El Athletic llegó a El Sadar con cierta necesidad de urgencia pese a que se trataba únicamente de la segunda jornada de liga. La derrota en el estreno frente al Real Madrid, no tanto por el resultado, sino por cómo se dio el mismo, dejó un regusto excesivamente amargo en el entorno y la sensación de que la cita de Iruñea era poco menos que una final. De puertas hacia dentro, en la caseta, eran evidentes las ganas de revancha por lo ocurrido el curso pasado, en el que Osasuna se convirtió en la bestia negra de los rojiblancos, así como el episodio vivido en verano, en el que el Athletic se sintió señalado, con razón, en el amago de sanción a los rojillos por parte de la UEFA. En definitiva, motivos suficientes para que esta vez sí, los bilbainos vencieran a los navarros, algo que no lograron en ninguno de los cuatro partidos de la pasada campaña, lo que les permitió, de paso, ahuyentar los fantasmas. Porque haber encadenado dos derrotas en el inicio del curso habría sido cuando menos preocupante.

En la previa del derbi, el primero de la temporada, Ernesto Valverde habló de la buena dinámica de Osasuna, que arrastraba la inercia triunfal con la que finalizó la pasada. Evitó hablar de la de su equipo, totalmente errática, con una única victoria en los nueve últimos encuentros oficiales, los ocho con los que se cerró la liga 2022-23 y el del estreno del pasado sábado contra el Real Madrid. La buena imagen que ofrecieron los rojillos en su estreno, en el que pasaron por encima del Celta, unido al pobre desempeño de los bilbainos ocho días atrás invitaban a pensar en un partido totalmente opuesto al que se vivió en El Sadar.

El Athletic recordó a ese equipo vistoso, dinámico y valiente previo a la disputa del Mundial de Catar que a la conclusión del mismo asomó a cuentagotas. Tuvo mucho que ver Valverde en ello, seguro. Lejos de conformarse con la pobre imagen de su equipo ante el Real Madrid, decidió mover ficha. Poco le importó que Oihan Sancet o Imanol García de Albéniz, novedades en el once junto a Gorka Guruzeta, lo que supuso un cambio por línea, no estén aún en sus mejores condiciones. Con el joven lateral, además, había dejado alguna duda porque, según el técnico, tiene mucho que mejorar en los duelos defensivos. No lo pareció anoche, pues se encontró bastante cómodo ante todo un veterano como Rubén García. Qué decir de Sancet, diferencial en ocasiones, aunque se le cortocircuitó el cable y se marchó expulsado.

Valverde se mostró valiente, apostando incluso por un Nico Williams que no tuvo su noche ante el Real Madrid, pero que ayer, en dos chispazos, decantó el partido para el Athletic, que obtuvo el premio a su valentía. Enorme en el primer tiempo; sacrificado y superviviente en el segundo, cuando jugó media hora con un hombre menos. De paso, Txingurri pudo por fin, a la octava, ganarle el duelo de los banquillos a Jagoba Arrasate, a quien nunca había vencido.

Claro que no todo fueron buenas noticias en el primer triunfo de la temporada del Athletic, ya que Óscar de Marcos se tuvo que retirar lesionado pasada la primera media hora de juego. Además, se antoja vital el regreso de Yeray Álvarez, pieza fundamental en la zaga rojiblanca que ayer, con Dani Vivian y Aitor Paredes formando como pareja de centrales, volvió a dejar algunas dudas, sobre todo a la hora de sacar el balón jugado desde atrás y en algunas acciones en las que Osasuna les buscó la espalda. Sea como fuera, premio a la valentía para el Athletic, que dejó su puerta a cero.

La cifra:150

Ander Herrera jugó ayer, en el derbi ante Osasuna disputado en El Sadar, su partido número 150 con el Athletic. Es el segundo equipo con el que más encuentros ha jugado tras el Manchester United, club al que llegó en el verano de 2014 después de que el conjunto inglés abonara su cláusula de rescisión.