La fuerza de la costumbre ha logrado que prevalezca la idea de que el derbi es un partido distinto a cualquier otro. Tanto insistir en que ni la clasificación, ni los antecedentes más próximos, ni el momento por el que atraviesa cada uno de los equipos, son aspectos a considerar, como sería el caso cuando se analiza el resto de los compromisos, nos hemos convencido de que, en efecto, un Athletic-Real es siempre un melón por abrir. Se asume que todo es posible en los noventa minutos de rivalidad vecinal, que se trata del escenario perfecto para que la naturaleza imprevisible del fútbol se muestre en su versión más cruda.

Si se descendiese al detalle, examinando una por una cada edición del principal derbi del ámbito vasco, se debería relativizar una visión que tiene poco de científica. Sobre todo, en lo que se refiere a los marcadores registrados hasta bien avanzado el pasado siglo, puesto que no había ni color; mandaba el Athletic. Desde la década de los ochenta hasta hoy, se asiste a un equilibrio de fuerzas sostenido, que no decae; un período con ligeras oscilaciones o alternativas que, por supuesto, recoge períodos favorables a la Real. Bastaría con revisar la presencia europea de los últimos años o la única final de Copa que reunió a ambos. 

Esa dinámica que tiende a la equiparación en términos de potencial sería el factor que ha terminado por conceder valor supremo a los “detalles”. Un recurso excelente que domina el discurso de los profesionales, que les ahorra esfuerzos a la hora de pronunciarse antes de que el balón se ponga a rodar: “El derbi se decidirá por detalles”. También se abusa del “el resultado se ha decidido por detalles”, muletilla que sirve para todo y para todos.

Visto desde esta perspectiva, el azar cobra una trascendencia superior, incalculable, determinante. Pero no todo es azar: están los planes, las tácticas, el repertorio del jugador, la organización del bloque, el esfuerzo, el ingenio, la actitud, el acierto. Y las sensaciones de los protagonistas, aunque estas acaso sean el elemento más voluble, menos fiable, porque parece ser que el derbi puede afectar más que un partido normal o, al menos, de diferente manera al resto.

Para variar, el de esta noche se presenta incierto. Cómo no. Para el Athletic cuenta la condición de anfitrión, el descanso del grueso de la plantilla durante el parón, la gran disponibilidad de efectivos, la recuperación de algún titular y el hecho cierto de que, haciéndolo mejor o peor, se ha habituado a sacar adelante muchos compromisos o, en su defecto, eludir la derrota, una virtud exclusiva de los conjuntos punteros.

Valverde no dijo ni pío sobre sus intenciones. Pasó de puntillas sobre la opción de Sancet, el socio ideal para agilizar las operaciones, cuya participación se conocerá un rato antes del partido. Pero no se olvidó de mencionar que el referencial Iñaki Williams se halla disponible y de apelar al calor de La Catedral. Consciente de que su tropa agradece especialmente el estímulo ambiental para enchufarse y meterle tralla al juego, lo mismo para presionar que para volcarse en ataque.

Juegue quien juegue de salida, la alineación reunirá a la gente que está cargando con el mayor peso. Ello significa un mínimo de cinco o seis cambios en relación a la empleada en la salida a Valladolid. Entre los regresos previstos: Vivian, Yuri, Galarreta, Guruzeta, el mencionado Iñaki Williams y, por qué no, Sancet. Lo normal, no ya por la entidad del rival y el valor de los puntos, que hace tiempo que el Athletic no suma de tres en tres, sino por ser la primera cita de una serie que puede marcar el rumbo del equipo en la temporada.

Nada descubrió Imanol Alguacil al asegurar que los suyos atraviesan un momento dulce, incomparable al de semanas y meses previos: la Real ha espabilado en liga, ya le sopla en el cogote al Athletic, y alimentado su autoestima con una victoria de prestigio a costa del intratable Barcelona. Tampoco puede obviarse que ha venido actuando con mayor soltura lejos de Anoeta, pero como se ha comentado al principio, este tipo de cuestiones son secundarias en la antesala de un derbi. De un derbi que además se disputa en San Mamés.