bilbao
DAMIR Krupalija (32 años, 2,05 metros) firmará por un mes y medio para sustituir a Axel Hervelle en el Bizkaia Bilbao Basket. Probablemente, el nombre del ala-pívot bosnio no dirá demasiado a los seguidores vizcainos, pero su llegada desde el Hyeres-Toulon francés puede suponer el revulsivo que necesita que necesita el equipo bilbaino para reconducir una situación que empieza a tomar un cariz preocupante.
Las características del jugador nacido en Sarajevo, formado en la Universidad de Illinois y excompañero de Pedja Savovic en el Charleroi, son muy distintas a las de Hervelle y por eso pueden dar añadir más recursos, sobre todo en ataque, a un equipo que se está mostrando lento, plano y previsible. Krupalija destaca por su buena mano desde detrás de los 6,75 metros, es uno de esos cuatros abiertos que Katsikaris apenas ha usado desde que está en Bilbao, salvo que se llame Mumbrú.
El papel del bosnio no será preponderante en la rotación, pero sí puede ayudar a que otras cosas funcionen mejor, simplemente por cambiar los hábitos. Damir Krupalija añade una amenaza exterior que el Bizkaia BB está necesitando como el comer para que los rivales no colapsen la zona y se generen más espacios. Así, Mumbrú lo tendrá más fácil para postear, Jackson encontrará pasillos hacia el aro y Fischer no tendrá que salirse a cinco metros para lanzar y podrá ocupar posiciones de rebote.
La acumulación de partidos no deja tiempo para emprender una revolución táctica. Quizás tampoco sea necesaria. Solo se trata de que el Bizkaia BB recupere el estilo directo y vertical que tantos réditos le ha dado. Con Krupalija, quizás sea posible mejorar la circulación del balón en busca de soluciones más sencillas que hagan mejorar los porcentajes, sobre todo en el tiro exterior.
Ayer, los hombres de negro vieron reducida en nueve puntos su media habitual de puntos anotados y, en cambio, permitieron que el Gran Canaria, el peor ataque de la Liga, sumara quince puntos por encima de su promedio. Desde el inicio del tercer cuarto, el Bizkaia BB nunca vio a su rival a menos de una canasta de distancia. El equipo bilbaino se peleó contra sí mismo y no reaccionó hasta que tuvo el partido perdido. Entonces, jugó su baloncesto más incisivo y eficaz. A buenas horas... dirán sus aficionados. El caso es que la derrotas se acumulan mientras los gestos se tuercen y las miradas se clavan en el suelo.