No se le recuerda una palabra más alta que la otra. La mesura y la sensatez describen a la perfección en su forma de ser. Habitualmente comedido, rara es la ocasión en la que Ernesto Valverde alza la voz y deja algún titular en sus comparecencias ante la prensa, que en lo que va de temporada se cuentan por más de medio centenar. Si se moja en exceso, lo más probable es que quiera lanzar un mensaje en señal de protesta. Se diría que no da puntadas sin hilo, pues mide a la perfección sus palabras. También en el vestuario y dentro el club, donde es el faro en el apartado deportivo. 

“Valverde es nuestro líder”, ha repetido sobre él en varias ocasiones Mikel González, el director de fútbol de la entidad de Ibaigane. En definitiva, Txingurri es el arquitecto de un Athletic que aspira a cotas altas en la presente campaña. Un equipo al que ha sabido modelar tras una irregular campaña, la pasada, y que tiene el acelerador pisado a fondo en su objetivo por regresar a Europa tras seis cursos en blanco y, por qué no, reeditar el título de Copa 40 largos años después. Queda mucho camino aún por recorrer, pues apenas se ha superado el ecuador de la liga y en el torneo del K.O. en el horizonte cercano asoman las semifinales, pero quién dijo miedo.

Valverde está dando con la tecla. Una vez más, cabría puntualizar, pues rara es la temporada en la que no ha obtenido jugosos resultados dirigiendo al Athletic, cuestión extensible también a su trayectoria en los banquillos lejos de Bilbao, donde los fiascos se cuentan con los dedos de una mano y sobran. Solo el curso pasado no obtuvo el premio de clasificar al conjunto rojiblanco para competición europea, logro que sí consiguió en las dos campañas de su primera etapa (2003-05) y las cuatro de la segunda (2013-17). En la presente, con el equipo quinto clasificado en liga y una renta de nueve puntos sobre el séptimo, no parece que vaya a quedarse sin recompensa.

En un mes de enero cargado de compromisos, en el que el Athletic ha compaginado su participación en el torneo de la regularidad y en la Copa, que para durante una semana para dar algo de respiro, el técnico ha tenido que hacer uso de futbolistas que hace solo unos pocos meses no habían debutado en Primera División. Las lesiones de jugadores que se emplean en sus mismas demarcaciones han sido el detonante para que Valverde, al que en otros momentos le ha costado dar confianza a los jóvenes, haya depositado una enorme confianza en ellos.

En este apartado merecen una mención especial Beñat Prados y Unai Gómez. Al primero le costó un buen puñado de partidos comparecer en el centro del campo. Su polivalencia le llevó a jugar de lateral derecho y no fue hasta la décimo sexta jornada, en su primera titularidad en liga, cuando pudo demostrar su valía como centrocampista. Destacó en Granada y desde entonces ha mantenido una línea ascendente con actuaciones excelentes, como frente al Atlético de Madrid o el miércoles ante el Barcelona.

El bermeotarra, por su parte, fue la gran sorpresa en el once que arrancó el curso frente al Real Madrid. Ocupó la media punta y dejó buenas sensaciones en una jornada para olvidar a nivel colectivo. Después le costó volver a entrar en los planes del equipo, pero ha demostrado estar más que capacitado para aportar minutos de calidad, como ha demostrado recientemente. Su actitud y la entrega con la que disputa cada balón, al margen de su calidad técnica, hacen de él un futbolista a tener en cuenta.

Cuatro en ocho temporadas

La aportación de ambos en los cuartos de final de Copa explica en buena medida la clasificación del Athletic para las semifinales, que serán las cuartas que dirigirá Ernesto Valverde como técnico rojiblanco. Una nueva gesta que agregar a su currículo, pues en la mitad de las temporadas en las que ha entrenado al equipo bilbaino le ha llevado hasta las semifinales del torneo del K.O. En la otra mitad, la Gimnástica de Torrelavega (a partido único y en primer ronda), Barcelona, en dos ocasiones (octavos y cuartos) y Atlético de Madrid (cuartos), fueron sus verdugos.

Ahora, intentará repetir lo acontecido en el curso 2014-15, en el que eliminó en semifinales al Espanyol para acceder a su única final de Copa con el Athletic, en la que cayó ante el Barcelona. En sus otras dos tentativas, la temporada pasada ante Osasuna y en la campaña 2004-05 frente al Betis, se quedó con la miel en los labios.

¿Renovación?

Ahora, una de las cosas pendientes y que deberá abordar la Junta Directiva, si es que no está ya sobre la mesa del despacho de Jon Uriarte, es la de la renovación del técnico. Este se comprometió en los últimos días de la campaña electora por una única temporada y el 17 de febrero del año pasado amplió su vínculo hasta el 30 de junio de 2024. Su renovación llegó pocos días antes de la ida de las semifinales de Copa. Ahora, en una situación idéntica, habrá que ver cuál es el proceder. Valverde, el arquitecto.