitino jugó dos cursos antes de presentarse en 2010 al draft de la NBA. Estadísticamente no le fue mal, pero su rendimiento fue muy irregular, lo que unido a su falta de centímetros y a la falta de explosividad que le achacaban los ojeadores, que le aconsejaron agotar su ciclo universitario, hizo que no fuera elegido. Sin embargo, Cleveland apostó por él, pero tres cursos con los Cavaliers con periplos en la Liga de Desarrollo fueron el preámbulo a su desembarco en el Hapoel Jerusalén en febrero de 2013. Ese mismo verano fichó por el Armani Milán y su notable rendimiento en Italia le ha valido un puesto en el equipo de Xavi Pascual.