Dani Ruiz Bazán, Dani, lo ha reiterado en infinidad de ocasiones. Está un tanto cansado de ser el último capitán del Athletic que ha levantado la Copa. Sucedió en 1984, en aquella tensa final ante el Barça, y 37 años después el turno le tocaría a Iker Muniain, que sí sabe lo que es alzar el trofeo del campeón, aunque en esta ocasión lo hiciera en la Supercopa y muy reciente, el pasado 17 de enero en La Cartuja.

El Athletic vuelve a jugarse un título en el estadio olímpico de Sevilla y lo hace ante el Real Sociedad. Se trata de la Copa pendiente del año pasado y el de La Txantrea ya tiene una obsesión metida entre ceja y ceja. Quiere convertirse en el sucesor de Dani en un torneo tan simbólico en el historia de la entidad bilbaina. Muniain (Iruñea, 19 de diciembre de 1992), conoce a la perfección la idiosincracia de la Copa. La ha mamado desde cuando tenía poco más de 16 años. Cuando empezó a entrar en la dinámica del primer equipo con cierta regularidad.

Por aquel entonces, Joaquín Caparrós se sentía seducido por la irrupción de un adolescente que hacía las delicias en las categorías inferiores. Incluso se lo llevó a una concentración de una semana en Covaleda en julio de 2008, cuando solo contaba con 15 años de edad. Caparrós no le perdió de vista y reclutó a Muniain para varios entrenamientos con el primer equipo, algunos de ellos en los días previos de la histórica final de Copa de 2009 en Mestalla.

El navarro comenzó a impregnarse del aroma del torneo del K.O. El de Utrera no se llevó finalmente a Muniain a la concentración de La Calderona cuatro días antes de la disputa del duelo ante el Barcelona. Sí se llevó a otros tres cachorros a modo de aprendizaje. Uno de ellos era Adrien Goñi, primo hermano de Muniain. Iago Herrerín, que en junio abandonará la disciplina del Athletic, y Eneko Bóveda, hoy jugador del Deportivo, eran los otros dos. Muniain, en cambio, sí se incorporó a los leones tras la disputa de esa final e incluso llegó a viajar con el primer equipo de nuevo a Mestalla, ya en liga, aunque se quedó en la grada y no entró en la definitiva lista de 18 convocados.

Muniain tiene una evidente querencia por la Copa. Y la Copa le debe una. Fue partícipe de las dos finales en mayo de 2012, Europa League y Copa, en el primer curso de la etapa de Marcelo Bielsa en el banquillo rojiblanco, pero se tuvo que resignar con dos derrotas que dolieron en el entorno athleticzale. Se perdió, además, la final de 2015 en el Camp Nou, también ante el Barça, por lesión, ya que un mes antes se había roto el cruzado de su rodilla izquierda en el duelo ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Por ello tiene marcada en sangre la final de este sábado. Asume que se encuentra ante una gran ocasión de coger el testigo de Dani, opción que emerge también el 17 de abril, de nuevo ante el Barça, el equipo al que más se ha enfrentado en su carrera deportiva. Pero lo primero es lo primero. Jugar un derbi en una final de Copa genera un subidón extra. Y Muniain, el capitán de este Athletic, conoce desde crío cómo se afronta una final en el vestuario.