Han pasado 37 años desde la última vez que el Athletic se convirtió en campeón de Copa. Corría entonces el 5 de mayo de 1984 y los rojiblancos, imponentes, superaban con un gol de Endika Guarrotxena al Barcelona de Diego Maradona, que mordió el polvo sin la capacidad de asimilar la derrota ante un equipo que se había proclamado campeón de liga seis días antes y que confirmó su potencial en el Santiago Bernabéu. En el banquillo, al frente de un grupo de futbolistas para la eternidad, Javier Clemente, quien espera ceder el testigo a Marcelino García Toral en una nueva final copera que desgrana con DEIA.Ha habido que esperar un año, pero ya está activada la cuenta atrás para la final de Copa entre el Athletic y la Real. Cita histórica para el fútbol vasco.

—Sí, va a ser un día muy emocionante, aunque lo malo es que siendo una final durante tantos años esperada y deseada, finalmente va a tener que ser sin público en las gradas. La pena es esa, porque los dos clubes intentaron que pudieran ir las dos aficiones al campo y la aplazaron pensando que se iba a solucionar todo y, al final, nada. De haber sabido que va a tener que jugarse sin público, la habríamos jugado el año pasado.

La falta de aficionados puede ser un factor condicionante en el desarrollo de la propia final.

—Lo que está claro es que esta final con los seguidores del Athletic y de la Real hubiera sido un espectáculo. Ver el fútbol a puerta cerrada es descafeinado y tiene una expectación y una emoción menor, porque si el fútbol es grande es porque el público lo hace grande. Si la situación actual durara diez años, este deporte no tendría la importancia que tiene en estos momentos.

¿Qué hubiera sido aquella inolvidable final de Copa de 1984 contra el Barcelona sin público en el Santiago Bernabéu?

—Una cosa mucho más fea, con menos identidad y, fundamentalmente, con mucho menos sentimiento, precisamente lo que es el Athletic, que si es grande no es solo por los jugadores que hemos tenido, sino por la afición que tenemos. El equipo no va a poder sentirla en el campo, que es lo que da vida.

En el sentido contrario, ¿la ausencia de aficionados en las gradas puede mitigar el peso de la responsabilidad en los futbolistas?

—Jugando o entrenando yo siempre he intentado ganar y el público ha sido un estímulo. Nunca un factor negativo. He vivido muchos partidos y siempre me he sentido arropado por nuestra afición, que es fantástica, y además la he necesitado. En ese sentido creo que el Athletic necesita mucho de su gente para alcanzar un mayor nivel y el público, además de apoyo, es exigencia, por lo que pienso que los futbolistas rinden más con público que sin él.

¿Considera entonces que puede afectar más al Athletic la falta de aficionados o a los dos equipos por igual?

—No, a los dos por igual, porque la afición de la Real Sociedad, con su grada de animación, ha mejorado mucho en cuanto a presión ambiental. Antes el público de Anoeta sí era más frío, pero con la gente joven que han puesto ha mejorado mucho en el apoyo al equipo, mientras que nosotros teníamos más fuerza ambiental antes de la que tenemos ahora. Antes de salir al campo, por tanto, los jugadores tienen que calentar motores y motivarse entre ellos pensando en lo que significa la afición para afrontar la final como si nuestros seguidores estuvieran ahí. Hay que hacer de tripas corazón para ello y nunca jugar relajados, porque es una final y un derbi, que siempre es muy importante de por sí, por lo que los futbolistas deben tener una doble presión por ser derbi y final de Copa. Hay un título a noventa minutos y tiene que haber una tensión y un entusiasmo especial, porque nuestra juventud, al igual que la de la Real, tiene que ver lo que es ganar un título.

El Athletic viene de ganar la Supercopa, pero no es lo mismo que una Copa quiere decir.

—No tiene nada que ver. La Supercopa la van a acabar jugando cinco contra cinco u ocho equipos siendo un tema para ganar dinero, cuando lo importante es jugarla porque has ganado un título previamente siendo campeón de liga o Copa, como se hacía antes.

Hablando de títulos, tanto Athletic como Real saben lo que es ganar uno venciendo al otro.

—Sí, porque nosotros ganamos la liga de la temporada 1983-84 venciéndoles en San Mamés y la Real hizo lo mismo tras ganarnos a nosotros en la temporada anterior. El hecho de que la Real fuera campeona de liga dos años seguidos (1980-81 y 1981-82) y después nosotros (1982-83 y 1983-84) fue algo muy bonito e importante para Alberto Ormaetxea y para mí, porque él sentía a la Real igual que yo siento al Athletic.

¿Qué hubiera supuesto en los ochenta una final copera entre ambos equipos?

—A mí es lo que me quedó pendiente, porque siento que esta final es lo único que me faltó como entrenador del Athletic. La final de Copa es el partido más bonito del año y esta vez, además, va a ser un derbi, por lo que me habría gustado que de seguir con vida Alberto Ormaetxea, la Real le hubiera invitado a estar en el banquillo con Imanol en esta final y que el Athletic me invitara a mí para estar con Marcelino y haber colaborado y disfrutado con el público en el estadio. Habría sido el colofón para mí.

¿Cómo se le dieron los derbis en general?

—Bien, perdí pocos estando en la Real y en el Athletic. Alguno perdí, pero se me dieron bastante bien. Quizás estaba tan metido en ellos durante la semana que los jugadores que tenía sabían jugar los derbis, que para mí siempre eran los partidos más bonitos de la temporada. En los últimos años, sin embargo, están perdiendo emotividad y creo que no hay la misma conexión que antes.

Esta final quizás sirva para recuperar todo eso. La de 1984 no fue contra la Real, pero se la ganó al Barcelona de Maradona. ¿Qué significó para usted?

—¿Sabes lo que pasa? Que a aquella final le quitó mucho poder que seis días antes habíamos ganado la liga, que es mucho más importante que ganar la Copa, que es cierto que es el partido más bonito del año, pero en este torneo intervienen muchos factores. Incluido el azar, lo cual no tiene cabida en el título de liga al ganarla el mejor equipo de España al cabo del año. La final de Copa, dicho esto, tiene una cosa muy mala, que es perderla. Deja mucha tristeza en la gente, pero es ley de vida y a Real o Athletic les va a tocar.

Precisamente por ser un derbi, la decepción será aún mayor en el bando perdedor.

—Sí, desagradable. Yo soy un hincha del Athletic que no deseo ningún mal a la Real y que no me pongo contento con sus derrotas. He estado en los dos clubes y tengo cierto aprecio a la Real como equipo vasco que es. Mucho más siendo ahora el seleccionador de Euskadi.

El ganador, por su parte, no podrá celebrarlo como es debido. ¿Cómo recuerda aquel paseo en la gabarra?

—Eso es irrepetible y no sé si el Athletic podrá volver a hacer un equipo campeón algún día, refiriéndome con ello a pelear por los títulos de manera regular estando en la cabecera de la liga y no solo que un año cuadre, nos toquen tres eliminatorias y podamos ganar una Copa. Creo que nos estamos alejando mucho de conseguirlo, porque se han cambiado mucho los planes de trabajo y la filosofía del club, que es un tema de metodología, conceptos, convivencia y de vivencia, en definitiva.

Haciendo hincapié en el potencial, resulta recurrente la comparación de plantillas. ¿Considera superiores a las actuales las que presentaban Athletic y Real en la década de los ochenta o es imposible establecer una comparación?

—No creo que las plantillas de ahora tengan nada que ver con aquellas. Para mí son incomparables. La que tuvo la Real en los dos años que ganó la liga era colosal e hizo un fútbol colosal, mientras que la que tuvo el Athletic dos años después fue extraordinaria también. El que quiera compararlas, que las compare, yo no tengo que comparar nada, pero sí creo que estos jugadores de ahora podrían haber hecho muchas más cosas y que podrían tener un mayor nivel, el cual hay que sacarlo de dentro y para eso hay que trabajarlo desde la base.

Más allá de las plantillas, lo cierto es que el estilo de juego de ambos equipos es muy distinto a día de hoy.

—Si el Athletic quiere ser campeón no tiene que parecerse en nada a la Real. Ellos tienen su estilo, sus ideas y nosotros tenemos que tener las nuestras. En estos momentos las ideas de unos y otros coinciden en muchas cosas y en otras no, pero son los que dirigen a ambos clubes los que deben decidir qué camino elegir.

¿Ve un favorito en la final?

—No, para mí nunca hay favoritos en una final de Copa y mucho menos siendo un derbi. Puede ir uno el primero en liga y el otro último y no ser favorito el líder, porque es un partido distinto y especial. Para los guipuzcoanos será favorita la Real y para los vizcainos, el Athletic.

Se dice que para ganar finales primero hay que perderlas y el Athletic ya ha pagado ese peaje en anteriores finales de Copa. ¿Comparte esa reflexión?

—No, para mí perder finales es algo negativo, porque no aprendes a ganarlas y, por tanto, igual todavía no sabes cómo sacarlas adelante, por lo que jugarlas y perderlas no tiene nada de positivo.

¿Por dónde puede pasar la clave del partido?

—No lo sé. El que tiene que saber qué tiene que hacer el Athletic para ganar a la Real es Marcelino. Tendrá que aplicar toda su sabiduría y sacar el máximo rendimiento a los jugadores. Solo diré una frase de la cual no debo pasar en cuanto a lo que creo que debe hacer el Athletic en esta final y es ser el Athletic campeón, sintiendo los futbolistas el club al que están representando. Que lean la historia, algún libro y que vean también algún vídeo para saber bien lo que han hecho a lo largo de la historia los equipos del Athletic, que han perdido finales, pero tienen que ver también cómo las han perdido.

Ha citado a Marcelino. ¿Cómo valora el trabajo que está realizando desde su llegada?

—Al igual que Imanol ha mejorado mucho a la Real en dos años, Marcelino también ha conseguido obtener un mayor rendimiento del Athletic ganando la Supercopa y llegando a esta final de Copa, así que hay que calificar como bueno su trabajo y felicitar a ambos.

En lo que a usted respecta, tendrá ganas de que le dejen de recordar que es el último entrenador que ha ganado una Copa en el Athletic...

—Pues sí, porque es algo que me molesta mucho 37 años después. En el fondo, me molesta más que al resto, ya que eso significa que hemos dejado de ser campeones después de que durante veinte años se haya tirado por la borda un montón de trabajo y de sentimiento que estaba dando sus frutos. Expresidentes y exdirectivos que han querido hacerlo totalmente diferente sin seguir la línea que heredaron han destrozado aquello en lo que el Athletic era grande, por lo que deseo que el club vuelva a ser campeón, pero no dejo de decir por qué creo que tiene complicado serlo regularmente.

De no ganar esta final, como comentaba antes, el varapalo será importante. ¿Podría hacer mella de cara a la segunda final contra el Barcelona?

—Desconozco cómo podría afectar a los jugadores y a los técnicos. A mí, desde luego, me afectaría mucho perder esta final, aunque al cabo de tres días se me pasaría al tener otra final después y tener que motivarme para sacar al equipo adelante. Lo que tengo claro es que la final más importante siempre es la primera, porque si la pierdes, mal asunto; no vaya a ser que pierdas también la segunda y te quedes sin ninguna.

"Perder una final de Copa deja mucha tristeza en la gente, pero es ley de vida y a Real o Athletic les va a tocar"

"Siendo una final durante tantos años esperada y deseada, lo malo es que finalmente va a ser sin público"

"A mí me afectaría mucho perder esta final, aunque al cabo de tres días se me pasaría al tener otra después"

"Me molesta mucho ser el último entrenador que ganó una Copa 37 años después; más que al resto, en el fondo"

"El Athletic debe ser el Athletic campeón, sintiendo los futbolistas el club al que están representando"