Solo queda un partido para que el Gescrap Bizkaia añada otra cuenta a su collar de hitos históricos. Puede ser hoy, día libre para los hombres de negro, que realmente no tienen mucha fe en que el Unicaja derrote al Real Madrid. Si se cumple la lógica, todo quedará pendiente para el jueves de la próxima semana cuando los bilbainos jueguen en Málaga y los blancos visiten la cancha del Montepaschi Siena. El escenario es claro: el Gescrap Bizkaia ya no puede ser primero de grupo, pero con una victoria más o una derrota del Real Madrid estaría clasificado para los cuartos de final. Existe otra posibilidad, bastante remota, que dejaría fuera a los de Katsikaris: que se produzca un triple empate con el Montepaschi, que será primero salvo hecatombe, y el Real Madrid después de que éstos ganen por 23 puntos o más en Italia.

Lo importante es que el Gescrap Bizkaia depende de sí mismo. Pese a que está acostumbrado a hacer fácil lo difícil, no sería entendible una derrota en Málaga ante un Unicaja que ya no se juega nada y que bastante tiene con resolver los problemas que ahora mismo le acechan. Pero hay que contar con el prurito de cualquier deportista y pensar, como Katsikaris, que les aguardará un partido muy complicado en el que la necesidad de victoria, de seguir haciendo historia, tiene que marcar diferencias.

Lo que no sería fácil de soportar es otro partido como el de ayer porque de lo contrario habrá que pensar en instalar desfribiladores en el Bilbao Arena. Nadie logró romper el choque, en parte por el cansino ritmo que imprimieron ambos equipos, por el tráfico en hora punta que había en las zonas y porque desde el perímetro no se pudo romper esa dinámica que condenaba a un final incierto y cargado de tensión y nervios. Pero tanto...

baile por parejas Los técnicos movieron sus piezas con mucha precaución, casi por parejas, y la clara superioridad de McCalebb sobre Jackson fue contrarrestada por la nula aportación de Andersen, al que Fischer y la defensa colectiva del Gescrap Bizkaia no le dejaron ni respirar. Con otros protagonistas oscurecidos y superados por un partido sin tregua y durísimo, salvo Marko Banic y David Moss, era el turno de los secundarios. Los suplentes del Montepaschi Siena, valiosos siempre en su comportamiento porque suman sin salirse del guión, cumplieron con su trabajo, pero la última palabra la tuvo Raúl López. Su sangre fría, con cuatro tiros libres sin fallo y la canasta final, dejó al Gescrap Bizkaia aporreando las puertas de los cuartos de final. Sea talento, experiencia u oficio, el base de Vic salió de la maleza y encontró una joya, una acción para el recuerdo, de esas que engrandecen a un jugador y un equipo.