Bilbao - Desde que el Bilbao Basket cruzó el ecuador de la presente temporada, sus encuentros se disputan bajo el mismo patrón, con un guion que los hombres de negro siguen prácticamente a pies juntillas, sin salirse de él. Un arranque tibio y rebosante de claroscuros, un bajón defensivo que el rival de turno aprovecha para coger vuelo en el luminoso, rearme a toque de corneta cuando pintan bastos y acelerón final que conduce hacia la victoria sin mayores sobresaltos. Así aconteció recientemente ante el Fuenlabrada y el Andorra y así ocurrió ayer ante La Bruixa d’Or. Misma hoja de ruta, mismo resultado. Puede que no sea lo más deseable y son los mismos protagonistas los que reconocen que sería conveniente una mayor regularidad y sostenibilidad en los esfuerzos, sobre todo para cuando llegue el momento de cruzar guantes con rivales de mayor calado, pero el grupo humano que lidera Sito Alonso ha alcanzado tal nivel de rotundidad y confianza que, por el momento, le basta con actuar medio partido con los cinco sentidos metidos en harina para sacar adelante este tipo de compromisos.

El argumento que se vio en la matinal de ayer fue prácticamente calcado al de siete días atrás, como si de la reedición de una película con diferentes actores de reparto se tratara. Tras encajar 26 puntos en el acto inaugural, el conjunto anfitrión llegó a verse diez puntos por debajo en el marcador (20-30) en el amanecer del segundo cuarto y entonces, cuando le vio las orejas al lobo, puso toda la carne en el asador para alcanzar el ecuador del choque un punto por encima de los de Pedro Martínez (39-38). Tras la reanudación, llegó otro momento titubeante que permitió soñar a los catalanes, pero un parcial de 15-2 en apenas cinco minutos despegó en el luminoso a los hombres de negro para no volver a mirar atrás.

El conjunto vizcaino puede permitirse, por el momento y ante rivales de la zona baja, estos dientes de sierra en su rendimiento porque tiene interiorizado lo que puede llegar a hacer sobre una cancha de baloncesto cuando se emplea a fondo y porque varias de sus piezas se encuentran en un momento dulce de juego y acierto. Es el caso, por ejemplo, de Álex Mumbrú, que ayer superó los 20 puntos por quinto partido consecutivo y que volvió a hacer gala de un más que notable índice de acierto desde más allá de la línea de 6,75 (seis aciertos de diez intentos) o Quino Colom, que una vez más volvió a ofrecer otra demostración de tino anotador y director en el último cuarto, donde casi todo lo que aconteció en cancha salió de su batuta. Además, Marko Todorovic mejoró de su tendinitis para colaborar con 11 puntos, 5 rebotes y otras tantas asistencias en apenas 22 minutos de juego y Latavious Williams dio un importante paso al frente para dominar las zonas (17 puntos y 11 rebotes) con su mejor encuentro como hombre de negro. De los 99 puntos de valoración del equipo, este cuarteto sumó 95. Sobran las palabras.

Tras el entrañable y merecido homenaje a Roger Grimau con el que arrancó la mañana en Miribilla, parecía que el Bilbao Basket le cogía bien el hilo al encuentro, pero no fue más que un espejismo. Tras el 12-7 merced a los triples de Wragge y Bertans, el conjunto manresano pasó a dominar el choque merced a un abrumador parcial de 4-19. Los de Sito Alonso, demasiado unidimensionales, no fluían en ataque y su retaguardia funcionaba muy alejada de las constantes vitales que la convierten en temible. Como muestra, las tres faltas seguidas que Sakic sacó a Mendia (una de ellas supuso una jugada de cinco puntos tras triple de Álex Hernández) y que despegaron en el luminoso a los visitantes antes de que Williams cerrara momentáneamente la vía de agua antes de la conclusión del primer cuarto. No cambiaron demasiado las cosas en los primeros compases del segundo acto y La Bruixa d’Or firmó su máxima diferencia en el choque (20-30) antes de que otra acción del pívot de Starkville, esta vez un brutal mate a la contra, sacara a los hombres de negro de su letargo. Entre Williams, Bertans, Mumbrú y Marko Todorovic confeccionaron un contundente parcial de 17-4 que devolvió el control del marcador a los locales, pero su renta al descanso fue de solo un punto (39-38) después de encajar dos penetraciones seguidas hasta debajo del aro de Poeta.

En la reanudación fue Álex Hernández el que encontró autopista hasta el aro bilbaino, pero tras el 40-44 los hombres de negro decidieron que era el momento de ponerse manos a la obra y de lanzarse al ataque sin hacer prisioneros. Con una magnífica circulación de balón que permitió triples liberados de Mumbrú y Colom y buenas situaciones en las distancias cortas para Latavious y una defensa mucho más agresiva, el Bilbao Basket fundió el partido con un parcial de 15-2 que desembocó en un 55-46. Rizvic y Sakic trataron de dar emoción al asunto, pero, como en anteriores citas, el base andorrano asumió galones en el amanecer del último cuarto y el conjunto vizcaino construyó una distancia tranquilizadora que le llevó a alcanzar la 15ª victoria de la temporada sin mayores sobresaltos.