Bilbao
SI alguien buscara un vocablo para calificar la temporada que están protagonizando el Gescrap Bizkaia y el Caja Laboral Baskonia, regularidad no sería, desde luego, uno de los más utilizados. Los dos conjuntos vascos, que el próximo jueves se jugarán en el Bilbao Arena su continuidad en la Euroliga (absolutamente los bilbainos, mayoritariamente los gasteiztarras), protagonizan sendas trayectorias repletas de altibajos, de dientes de sierra, de momentos gloriosos pero también de pifias sonadas que han impedido tanto a los de Fotis Katsikaris como a los de Dusko Ivanovic alcanzar un rendimiento sostenible ni en la Liga Endesa ni en la Euroliga. Sin embargo, ambos grupos humanos llegan a esta trascendental cita tras haber firmado sus mejores encuentros del presente curso, ya que si los hombres de negro dieron el pasado jueves un puñetazo en la mesa con su meritoria victoria en la cancha del Fenerbahce qué decir del triunfo de los alaveses el domingo ante el todopoderoso Barcelona. Por ello, el choque de trenes del jueves promete emociones fuertes.
Las dos últimas puestas en escena ante Valencia Basket y Fenerbahce, justo después de aquel fatídico triple de Gianluca Basile en el duelo ante el Cantú, hablan muy bien de la capacidad del Gescrap Bizkaia de moverse en el filo de la navaja, de revolverse cuando parece completamente rodeado, de resurgir de sus cenizas en el momento de mayor dramatismos. Aquella derrota, paradójicamente, ejerció un efecto revitalizador en un equipo que en estos dos últimos choques ha recuperado sus señas de identidad y su discurso habitual: intensidad defensiva y ataques frenéticos, carácter volcánico con rasgos incluso anárquicos, rienda suelta a la velocidad en lugar de planteamientos timoratos. La metamorfosis en el juego ha tenido su reflejo en los resultados y tiene su ejemplo en la figura de Aaron Jackson, que ha recuperado el instinto asesino extraviado que tanto furor causó el pasado curso. Los de Fotis Katsikaris hicieron sangre con un Valencia Basket mermado por los problemas físicos y en tierras turcas dieron el do de pecho con un baloncesto tan dinámico como efectivo, con rasgos de brillantez a la hora de sumar puntos y granítica fortaleza cuando tocó blindar su aro.
Tampoco el Caja Laboral ha sido un ejemplo de estabilidad durante el presente ejercicio, rasgo que se ha acentuado sobre todo en la competición continental hasta el punto de condenarle a llegar a esta última jornada sin haber sellado todavía el billete para el Top 16, algo inaudito en el club presidido por Josean Querejeta. Su derrota en el Iradier Arena ante el Gescrap Bizkaia y el hecho de no haber sido capaz de ganar en sus últimos tres desplazamientos (ante Nancy, Cantú y Olympiacos) han llenado de nubarrones el horizonte baskonista, cuya solvencia no ha sido la de años anteriores. Mirza Teletovic ha dado un paso al frente y lleva desde septiembre a un nivel estelar, Fernando San Emeterio y Pablo Prigioni son absolutamente fiables, pero el resto no ha estado al nivel requerido. Reggie Williams aportó muy poco por sus dolencias físicas, Kevin Seraphin tampoco marcó diferencias antes de regresar a la NBA, Joey Dorsey parece más fuera que dentro del equipo y, con este panorama, el gran partido de Milko Bjelica ante el Barça ha taponado la vía de agua de los alaveses en las cercanías del aro.
Pero que nadie se lleve a engaño ni espere el jueves un Caja Laboral Baskonia timorato, sino a un rival acostumbrado a jugar encuentros de alto voltaje. "Vamos con respeto, pero no tenemos miedo", ha declarado ya Fernando San Emeterio.