Síguenos en redes sociales:

Europa: de una ilusión a realidad tangible para el Athletic

Con su buen hacer en el torneo continental, el Athletic habría acumulado motivos para ponerse el límite más allá de los cuartos de final

Europa: de una ilusión a realidad tangible para el AthleticBorja Guerrero

Europa continúa dando alegrías. Ahora se tiende a normalizar el rendimiento del Athletic, queda muy lejos, en el olvido podría decirse, la lógica incertidumbre que generaba el regreso al escaparate continental allá por el mes de septiembre, cuando arrancó la competición. Entonces se trataba de sobrevivir, de intentar amarrar una buena posición en la fase de grupos. Una liguilla novedosa, más exigente de lo habitual, que los de Ernesto Valverde gestionaron con impensable holgura. Hoy, cuando el cuadro que en origen englobaba a 36 equipos ha quedado reducido a solo ocho, afloran razones de peso para realizar proyecciones en clave positiva, optimista. Todo se ve de otra manera con el billete para los cuartos de final en el bolsillo.

Una vez salvado el escollo que suponía la Roma en una ronda a doble partido, el Athletic se siente legitimado para prolongar su idilio con la Europa League. Se ha convertido en “candidato al título”, en palabras pronunciadas por Nico Williams minutos después de haber apeado a la experimentada escuadra de Claudio Ranieri. No se reprimió el héroe de la noche mágica que acogió La Catedral, seguramente contagiado por la euforia del momento. Qué otra reacción cabe esperar de alguien que comparte edad con miles de las almas que se desgañitaron para impulsarle, a él y al resto de sus compañeros.

Objetivamente, los rojiblancos se han hecho acreedores a ostentar una bonita cuota en el reparto de las probabilidades de alzar el trofeo el 21 de mayo. En principio, el emparejamiento con el Rangers, además con la disputa de la vuelta en Bilbao, no debería entrañar mayor dificultad que el recién superado. Puestos a elegir, cualquiera hubiese preferido verse las caras con los escoceses antes que medirse a la Roma. Pero también es verdad que este tipo de reflexiones carecen de fundamento, son meras elucubraciones, cálculos hechos sobre una base inestable, conjeturas arraigadas en el deseo.

A estas alturas sabemos de sobra que el fútbol no entiende de pronósticos, que lo de adjudicar favoritismos está muy bien para promover conversaciones con los amigos o para entretener, llenando espacios en los medios. Para muestra tenemos un botón muy a mano: la decisiva influencia que tuvo en el apretado duelo Athletic-Roma el alucinante error cometido por el futbolista más curtido, con diferencia, de cuantos estaban sobre la hierba. Todo lo que sucedió después, para regocijo de un bando y frustración del otro, solo se explica por la expulsión de Hummels. Esa desmesurada metedura de pata que, como se suele decir en casos así, es parte del juego, transformó por completo el decorado, multiplicó las opciones rojiblancas y sepultó las esperanzas italianas.

Nunca se sabrá cuál hubiese sido el desarrollo del choque en igualdad numérica, cuál el desenlace. Ni falta que hace, cabría añadir. El Athletic estuvo centrado en su labor y agradeció el favor para asegurarse, como mínimo, vivir una experiencia más en su aventura internacional.

Clásico sin brillo

Tampoco tiene sentido especular con el cariz del enfrentamiento con el Rangers, conjunto abocado a un rol secundario por la pujanza del Celtic en una liga de segundo o tercer nivel. Un grupo generoso en el esfuerzo, de estilo muy directo, con ganas de correr a fin de compensar la falta de sutileza de muchos de sus integrantes. Digno representante del fútbol escocés que ha conocido mejores épocas deportivas y menos turbulentas en el ámbito institucional. Huelga añadir que echará el resto frente al Athletic, dado que la Europa League asoma como su única meta en la presente campaña.

Por señalar otra circunstancia interesante, apuntar que la parte del cuadro por la que transita el Athletic se antoja más asequible. Tottenham, Eintracht y Lazio van por el lado opuesto, mientras que en una hipotética semifinal le correspondería medirse al Olympique de Lyon o un Manchester United en plena fase de reconstrucción pese a la sonoridad de los apellidos que reúne en su nómina.

Queda un mes escaso para el cruce con el Rangers, un tiempo para volcarse, empezando por la inminente visita al Sánchez Pizjuán, en la liga. Margen suficiente asimismo para recuperar a piezas valiosas. Bien está que los disponibles en cada instante demuestren su utilidad; de hecho, no existe garantía más sólida para opositar a describir una trayectoria feliz. Que sea posible cumplir las expectativas sin, por ejemplo, Vivian, Yeray o Sancet, considerados eslabones básicos en la pizarra de Valverde, dice mucho de este Athletic.

No obstante, llegados a este punto, cuando el calendario enfila su recta final, se agradecería que el técnico tenga dónde elegir, no ya para completar la alineación, sino para poder dosificar al personal. No se olvide el elevado número de compromisos que acumula la plantilla, la frecuencia de los partidos en diversas fases y el desgaste mental que conlleva competir por metas reservadas a una minoría: la plaza europea, por qué no de Champions, y una Europa League que ha devuelto al Athletic a cotas que, hay que repetirlo, en septiembre apenas eran un sueño.