THLETIC, Real Sociedad y Barcelona son los equipos que van a disputar las dos finales de Copa del Rey pendientes este atípico mes de abril de 2021. Tres clubes, representativos de Euskal Herria y de Catalunya, que tienen a gala cuidar sus canteras y nutrirse de ellas en una u otra medida. Son La Masía, Zubieta y Lezama prolíficas, pero de muy diverso signo, como distintos son los modelos formativos y de reclutamiento de jugadores y jugadoras que representan en el fútbol actual.

Un amigo aficionado blaugrana me decía que el Barcelona cuenta con una joven hornada muy competitiva en el corto plazo, a la que unirá los correspondientes fichajes millonarios para completar la tradicional galaxia culé. Y citaba a noveles valores como Ansu Fati, Ilaix Moriba o Konrad, jugadores que, como el propio Messi, fueron en su mayoría captados de clubes y países de todo el mundo a edades tempranas para ser formados en las categorías inferiores del club azulgrana. Una suerte de réplica de la factoría del Ajax de Amsterdam, cuyos tentáculos se abren también a todos los continentes para atraer jugadores a tierra holandesa. Se trata el del Ajax, Barcelona, Milán, United o Dortmund de un modelo extendido entre clubes potentes principalmente europeos, que hacen de sus escuelas de fútbol un filtro de talentos internacionales. Puede cuestionarse el carácter propio e incluso el concepto de cantera, aunque funcione si los ojeadores, y sobre todo los recursos a disposición, acompañan.

Por su parte, ya en el fútbol vasco, tenemos la actual política de la Real Sociedad de San Sebastián. El conjunto donostiarra hasta los años 90 disponía en su plantilla solo de jugadores euskaldunes, principalmente guipuzcoanos, que le llevaron en los 80 a ganar títulos y a superar a escuadras de mayor potencial económico. En un momento determinado, esgrimiendo la marcha de sus figuras y el mantener la competitividad, decidió fichar a futbolistas extranjeros y después de otras partes del Estado, primero en una medida limitada y luego indiscriminadamente. Ello no impidió su paso por la Segunda División y los vaivenes clasificatorios, si bien en los últimos ejercicios ha alcanzado un buen nivel merced a su eficaz dirección, a sus acertados fichajes en el exterior y a la base de la propia cantera. Una cantera la de Zubieta que, por otro lado, ya no se limita a los jugadores de Gipuzkoa, sino que atrae también a futbolistas de otros territorios vascos, formados en caladeros diversos de Euskal Herria, en esto como el vecino bilbaino. Hoy la Real disfruta de un presupuesto, unos ingresos por derechos televisivos y cuotas de socios que se han equiparado con el Athletic. No obstante, lo cierto es que su modelo de conformación de la plantilla es distinto, y su nivel competitivo actual deriva de la suma de valores propios y de refuerzos estatales e internacionales.

Finalmente, nos encontramos con la política deportiva del Athletic, una filosofía única en el fútbol mundial, como bautizara L'Equipe. El club rojiblanco, aún con casos fronterizos, sigue manteniendo su doctrina de nutrirse exclusivamente de futbolistas nacidos o formados en los siete territorios de Euskal Herria. Esta peculiar condición le proporciona una raigambre e identificabilidad para jugadores y afición difícilmente parangonables, con una autolimitación que parece no haber socavado y aún reforzado la competitividad, traducido en mantenerse siempre en la élite e incluso en la consecución actual de éxitos, algo que se antojaba por muchos agoreros una auténtica quimera en el fútbol de hoy.

Según datos relativos al comienzo de esta temporada, el Athletic ocupa el primer lugar en la liga en canteranos con ficha de Primera División (18), siendo la Real Sociedad el segundo (16) y el Barcelona quinto, con 9 fichas. Estamos según estos números ante destacables canteras, las tres, pero también ante filosofías deportivas y competitivas distintas, las de Barcelona, Real Sociedad y Athletic. Yo, que me perdonen mis amigos catalanes y realistas, me quedo con la última.