gasteiz. Llegaban los hombres de negro al Iradier Arena famélicos, en un estado anémico de resultados y juego que había sembrado las dudas dentro de una plantilla que necesitaba como el comer un triunfo revitalizador. Viajaba por carreteras reviradas, pilotaba por puertos de montaña sinuosos de los que necesitaba salir con premura y, lo que son las cosas, encontró la autopista de su recuperación donde menos se lo podía esperar. Puede que haya sido la aparición de Gescrap en el camino (a patrocinador nuevo, victoria segura), puede que el grupo, tocado en su orgullo y amor propio, se conjurara para regresar a su nivel por la puerta grande. Todo puede ser. Lo único cierto es que los de Fotis Katsikaris recuperaron ayer el carácter de hierro de las grandes ocasiones, esa mirada de tigre que les permite soñar y derribar gigantes.
El Gescrap Bizkaia agarró ayer su futuro continental por los cuernos, derribó de un puñetazo su gafe como visitante y salió victorioso de una contienda en la que tuvo que luchar contra un rival de primerísimo nivel y contra todo tipo de elementos adversos. Los visitantes perdieron a Raúl López por lesión en el segundo acto y a Aaron Jackson por faltas en el tercero, pero ni la falta de timón, asido con Josh Fisher con notable acierto, desvió del rumbo marcado a los hombres de negro. Cayó Grimau por faltas, luego le tocó a Fischer, también a Banic... pero nadie se salió del guión. Se defendió con la intensidad requerida en compromisos de este pelaje, se atacó con criterio, la confianza subió con el paso de los minutos como la espuma y la aparición estelar de Vasileiadis en los minutos finales -sobresaliente con 21 puntos y excelentes porcentajes-, junto al tino de Mavro, Mumbrú y Banic, propició un parcial de 0-11 en los dos minutos y medio finales para hacer saltar por los aires ese 81-76 que parecía dejar la victoria en suelo gasteiztarra. Nada de eso. Ese último esfuerzo, más con el corazón que con el físico, muy maltrecho y gastado, fue un grito liberador, la rotura de ataduras de una plantilla que estaba contra las cuerdas pero que no hincó la rodilla.
salida de lujo El equipo arrancó mucho más rumboso que en anteriores comparecencias y se reflejó en el luminoso. Jackson, a diferencia de anteriores duelos, activó la directa y mediante tres contraataques y un triple de Vasileiadis se colocó un 3-11 que obligó a Ivanovic a pedir un tiempo muerto y a poner en cancha a Prigioni y Ribas para intentar frenar al de Hartford. Pese a los cambios, los de Katsikaris dominaron el partido desde la retaguardia, obligando al Caja Laboral a recurrir una y otra vez a Teletovic. El cuarto inicial acabó con 17-25 tras triple de Aaron y a continuación los hombres de negro tuvieron la oportunidad de poner más tierra de por medio, pero no acertaron a la hora de tutelar un duelo desbocado. Unas veces por precipitación -pérdidas por intentar pases de costa a costa tras robo- y otras por apurar demasiado el reloj, los visitantes desperdiciaron varios ataques y lo pagaron con dos triples seguidos de Bjelica, que ayer estrenó paternidad. El 25-31 apretó las tuercas del luminoso, pero una técnica tras falta del balcánico cristalizó en una jugada de cinco puntos del Gescrap Bizkaia, que logró así su mayor renta, 25-36 a casi cinco minutos del descanso. Los de Katsikaris gobernaban con mano de hierro y ni siquiera la lesión de Raúl López (esguince en su tobillo izquierdo) les hizo flaquear, aunque el colchón de diez puntos que tenían a menos de un minuto del ecuador se quedó en la mitad por obra y gracia de Teletovic.
En la reanudación, el Gescrap Bizkaia luchó contra el rival y también contra los elementos. Primero fue una antideportiva contra Jackson que sirvió para que el Caja Laboral empatara el partido; a continuación, la cuarta personal de Banic y la primera ventaja de los anfitriones (51-50); posteriormente, cinco minutos con el rival en bonus de tiros libres; y, para rematar, un cambio de criterio arbitral que sacó del duelo a Aaron por una técnica discutible tras una falta que merece el mismo calificativo. ¿Hundimiento? En absoluto. Los visitantes entregaron hasta su última gota de sudor en labores de defensa, acertaron desde la línea de 6,75, Mavro no flaqueó con los tiros libres y el 62-66 a diez minutos del final dejó todo abierto.
El último parcial fue agónico. El Gescrap se aferró al partido como pudo mientras que el Baskonia se vino arriba a base de triples. La balanza parecía decantarse por momentos del lado de los de Ivanovic, pero la fe vizcaina movió ayer la montaña de la afición gasteiztarra. Tras el 81-76 que se intuía decisivo, Mumbrú y Mavro empataron el choque, Kostas entró en éxtasis y el 0-11 enmudeció el Iradier Arena. El Gescrap Bizkaia está muy vivo y a su futuro continental aún le quedan capítulos por escribir.