Aitor Elizegi (Santutxu, 1966), cocinero y empresario, alcanzó el 27 de diciembre de 2018 la presidencia del Athletic, cargo en el que se mantuvo durante tres años y medio con una pandemia incluida y la sensación de haber subido “un 8.000 en invierno y sin oxígeno”. Con el club rojiblanco “en la cabeza y en el corazón”, deja la puerta abierta a lo que pueda depararle el futuro, si bien remarca entre otras muchas cosas que para ocupar el sillón presidencial de Ibaigane “física y mentalmente tienes que estar al 200%”.

27 de diciembre de 2018. Aquel día le cambió la vida. ¿Cómo lo recuerda?

—En realidad, siempre habíamos tenido el Athletic en nuestra cabeza y en el corazón. Ya desde la candidatura de Juan Carlos Ercoreca tienes el interés por estar en lo que ocurre en el día a día del club, sobre todo, si tienes una idea que merece la pena. Una vez eres parte de esa dinámica saltas del plano deportivo, el día a día de un aficionado, para empezar a hacerte preguntas sobre el área social, económica y estructural. Intentas tener una visión global de la pasión de tu vida.

Apostó por una campaña electoral dura, de cuerpo a cuerpo con Uribe-Echevarría. ¿Cambiaría algo de aquella carrera hacia Ibaigane?

—No, no tengo esa percepción. Es cierto que durante la campaña lo que en realidad subyace es poner en duda la capacidad que tiene un cocinero de Santutxu de dirigir un club y nuestro mensaje era que un socio de a pie y que sale de Este Baja sí puede dirigir esta entidad. Teníamos un proyecto para el Athletic y lo que poca gente pensaba era que lo podíamos conseguir. Mi principal objetivo era trabajar al cien por cien por el club, trasladar una visión y cumplir parte de ella, lo cual creo que conseguí, y después ser uno más, que también es clave para la salud del club.

Venció en las urnas por 85 votos, la menor diferencia en unas elecciones a la presidencia del Athletic. Tensión y adrenalina desde la casilla de salida.

—Sí, pero somos parte de una evolución dentro del club. Lo hablo ahora con una perspectiva. Era un cocinero de Santutxu presidente del Athletic y pienso que tiene que ocurrir. Debe haber carpinteros y fontaneros presidentes del Athletic, pero también es cierto que no es fácil y es una evolución social. Tenía claro cuando llegué muchas de las cosas que quería que ocurrieran en el Athletic, muchas de ellas por cierto ocurrieron, pero también tenía clarísimo cómo quería que fuese el final, porque quería volver a ser un aficionado más y dedicarme a mis negocios. He cambiado bastante poco, además. El recuerdo que tengo ahora de la legislatura y de su impacto en estos 125 años del club es que es trascendente, una línea a seguir y una manera de hacer. Se pueden conseguir más cosas e ir más lejos, pero jugamos cuatro finales, se hizo al Athletic campeón, se recuperó deportivamente una senda de competitividad y, a la vez, pusimos sobre la mesa y desarrollamos los debates sobre la reforma estatutaria y la grada de animación.

Las turbulencias, pandemia incluida, le acompañaron en el camino.

—Los tres grandes retos eran muy complejos y muy difíciles al ir en un programa electoral con la intención de regenerar una plantilla que estaba rozando el descenso y con muchas necesidades, afrontar la creación de una grada popular y reformar los estatutos del club. Recuerdo a mi amigo Alex (Txikon) y es como ir al Annapurna en invierno y sin oxígeno. Esa es la sensación que experimentamos. Además, en el campamento 3, cuando estábamos a 7.000 metros, a uno se le ocurrió quitar el grifo del oxígeno y metió una pandemia en el medio, por lo que los últimos 1.000 metros los hicimos ya hasta sin ropa.

¿Mereció la pena todo por ser presidente del Athletic?

—Lo más importante es que ahora también va a merecer la pena. Cuando un chaval va vestido de rojiblanco sin saber bien quién eres y te dice ‘Aupa, presi. Eskerrik asko’, sabe al menos que estuviste ahí haciendo ese 8.000 sin oxígeno, que no es que lo subiera más rápido que nadie y que solo ha hecho uno, pero que lo intentó con toda su alma. Es lo que creo que ha quedado de aquella legislatura, de la que creo que Lezama y San Mamés, que son dos herramientas claves en la entidad, salieron también fortalecidas, porque están más fuertes que nunca.

No es ningún secreto que durante sus tres años y medio de mandato tuvo defensores, pero también voces en contra de su gestión. ¿Se fue justo o injusto con usted?

—Somos parte de los próximos 125 años de la entidad, ojalá, y se está siendo justo, porque el tiempo pone las cosas en su sitio. Si algo he encontrado en el camino es el respeto y la admiración a los presidentes que nos han traído hasta aquí. Nuestro impacto en el Athletic, una entidad de esta trascendencia, creo de verdad que estuvo a la altura y ha sido importantísimo. Cuando compartimos la reflexión de para qué volver, pienso si seríamos capaces de subir de nuevo un 8.000 sin oxígeno en invierno, porque cuando has subido uno ya solo merece la pena subir otro 8.000. Tengo una libreta donde voy apuntando ideas para 2030 y 2040 de esa visión que creo que el Athletic tiene que seguir, pero son igual de trascendentes que las que tenía en 2018.

Deja, por tanto, la puerta abierta a presentarse a unas nuevas elecciones.

—Cada vez que viajo, que es una forma de crear al estar en movimiento, se me ocurre una receta o una idea para el Athletic. No puedo evitarlo, porque me gustaría que el Athletic fuera capaz de implantar su forma de hacer en otros continentes, que apostara por un Plan Dena como el que conocimos, que la fundación presida el Athletic o el Athletic fuera una fundación, veo una ampliación de la grada al no parecerme suficiente zona de abono, cortaría el anillo norte de San Mamés y convertiría Ibaigane en un proyecto dedicado al conocimiento y a levantar acta de lo que es el deporte con valores, responsable y sostenible. Voy ya por la segunda libreta.

¿Le gustaría volver a presidir el Athletic?

—No creo que me gustara volver a sentir esa falta de oxígeno. No sé qué se siente siendo un presidente sin problemas, no tengo ni idea. Elegimos dirigir el club desde una perspectiva con grandes retos en la mesa y lo bueno es que el Athletic es una familia llena de sentimientos, lo que te obliga a ser parte de esos sentimientos siendo imposible pasar de puntillas. Es una responsabilidad enorme y como sabes lo que se siente, tienes que estar a la altura y creo, además, que física y mentalmente tienes que estar al 200%. Como no sé si voy a tener la energía de 2018, no lo sé, pero una receta y una idea para el Athletic a la semana es obligada.

Volviendo al pasado, en el plano deportivo apostó por Marcelino previa destitución de Garitano solo dos horas después de una victoria ante el Elche en San Mamés. ¿Fue correcto hacerlo así?

—Hay que defender al equipo en el terreno de juego, mirar por el interés general del club y competir contra un rival. Mientras, habías tomado la decisión de que había que buscar un relevo al creer que a nivel deportivo se necesitaba un giro. En el fútbol lo más complejo es cuando ves que se necesita un relevo, pero cada vez que tengo la oportunidad doy las gracias tanto a Gaizka como a Marcelino. Compartieron una Supercopa y debieron compartir también un título de Copa. Probablemente, podrían haber ido los dos en la gabarra.

¿Se debió gestionar de otra manera las salidas del club de futbolistas como Mikel San José, Beñat Etxebarria y, sobre todo, Markel Susaeta?

—Se hacen como se tienen que hacer en un momento difícil. Es más fácil explicar un relevo cuando el equipo está en una dinámica positiva que cuando el final de una etapa se produce en un momento complejo del club y triste, con San Mamés cerrado en algunos casos. Markel creo que podía haber seguido con nosotros y haber aportado al Athletic, pero hablando de relevos en casos así estamos refiriéndonos a leyendas del club como acaba de verse en el partido que han jugado en el cierre del 125 aniversario.

¿Tiene una espina clavada por no haber cerrado la renovación de Iñigo Martínez en su mandato? Le quedó la patata caliente a Jon Uriarte, que no consiguió retenerlo en su último año de contrato.

—Creo que es un momento para reflexionar sobre el futuro del club partiendo de algo muy importante y es que creo que quien deja el Athletic sale perdiendo. Le deseo lo mejor a Iñigo, pero creo que quien se equivoca es él. Tenía sobre la mesa una oferta muy sencilla para llegar a las tres temporadas y qué voy a decir yo. Me cortaría una mano por jugar tres años en el Athletic.

¿Qué valoración hace de la gestión realizada en el área económica en medio de una pandemia?

—Teníamos tres objetivos como decía antes y los mezclo con lo económico. Hemos hablado de la importancia de que Lezama continuara produciendo relevos siendo clave en lo deportivo y en lo económico, recuperar La Catedral partiendo desde ese fondo norte y la capacidad de reformar los estatutos del club, que tiene un impacto, sin exagerar, de tres o cuatro millones de euros para los próximos cincuenta años. Bastante más importante, probablemente, que el que haya tenido CVC en otros clubes.

En lo social e institucional, su principal caballo de batalla estuvo en las asambleas de socios compromisarios. ¿Anunció que no se presentaría a la reelección para poder sacar adelante como hizo la reforma de estatutos y la grada de animación?

—No, ahí me planto en lo personal, pido permiso a mi junta directiva y les digo que quiero que el calendario de mis ocho últimos meses fuera cuentas y cuota social, grada, reforma de estatutos y elecciones. Lo pusimos en marcha y lo cumplimos. Hemos hablado de haber subido un 8.000, pues hacer tres asambleas y unas elecciones en apenas siete meses espero que el club lo necesite hacer pocas veces.

¿Le gustaría que se abordase y concretase el tema de la filosofía del Athletic?

—No toca y no corresponde. Está perfectamente planteada, argumentada y articulada siendo uno de nuestros mayores activos valorados y reconocidos en toda Europa. Vamos a disfrutarla y aplaudirla. En el terreno de juego hay cada vez más gente que ha estado en la grada y luego hay una ventaja, que para las próximas tres o cuatro décadas está creada la herramienta que puede debatir en profundidad sobre estas posibles actualizaciones.

Dio el relevo a Jon Uriarte en junio del año pasado. ¿Cómo valora su mandato hasta la fecha?

—Espero que esté disfrutando de todas esas herramientas que hayamos podido poner sobre la mesa. El fútbol te exige 24 horas, pero es imposible que no se te escape una sonrisa viendo el final de cada partido en San Mamés.

¿Le gusta Ernesto Valverde como entrenador?

—Es parte de la historia de la entidad y si el partido de leyendas lo dirigieron el Txopo y Javi, dentro de no sé cuántos años imagino que estará ahí Ernesto. A Gaizka y Marcelino les haría también un huequito.

El club tiene sobre la mesa un buen número de contratos que acaban el próximo junio. ¿Cree que hay que renovar a Iker Muniain?

—Sí, sí. El futbolista más importante del Athletic es su vestuario y este grupo de capitanes con De Marcos, Iñaki Williams y él están tutorando este tránsito. La importancia que tiene esto es más marcada todavía en el Athletic e Iker es una parte importantísima de que este vestuario tenga esta estabilidad y tutoría. Además de lo personal, que probablemente se merece bastante más reconocimiento del que proyecta, a nivel futbolístico también tiene para dar y todavía quedan 25-30 partidos hasta el final de temporada.

¿Cree que el Athletic debe estar en la Superliga?

—Las decisiones del fútbol profesional creo que las tienen que tomar los clubes y en ese órgano de decisión no entiendo que no esté el Athletic. Es un club histórico en Europa que ha demostrado que su manera de hacer merece la pena tener en cuenta. Entendiendo perfectamente que el fútbol profesional necesita un giro, una reflexión y una respuesta desde Europa para progresar ante los nuevos focos, el que haga la lista de los clubes que van a competir en esos nuevos escenarios, desde una perspectiva de competición abierta, no se debería olvidar del Athletic. No somos un dinosaurio, no estamos caducos y contamos con las fortalezas suficientes. Estamos en la pirámide del respeto, desde la formación podemos contar con muchos de los mejores futbolistas vascos formados en nuestro entorno, somos leales compitiendo a nivel profesional y un buen rival con valores, por lo que ¿cómo se puede hacer una Superliga sin el Athletic?