Media plantilla del primer equipo concluye contrato el próximo mes de junio. En concreto, la vinculación con el Athletic de una docena de futbolistas expira coincidiendo con el final de la presente campaña. Una situación extraordinaria, aunque bien podría calificarse como anómala, por el elevado número de afectados y el impacto que sus fichas suponen en el presupuesto del club. Sin entrar al detalle, el monto de lo que en la actualidad perciben estos futbolistas, añadida la parte correspondiente al sueldo de Ernesto Valverde, que también acaba en junio, rondaría el 40% del dinero que anualmente gestiona la entidad.

De los doce jugadores implicados en esta operación colectiva pendiente, únicamente cinco han negociado previamente con la actual directiva. Se trata de los renovados Raúl García, De Marcos y Morcillo, y los fichados Guruzeta, Herrera, además del entrenador. El resto alcanzó acuerdos con los dirigentes que antecedieron en Ibaigane a Jon Uriarte: Vesga, Dani García, Yuri, Berenguer, Muniain, Nico Williams y Nolaskoain.

Cada caso contiene su particularidad, pero en principio ninguno salvo Nico Williams se hallaría en condiciones de aspirar a una mejora sustancial en sus emolumentos. Al contrario, la mayoría aparecen abocados a aceptar ofertas inferiores a lo que hoy ingresan en sus cuentas corrientes, siempre en el supuesto de que el club esté interesado en su continuidad, cuestión que tampoco está clara si se repara en factores como la edad o el rendimiento.

Con o sin Europa

Resulta obvio que, en general, el futuro de los citados depende de los resultados que obtenga el equipo en la campaña vigente. Es decir, el marco de las conversaciones variaría en función de si el Athletic logra una plaza continental o de si un año más, como en los seis anteriores, tal objetivo se frustra. Regresar a Europa se convertiría en una especie de salvoconducto para que determinados hombres siguieran en el equipo. Existiría un motivo real para la prórroga de contratos, dada la conveniencia de disponer de un plantel amplio a fin de afrontar un calendario más exigente. No solo amplio, sino experimentado, con el concurso de gente que acaso sería prescindible si el Athletic solo va a participar en liga y Copa. Huelga mencionar que la entrada en las arcas de unos millones favorecería una postura más abierta o generosa de una directiva que, como la que le precedió, cuadra el balance gracias a la famosa provisión (bastante menguada ya) creada en 2019.

De ahí que los contactos de la directiva con los futbolistas que han de aclarar su porvenir pudieran aplazarse a cuando la temporada esté muy avanzada. No suele ser fácil predecir el puesto en la tabla que ocupará el Athletic debido a su marcada tendencia a fallar en la fase determinante, a falta de una decena de jornadas más o menos. Pero no conviene adelantar acontecimientos, ni descartar que se asiente en la zona noble y emita síntomas fiables de que esta vez se saldrá con la suya. Esto concedería a la directiva cierto margen para planificar el curso venidero, igual que si la posibilidad del premio se esfuma con antelación. Lo más previsible, una alternativa intermedia y que la resolución se produzca en las diez o cinco jornadas últimas.

Casos aparte

En cualquier escenario, la directiva parte con la ventaja de que prácticamente todos los jugadores que acaban contrato están por la labor de alargar su pertenencia al Athletic. En el saco entraría Nico Williams, el único con una proyección que le coloca en el escaparate de un mercado ávido de estrellas emergentes. Aunque ha eludido pronunciarse de modo explícito, ha dejado caer su intención de rubricar un compromiso para vestir de rojiblanco algunos años más, con una cláusula de rescisión que le permitiese acometer un cambio de aires más adelante. A su edad y con los lazos que le unen a la entidad, una postura que se atiene a la lógica.

La directiva está obligada a realizar un esfuerzo extra para que Nico Williams no se vaya, en la línea del que tuvo como protagonista a Oihan Sancet meses atrás. “Esfuerzo” que seguramente deberá asumir el resto de los futbolistas que acaba contrato en el momento de sentarse a hablar de su porvenir.

En este sentido, la figura de Muniain merece párrafo aparte. El capitán quiere colgar las botas en Bilbao, como tantos otros dirá alguien no sin razón, pero su carrera ha enfilado un tramo delicado. Juega menos, ya le ocurrió en la campaña previa; de hecho, carece de una demarcación fija, ha dejado de ser titular y por mucho que Valverde le dé minutos, es evidente que a punto de cumplir 31 años su rol es secundario. Si a esta cuestión de peso se le agrega la ficha que percibe, entre las más altas, muy superior a la media que se estila en el vestuario, el tira y afloja con la directiva se presume complejo.

Ignorando cuáles son las intenciones de Ibaigane, hasta qué punto operará sin preocuparse de la opinión pública, todo apunta a una propuesta de tiempo reducida y una bajada sustancial de dinero. En sintonía con lo aplicado recientemente a veteranos como De Marcos o Raúl García, una pareja que ni por asomo cobraba la cifra del capitán.

Por seguir con los entrados en años, está Herrera, quien asimismo es de los mejor retribuidos, como corresponde a un jugador de ocho millones netos en el PSG. Tras su fracaso el primer año, está sacando la cabeza, pero tampoco es titular y, al igual que Muniain, sus mejores servicios pertenecen al pasado. A Yuri y Dani García, ambos cumplirán 34 años antes de junio y se ubican en escalones económicos inferiores y distintos, cabría aplicarles criterios similares. Asoman como asiduos en la pizarra, siendo fijo el lateral y no el medio centro.

Vesga, Guruzeta o Berenguer parten con muchas papeletas para consensuar más años en el equipo. Con matices en la vertiente económica, puesto que los dos primeros, incluso con el aval de la máxima confianza del técnico, cobran fichas bastante más modestas que el extremo. Por cierto, el ariete podía ser renovado automáticamente un año más atendiendo a una cláusula de su contrato. Quedarían por analizar las inciertas opciones del inédito Nolaskoain y de Morcillo, hoy cedido en el Amorebieta.

El rompecabezas va a exigir criterios deportivos diáfanos, no solo enfocados a lo inmediato sino al medio y largo plazo; así como mano izquierda de una directiva que insiste en vender que sus acuerdos se inspiran en la aplicación de variables por objetivos. Un vistazo a los números de los dos últimos ejercicios dice que el dinero que consume el primer equipo no decrece. Pese a que su impacto porcentual en los presupuestos haya descendido en cuatro puntos: del 71,5 en la 2022-23 al 67,2 en la 2023-24.