Fuenlabrada. La Copa empieza a ser un quimera para el Gescrap Bizkaia. Tiene que serlo cuando aún no conoce lo que es ganar como visitante. Fuenlabrada fue la quinta estación de este particular vía crucis, de ese bucle inacabable que tiene mosqueado a su entrenador y a sus seguidores, como el centenar que acudió ayer al Fernando Martín para ver a su equipo reiterar en errores habituales y dejar que el enemigo se crea más de lo que es. Ya se sabe que en la Liga Endesa nadie es manco, pero el Gescrap Bizkaia no acaba de tenerlo claro en esta temporada en la que ha olvidado de donde viene.
Porque algo no funciona cuando de nuevo se permite al equipo rival tomar una renta excesiva contra la que luego hay que pelearse, algo que fuera de casa adquiere tintes de heroicidad. El Fuenlabrada fue capaz de anotar cinco triples en el primer cuarto sin su principal amenaza desde el perímetro. Kirk Penney se tuvo que retirar en el primer minuto por una brecha, pero su equipo no lo acusó. Al contrario, el joven Álvaro Muñoz, la pasada temporada en la Adecco Plata, hizo lo que el titular, tirar cuando estuviera solo, y lanzó el festival del Fuenlabrada que se anotó un parcial de 11-3 después de Blums pusiera al Gescrap Bizkaia por delante (4-7) con su primer triple de los tres que anotó sin fallo en el cuarto inicial.
La propuesta de los bilbainos se diluyó enseguida ante un equipo que anda pletórico de confianza y que le puso mucha más intensidad al juego. D'Or Fischer, golpeado en la boca, había dejado al juego a la vez que Penney, pero tardó mucho en volver. Ayón podía aprovecharlo, pero Fisac le sentó y el Fuenlabrada no lo notó ya que Sené hizo su trabajo a la perfección, como todo el banquillo fuenlabreño. Los locales iban a lo fácil para firmar porcentajes estratosféricos con escasa oposición mientras el Gescrap Bizkaia buscaba las mismas cosas previsibles de los últimos tiempos. Los hombres de negro ni sumaban en el rebote de ataque ni cuidaban el balance defensivo. Las faltas personales, tan lamentadas otros días, no podían frenar tampoco a un rival que en cuanto podía, tiraba, porque el jugador que lo hacía tenía todo el tiempo del mundo.
El Gescrap Bizkaia se perdió en la primera mitad en ataques inocuos, con ocho pérdidas de nuevo en su debe y malos porcentajes en tiros de dos, y pareció entregar la toalla cuando Laviña cerró el segundo acto con cinco puntos seguidos: un triple a la media vuelta sin mirar y a tablero y una canasta en el último segundo en posición también forzada. Remar contra casi veinte puntos en contra suele ser un problema, pero los hombres de negro acostumbran, dentro de su pasmosa irregularidad, a manejarse en el baloncesto extreme en el que de cada canasta depende la vida. Entonces sí, sus ataques son más directos y efectivos.
defensa La reacción tras el descanso llegó, obviamente, desde la defensa, que permitió a los de Fotis Katsikaris soltarse. Lograr que el Fuenlabrada anotara solo siete puntos en el tercer cuarto hace más inexplicable aún la desatención anterior cuando los tiros se punteaban con la mirada. El Gescrap Bizkaia comenzó a crecer y a recuperar sus opciones de victoria llevando el duelo a un terreno más físico que le procuró diez rebotes de ataque en este parcial para paliar sus malos porcentajes y, curiosamente, redujo a dos el capítulo de pérdidas, otro de los misterios insondables de esta temporada.
De nuevo, los bilbainos hicieron difícil lo fácil. Se acercaron a cuatro puntos en un par de ocasiones, la última con un triple de Vasileiadis que abrió el último parcial (63-59). Quedaba tiempo y era el momento de dar un paso adelante, pero Fisac vio la jugada y puso a sus dos cincos en cancha para con uno de ellos cerrar el camino a Jackson, otra vez espeso de ideas, y con el otro clausurar la zona. El Gescrap Bizkaia regresó a los errores, algunos de ellos de grueso calibre y en tandas de tres consecutivos como fallar bajo el aro o tiros libes, dejarse escapar rebotes controlados o despreciar superioridades numéricas para acabar comiéndose la posesión.
El Fuenlabrada, lanzado por su afición, agarró el partido por la solapa y ya no lo soltó porque en ese tramo final supo a quién darle el balón. Penney encontró su momento y los demás se aprovecharon para sumar y dejar en nada la estéril y tardía reacción de un Gescrap Bizkaia que se está acostumbrando a regalar medio partido para tratar de recuperarlo en la otra mitad. Y así no se puede ir muy lejos.