Un encuentro con la historia
El Pallacanestro Cantú celebra sus 75 años con el regreso a la competición que se llevó dos veces
EL presente une a Bilbao y Cantú todo lo que el pasado los separa. Esta noche se miden en la Euroliga los subcampeones de la Liga ACB y de la Lega que osaron inquietar a los intocables Barcelona y Montepaschi Siena durante unos días del pasado mes de junio. Casi nadie esperaba a vizcainos y lombardos en la máxima competición, pero ambos equipos han visto premiados sus méritos y pasean en ese selecto grupo una manera de entender el baloncesto que abraza el espíritu grupal y la resistencia al límite a la derrota como señas que les condujeron a las finales.
El Bilbao Basket ha tardado once años en llegar a la Euroliga, los que han pasado desde que se fundó. Para el Pallacanestro Cantú esta temporada supone la de su regreso después de 28 años. Los hombres de negro jugarán hoy también contra la historia de su rival, contra un equipo que alcanza sus 75 años de vida con un palmarés al que los bilbainos no van a poder ni acercarse. La pena es que el partido no pueda jugarse en el mítico Pianella, rebautizado como NGC Arena, donde el equipo lombardo construyó su leyenda y su prestigio en el siglo anterior, pero que ha quedado obsoleto para los cánones de la moderna y excluyente Euroliga.
Los buenos aficionados al baloncesto de toda Europa admiran lo que representa el Pallacanestro Cantú, radicado en una ciudad de menos de 40.000 habitantes que llegó a ser el más grande en una época en la que el baloncesto italiano dominaba el continente. El Bilbao Basket tendrá hoy delante a un club que ha ganado dos veces la Copa de Europa y que acumula doce títulos internacionales, lo que le coloca justo por debajo del Real Madrid en la lista de todos los tiempos. Es más, cuando el Cantú consiguió la Copa Korac en 1991, precisamente ante el equipo blanco, se convirtió en el primer equipo que ganaba los tres títulos principales de antes: Copa de Europa, Recopa y Copa Korac.
La historia se construye de gestas y es lo que hizo el Cantú en 1982 y 1983. Y las gestas suelen llevar nombres y apellidos. Para el baloncesto transalpino y europeo, quedaron para siempre Pierluigi Marzorati y Antonello Riva, los responsables de que una pequeña ciudad tocara la gloria dos veces. Solo el cerebro ejecutor y el anotador compulsivo repitieron en el cinco inicial en las dos finales de la Copa de Europa ganadas contra pronóstico al Maccabi Tel Aviv y al Olimpia Milán, el eterno rival lombardo.
para la historia Hubo más como Boris Stankovic, Carlo Recalcati, Fausto Bargna, Denis Inocentin, Renzo Bariviera, Bruce Flowers, Jim Brewer o Pace Mannion, pero Marzorati, que jugó toda su carrera -22 temporadas- en Cantú, y Riva, que lo hizo en 16, quedaron indivisiblemente ligados a la squadra canturina. Lo mismo que Valerio Bianchini y Giancarlo Primo, los entrenadores que dirigieron esos dos éxitos, o Aldo Allievi, dueño y presidente del club entre 1969 y 1995 y benefactor del baloncesto canturino. Otros dos nombres unen la historia del baloncesto de Bilbao y Cantú: Wallace Bryant, que años después de ganar la Copa de Europa jugó en el Cajabilbao, y Antonio Díaz Miguel, que dirigió seis partidos en la temporada 92-93, la que concluyó con el único descenso a la Serie B del Pallacanestro Cantú.
Fue la peor etapa de un club histórico y siempre respetado que dos temporadas después volvió a la máxima categoría italiana y que ha tardado en rondar de nuevo a la gloria. Poco a poco, el Cantú ha reconstruido su pasado para juntarse con los mejores. La Supercopa italiana de 2003 es el último título logrado por una entidad de trayectoria indiscutible. Si es cierto, como sostienen algunos, que los cambios de nombre afectan a la identificación del público con los equipos, valga un dato: el club ha tenido 20 patrocinadores nominales en sus 75 años de historia, desde el inicial Milenka a los míticos Squibb, Ford, Arexons o Clear. A eso se le puede llamar prestigio. El Pallacanestro Cantú, desde su pequeño reducto de Lombardia, se lo ha ganado a pulso.