Los familiares de los futbolistas del Athletic aguardaban en el hall del hotel de concentración del equipo en Sevilla en la mañana de ayer. Caras de sueño, niños y niñas revoloteando por cualquier esquina y alegría, mucha alegría. Los jugadores, los héroes de La Cartuja, se despidieron de sus seres queridos y se subieron al autobús camino del aeropuerto hispalense. De ahí, en avión hasta Bilbao y a casa. A descansar. O a seguir la fiesta. Qué importa.

Ernesto Valverde, aclamado, fue el primero en subirse al autobús y tras él, sus compañeros en el cuerpo técnico. Después, los jugadores. Uno a uno, sin prisa. Se hicieron fotos, atendieron a los pocos seguidores que se acercaron a despedirles e iniciaron el feliz camino a casa. Valverde y su tropa. Los pilares de un Athletic campeón.

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Los jugadores del Athetic se despiden de Sevilla Pankra Nieto

El técnico regresó en el verano de 2022 a su casa, de la que se ha ganado el derecho a tener las llaves casi en propiedad. Aceptó la propuesta lanzada por Jon Uriarte, también de Ricardo Barkala, y como quiera que el primero ganó las elecciones, sobre sus hombros cayó la responsabilidad de iniciar un nuevo proyecto en el Athletic. Un proyecto campeón. De su mano, el conjunto rojiblanco acabó con una sequía de 31 años sin conquistar un título. En 2015 ganó la Supercopa, nada y nada menos que ante el Barcelona de Messi, Neymar y Luis Suárez, y en este 2024, después de 40 años, ha devuelto la gabarra a la ría. Él, Valverde, quién si no.

Txingurri ha construido un equipo sólido, pero valiente. En la portería, el paso al frente dado por Unai Simón en los dos últimos años es notable. Pasa por ser el mejor portero de la liga y uno de los mejores de Europa. Pero la Copa ha sido la competición de Julen Agirrezabala, que crece a pasos agigantados a la sombra del murgiarra. Salvador en las rondas previas, se le vio nervioso en algunos momentos de la final, pero terminó siendo el héroe de la noche, con dos buenas intervenciones a disparos de Larin y Muriqi y parándole el penalti a Antonio Sánchez.

Paredes y Vivian

Pero si se habla de crecimiento individual, de una evolución notable en el juego, el nombre propio es el de Aitor Paredes. En una temporada sin Iñigo Martínez y con Yeray Álvarez golpeado una y otra vez por las lesiones, el de Arrigorriaga está respondiendo con creces a la confianza que en él ha depositado Valverde. En la final volvió a demostrar que lo suyo no es solo cosa de un día. Se las tuvo con Muriqi, con quien dejó un bonito duelo. En su primera temporada como titular, Paredes ha crecido de la mano de un Dani Vivian que ha dejado atrás las dudas del curso pasado y a base de regularidad se ha ganado un hueco hasta en la selección española.

Óscar de Marcos, Yuri Berchiche e Iñigo Lekue están cubriendo con nota los dos laterales. El futuro del primero sigue siendo una incógnita, pero se dio el gustazo de levantar junto al capitán, Iker Muniain, el trofeo de la Copa. Con alguna irregularidad puntual, pero la temporada de todos ellos está siendo de nota.

Y qué decir de Beñat Prados en el centro del campo. El navarro es una de las más gratas sorpresas del presente curso. Su irrupción ha sido tal que hasta sus compañeros se han sorprendido. Es indiscutible para Valverde gracias a sus enormes condiciones físicas y una enorme inteligencia táctica. Se entiende a las mil maravillas con Iñigo Ruiz de Galarreta, al que la vida le ha brindado una oportunidad de oro en su merecidísimo regreso a casa. Mikel Vesga, goleador en la tanda de penaltis, también ha tenido momentos muy buenos en una temporada en la que poco a poco va recuperando su mejor versión tras dejar atrás las lesiones. Jugó un papel determinante en la mejora del equipo a la vuelta de vestuarios en la final.

Los hermanos Williams

A través de los hijos de María se explican muchas de las cosas buenas de este Athletic. Son dos puñales por banda, de características muy distintas, pero igual de letales para las defensas rivales. Iñaki y Nico; Nico e Iñaki. Aunque le ha costado, Valverde ha apostado finalmente por ubicar al mayor en banda, donde mejor explota sus virtudes. Ha costado y no ha sido un camino sencillo, pero el tiempo está dando la razón a quienes veían en Iñaki a un extremo de talla mundial.

De su hermano, qué decir. Ojalá decida estar muchos años en el Athletic, que debe construir sobre sus enormes capacidades, y sobre las de Oihan Sancet, un futuro que se presume ilusionante. Pese a suscitar algunas dudas en determinados momentos, quizá por no poder jugar con espacios, o porque el pubis o alguna molestia similar se lo ha impedido, Sancet volvió a asomar en una cita grande. Fue determinante en cuartos y en semifinales y en la gran final anotó el gol del empate tras recibir una gran asistencia de Nico Williams. El Athletic del presente y de futuro.

Y entre medias, cómo no, Gorka Guruzeta, un delantero atípico que a ratos parece un base de baloncesto y en otros es capaz de emular al mismísimo Aritz Aduriz con un oportunismo en el área rival propio de los delanteros de área.

El donostiarra es la punta del iceberg de un Athletic para la historia. Construido en torno a muchas y muy buenas individualidades, sí, pero en el que el grupo lo es todo. Porque este Athletic no se entendería sin un capitán ejemplar como Iker Muniain, que ha aceptado su nuevo rol sin rechistar y que está demostrando por qué es merecedor de lucir el brazalete. Mención especial también para Dani García, siempre preparado; o el veterano Raúl García, en su último baile en las filas bilbainas. Asier Villalibre y sus goles en Copa y las ganas de demostrar, el inconformismo, de Alex Berenguer, el goleador del último penalti en Sevilla. Del penalti de la gloria. Entre todos forman los pilares de un Athletic campeón.