EL Bizkaia Bilbao Basket trabaja ya con la mirada fija en el jueves, en la visita del Real Madrid de Pablo Laso y Rudy Fernández, en la reedición de la mítica semifinal del pasado curso que puso en órbita a los hombres de negro y al ya archiconocido Efecto Miribilla, pero una parte de su mente sigue anclada en el Centro de Tecnificación de Alicante. Y dolida. Muy dolida. El cuerpo técnico y la plantilla del conjunto vizcaino son conscientes de que regalos como el del domingo son impropios de un grupo humano en el que la experiencia es uno de sus rasgos diferenciales. Perder siempre entra dentro de lo posible, pero regalar partidos que están prácticamente finiquitados es difícil de asimilar, ya que a la larga son esos los guarismos que se echan de menos en la columna de las victorias. Por ello, las caras largas en el vestuario bilbaino dieron rápidamente paso al propósito de enmienda. "Esto no puede volver a pasar", fue el discurso unitario que entonaron enrabietados Fotis Katsikaris y sus pupilos, conscientes de que el que perdona siempre acaba pagándolo, más aún en una competición como la Liga Endesa, en la que los equipos modestos pelean a hierro y fuego todos los partidos que disputan al amparo de su afición, sabedores de que es su más fiable tabla de salvación.

Ganar en esos feudos nunca es fácil, pero sí necesario a la hora de cuadrar el balance de resultados, de dispararse en la clasificación o de compensar los resbalones que puedan acontecer en terreno propio. De hecho, esta fue una de las claves de la notable singladura del Bizkaia BB en la última temporada regular, su brillante desempeño a la hora de visitar a los conjuntos más modestos. Teniendo en cuenta las visitas a los equipos que no consiguieron clasificarse para las eliminatorias por el título, el equipo de Katsikaris salió victorioso en ocho compromisos y sólo hincó la rodilla en dos ocasiones, en los feudos de Blancos de Rueda Valladolid y Lagun Aro GBC. Ocurrió en la cuarta y la séptima jornada, respectivamente, cuando ambos equipos atravesaban por sus momentos más dulces de forma y el cuadro bilbaino marchaba todavía a medio gas, con varios lesionados, entre ellos Axel Hervelle, retornando a la disciplina del grupo. A partir de ahí, Granada, Zaragoza, Menorca, Badalona, Alicante, Sevilla y Madrid -ante Estudiantes- vieron ganar a los hombres de negro, algo que Manresa ya había experimentado en la jornada inaugural.

Es por ello por lo que la derrota sufrida el domingo en Alicante no deja de tener su importancia, tanto por el fondo como por las formas, y no hace más que desnudar las carencias actuales de un grupo humano que todavía tiene margen de mejora pues necesita de su mejor condición física para rendir al tope de sus posibilidades, listón que todavía está lejos de alcanzar por culpa de los problemas físicos de numerosos jugadores.

Ausente Axel Hervelle, el hombre que proporciona la plenitud de intensidad y ardor guerrero al entramado bilbaino, con su sustituto temporal Oliver Stevic habiendo acumulado únicamente dos jornadas de entrenamientos después de que Mihalis Kakiouzis tuviera que apartarse también de la primera línea de fuego, con Raúl López y Dimitrios Mavroeidis todavía en proceso de recuperación de sus respectivas dolencias y con Kostas Vasileiadis lesionado en su tobillo en el último minuto del choque ante los de Txus Vidorreta, el Bizkaia BB necesita tiempo y entrenamientos para alcanzar su velocidad de crucero, pero el calendario, siempre farragoso en octubre en la toma de contacto con la competición -más aún este curso con el debut en Euroliga-, no espera a nadie, por lo que no dejar escurrir entre los dedos partidos como los de Alicante es vital para subsistir en épocas más trabadas y para que las dudas no enturbien una temporada que está llamada a ser histórica. La visita del Real Madrid será una buena oportunidad para que el Bizkaia BB demuestre que ha aprendido de su error.