¡Lo que hubiera dado por abrazar a su marido el sábado tras el penalty decisivo y presenciar con él el paso de la gabarra! A la balmasedana Loli Bringas, de 85 años, y su familia les llegó directo al corazón el homenaje a la altura de San Mamés, cuando la embarcación se detuvo para que los jugadores arrojaran pétalos a la ría en memoria de los athleticzales que ya no están. Fallecido en 2002, Goio Tueros fue testigo de otra final para la historia: la que los rojiblancos ganaron el 29 de junio de 1958 derrotando por 2-0 a un Real Madrid plagado de galácticos capitaneados por Alfredo Di Stefano. La de los once aldeanos. Lució en aquel partido la txapela que le había confeccionado su entonces novia en Boinas La Encartada. Una Loli sobrepasada por la emoción entregó una réplica a Iker Muniain durante la recepción en la Diputación, conectando a dos equipos que han marcado época.
“Estuvo cariñosísimo. Me abrazó y le dije que el Athletic nos regala momentos maravillosos siempre y me respondió que también los hay malos, pero ¡qué va! Lo que llevamos vivido lo supera todo”, admitió desde su casa el día después de la inigualable celebración que ha traspasado fronteras mientras ella y los suyos procesan el carrusel de sentimientos. La fotografía del capitán ataviado con la txapela queda ya para la posteridad.
Loli resistió los nervios de la agónica final, que contempló “entera”. Hace unos días contactaron con ella para invitarla al acto de recibimiento a los campeones en el palacio foral junto con trabajadoras de La Encartada. Después “nos avisaron de que mi madre jugaría un papel especial”, añadió su hija, Nerea Tueros. El jueves por la tarde ambas se conectaron al inicio de la transmisión televisiva en Balmaseda y siguieron el tramo final de la navegación desde la sede de la Diputación, donde se sintieron “totalmente arropadas por la diputada general y el resto de personas, ninguna conocíamos el edificio y nos lo enseñaron”.
La expectación se acrecentaba a medida que se iban transmitiendo noticias del avance de los jugadores, en un autobús por una Gran Vía a reventar. Loli prefirió no preparar con antelación sus palabras a Iker Muniain, sino dejarse guiar por las sensaciones. “Me emocioné porque ya soy mayor”, confesó, pensando también en “una hermana mía que ha fallecido”. Las fotografías de José Ángel Iribar el jueves y representantes insitucionales con más reproducciones de la txapela en los prolegómenos de la final en Sevilla despertaron más recuerdos entrañables.
Al igual que antes “mi abuelo, mi padre y mi tío” Loli Bringas entró a trabajar en la fábrica Boinas La Encartada, activa en el barrio balmasedano de El Peñueco entre 1892 y 1992 y museo desde 2007.