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LA NBA, y Minneapolis en concreto, ha recibido a Ricky Rubio con los brazos abiertos y Ricky Rubio espera recuperar en la NBA la chispa y la alegría que le acompañaron en sus primeros años como profesional en la Liga ACB cuando ni siquiera era mayor de edad. Ahora, con 21 años y algunos meses de retraso con respecto a lo esperado, el base de El Masnou debuta en la mejor competición del mundo, esa donde los jugadores de su perfil tienen el campo abierto para dar rienda suelta a su imaginación y creatividad. El propio Ricky lo ha dicho: "Aquí los bases tienen mucha importancia. Se penaliza más los contactos y hay más espacios".
Quienes comparan los baloncestos de uno y otro lado del Atlántico sostenían que en Europa Ricky Rubio llevaba unos años sometido a la dictadura de la táctica, encerrado en un estilo de juego que no era para él. Ganaba títulos y medallas, pero no disfrutaba en la cancha, o no lo transmitía. Ahora le llega el desafío de conducir, quizás saliendo desde el banquillo, al peor equipo de la NBA la pasada temporada, esos Timberwolves que le eligieron en el draft de 2009 y que solo ganaron 17 partidos la pasada temporada. En la Twin City ya se han dado cuenta con unos pocos entrenamientos y un amistoso que Ricky tiene algo distinto, que su cabeza procesa el baloncesto a gran velocidad. Las alabanzas suenan quizás un poco exageradas y prematuras, pero está claro que la ilusión es mutua, que la estancia de Rubio en una ciudad dura por el clima puede ser fructífera.
Lo mismo que otros europeos que debutaron antes que él, Ricky Rubio está en el escenario ideal: un equipo con poco que perder, que solo puede crecer y en el que, a priori, tendrá minutos. El resto dependerá de él. Cierto que la NBA es para los bases creativos como el país de las maravillas. Desde mañana, muchas miradas estarán puestas en el catalán como en Chris Paul, protagonista del gran traspaso de este otoño, y otros novatos estelares como Kyrie Irving, número 1 del último draft, Brandon Knight o Kemba Walker.
Todos ellos son tipos pequeños, rápidos y explosivos y tienen algo que les distingue de Ricky Rubio: piensan más en anotar antes que en dirigir. El veterano Rick Adelman ya ha advertido a su nuevo pupilo de lo que le puede esperar. "Deberá acostumbrarse a tirar cuando esté solo", ha dicho el técnico de los Timberwolves. Y en ello se ha esforzado este verano el exjugador del Joventut y del Barcelona, que ha metido muchas horas en solitario para mejorar su lanzamiento lejano, ese que le acabó lastrando en Europa.
Los expertos sitúan a Ricky Rubio al frente de la discreta hornada de rookies de esta temporada ya que le avala su bagaje al más alto nivel. Al fin y al cabo, el catalán lleva ya siete años como profesional y tiene una experiencia a su espalda que debe ayudarle. Algunos, incluso, ya hablan de él como el futuro ganador del premio al mejor de la temporada. Otros novatos procedentes de Europa llegan con menos ruido mediático y ninguna garantía de destacar. La Liga Endesa, el Fuenlabrada para ser precisos, ha exportado de una tacada a Bismack Biyombo y Gustavó Ayón cuya calidad física supone su salvoconducto para tratar de hacerse sitio en los Charlotte Bobcats y los New Orleans Hornets, respectivamente.