Este mediodía el Athletic, capital de Arabia Saudita, sede de la Supercopa 2022. Allí acude a defender el título que logró hace doce meses en Sevilla, ubicación alternativa que hubo que improvisar con motivo de las restricciones causadas por el impacto de la pandemia. El programa del torneo se abre mañana miércoles con el duelo Barcelona-Real Madrid (campeón de Copa contra segundo en la liga) y 24 horas después será el turno del Atlético de Madrid-Athletic (campeón de liga contra finalista de Copa). Los vencedores disputarán la final el domingo. En caso de perder su semifinal, la expedición rojiblanca ha previsto su regreso a Bilbao el viernes, para ir preparando el duelo de octavos de final de la Copa que le enfrentará el miércoles siguiente al Barcelona en San Mamés.

Como puede comprobarse, el calendario de enero resulta de lo más entretenido y salta a la vista la trascendencia de los resultados que se produzcan durante este mes. Pueden marcar el signo de la temporada. De hecho, la Supercopa adquirió un gran valor para el Athletic en el ejercicio anterior. Aunque el objetivo prioritario estaba focalizado en la Copa, en las dos finales que el equipo de Marcelino jugó en abril, a la postre la única alegría salió de este cuadrangular al que el Athletic acudió como víctima propiciatoria. Era difícil entonces, por no decir que imposible, prever el desenlace que tuvo el torneo, pero el Athletic cuajó dos buenas actuaciones y triunfó. Para ello tuvo que superar en primer lugar al Real Madrid, logro que firmó con cierta suficiencia. Tres días después, resolvió en la prórroga un encuentro que parecía decantado en favor del Barcelona cuando se agotaban los noventa minutos.

Reeditar el éxito se antoja tan o más complicado aún, pero la verdad es que tampoco hay nada que perder. Es obvio que la Supercopa brinda una excelente oportunidad para engordar el palmarés. Su formato es el más asequible con diferencia. En este sentido no admite comparación con el del campeonato de liga y sus 38 jornadas o con el de la Copa, por mucho que el sistema vigente, a partido único hasta semifinales, propicie que sea más abierta. En realidad, el mayor impedimento que presenta la Supercopa es la consecución de plaza para participar en la misma, pues exige figurar entre los mejores de cada temporada, ya sea en la liga o en la Copa. Una vez sacado el billete, a dos partidos todo es posible.

El Athletic representa la prueba fehaciente de que los títulos están por las nubes, muy caros. Desde 1984 los dos únicos que ha conquistado son de Supercopa, la del año pasado y la de 2015, tras una final a doble partido con el Barcelona de Messi. Más datos: en casi cuatro décadas, el club ha salido subcampeón de liga en una ocasión (1997-98), finalista de Copa en cinco (2008-09, 2011-12, 2014-15, 2019-20 y 2020-21) y también subcampeón de la Europa League (2011-12). Este repaso confirma el goloso aliciente que desde la perspectiva deportiva posee la excursión a Arabia Saudita.

críticas y dinero

Es la segunda oportunidad en que la Federación Española de Fútbol (RFEF) organiza el evento en este reino de Oriente Próximo. Antes no se exportaba, si se exceptúa que en 2018 se trasladó a Tánger (Marruecos), en la modalidad de a partido único, con victoria del Barcelona sobre el Sevilla. La iniciativa que ahora se reactiva provocó contestación desde que se conocieron los planes de la directiva de Luis Rubiales, especialmente en ámbitos ajenos al fútbol que no han dejado de denunciar las limitaciones de los derechos humanos que rigen en Arabia Saudita y que afectan en modo extremo a las mujeres. Tampoco han faltado críticas del tenor de las vertidas ayer mismo en Lezama por Raúl García, disconforme porque se priva a los seguidores de los conjuntos implicados de asistir a los encuentros.

Quejas que a la RFEF le entran por una oreja y le salen por la otra. Los elevados ingresos que este organismo obtiene son su argumento para hacer caso omiso de las voces discrepantes. Recordar que el acuerdo original con las autoridades saudíes era en principio para tres años, pero luego se renegoció y amplió hasta 2029. Las cifras bailan, pero el negocio supone que la RFEF percibe por el contrato que engloba las diez ediciones una cantidad no inferior a los 300 millones de euros, de los que un porcentaje bastante discreto revierte en los equipos participantes. Por cierto, con un criterio arbitrario que ya sembró la discordia años atrás.

Arabia Saudita utiliza el torneo para intentar lavar su deteriorada imagen en los círculos políticos, como hace con otros acontecimientos deportivos. Disponer en su territorio de los mejores equipos de los campeonatos domésticos bajo la tutela de la RFEF, en particular Real Madrid y Barcelona, dado su enorme prestigio internacional y el tirón que tienen entre los aficionados de aquellas latitudes, no pasa de ser una jugosa operación de marketing. La minucia que para los jeques significa disfrutar en casa de la Supercopa, en la caja registradora de los mandamases del fútbol español es recibida como el maná.

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Son los títulos de la Supercopa que acumula el Athletic en sus vitrinas. La primera data de la temporada 1983-84, que el conjunto rojiblanco no tuvo que disputar sobre el campo ya que fue el ganador de liga y Copa de ese curso. El segundo trofeo lo obtuvo en el curso 2014-15, tras ganar a doble partido al Barcelona. El último, el de la pasada edición, lo logró tras eliminar en las semifinales al Madrid y en la final al Barça.