En una temporada donde las alegrías llegan tan racionadas, traspasar la barrera de los veinte puntos se recibe como una noticia de calado. El Athletic superó este objetivo parcial, aunque con un evidente trasfondo psicológico, gracias a un triunfo sobre un Elche que va muy justo de casi todo. Ganó por la mínima cuando fabricó suficientes acciones de peligro para habérselo tomado con cierta tranquilidad, pero a la producción ofensiva le faltó un grado de finura y ello le costó un susto muy gordo casi al final. De Marcos evitó sobre la línea un empate que hubiese sido muy mentiroso y puso así la guinda a una estupenda actuación personal, que contó con el correcto acompañamiento de hombres de los que se espera bastante más y ayer por fin se enchufaron, como Williams o Muniain, autor del único gol en una tarde pasada por agua.

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Por enésima vez la tensión presidió un duelo en San Mamés. Se notó más en el primer tiempo, donde dio la sensación de que los rojiblancos se contagiaban del ritmo parsimonioso que el argentino Jorge Almirón ha impuesto en el conjunto alicantino. En realidad, se trató de no asumir riesgos en la esperanza de que la propia inercia de un dominio cómodo y de escaso filo condujese hacia un marcador favorable. Fue lo que ocurrió cerca de la media hora, en la cuarta subida del lateral De Marcos, quien sirvió al sitio preciso un centro imposible para el portero y la zaga que se convirtió en un caramelo que Muniain alojó en la red. Había que impedir a toda costa conceder ventaja, para el Athletic verse por detrás implica realizar un sobreesfuerzo infructuoso casi siempre, su repertorio no le suele alcanzar para romper rivales que le retan replegados. De ahí que todo lo que ofreció con balón fuese simple, sin gracia, salvo por las arrancadas de De Marcos.

La batalla táctica tuvo su interés. Mientras el anfitrión apretaba arriba para robar porque el Elche, más que aleccionado, está persuadido de que le conviene avanzar con toquecitos que inicia su portero; el visitante defendía concediendo medio campo a un Athletic que de esta manera se aseguraba al menos no pasar apuros, si bien tampoco hallaba espacios para profundizar. De esta tónica, lo único reseñable aparte del gol fue un remate duro y centrado de Williams, repelido por Badía, tras la clásica dejada de cabeza de Raúl García, la otra novedad en el once. Por los dominios de Simón no se asomó nadie.

Esa ausencia de prisas en los equipos dejó de ser tal tras el descanso. El Elche cambió tres piezas y el dibujo. Algo distinto tenía que intentar, pero su necesidad lo que trajo fue la apertura de espacios y un partido muy diferente. El Athletic no se distrajo, cerró todos los caminos hacia su área, pero aprovechó para explotar a fondo la velocidad de Williams. De Marcos dejó de desdoblarse y el extremo le tomó el testigo, nutrido por un Muniain inspirado, que se desenvolvió con soltura entre líneas. Entre los dos cocinaron varias jugadas que reflejaron la escasa consistencia del rival.

Verdú impidió en última instancia que Raúl García empujase sin oposición a centro de Williams, que seguido probó a chutar y se le marchó cruzado. Luego fue el turno de Sancet, cuyo pase de la muerte no halló destinatario y el propio Williams, tras combinar con Raúl en los metros decisivos, agarró un disparo que se estampó en la escuadra izquierda de Badía. Fue la fase más propicia para liquidar el asunto, pero aún hubo otro rato en que el Athletic asedió al Elche con tres llegadas más, dos a cargo de Yuri, que primero voleó al lateral de la red un centro de Williams y cinco minutos después, tras tirar la pared con Sancet, remató a las nubes con la derecha en inmejorable posición.

El fantasma que planea sobre los equipos que se exceden de generosos hizo acto de presencia a dos de la conclusión. Hasta entonces, el Elche había exhibido su pobreza de recursos para desbordar a una zaga muy aplicada que funcionó bajo la dirección de un Iñigo Martínez en plan mariscal. Fue una falta en campo del Elche que Víctor sacó rápido desde cinco metros más adelante y pilló al personal dormido. Rigoni se coló entre los centrales a la carrera y elevó sobre la salida a destiempo de Simón. El balón se colaba, pero De Marcos apareció para frustrar el intento.

Fue un instante delicado a caballo entre un par de aproximaciones más del Athletic, mal culminadas por Villalibre y Sancet, que se habían incorporado al juego con Dani García, que sustituyó a Vencedor, con tarjeta, para blindar la zona ancha, y Lekue. No se registraron más sobresaltos hasta que el árbitro señaló el camino a las duchas. El Athletic había resuelto un compromiso de esos que no se pueden dejar escapar, venció con absoluto merecimiento, con una propuesta más pragmática que lucida, pero gustándose por momentos. Todo indicaba que se pasaba con éxito una página más en ese álbum de tapas grises salpicado de exámenes finales en que se ha convertido el curso y entonces, hora y media más tarde, cayó la bomba: Garitano fue destituido. En Ibaigane estimaron que lo de ayer no era suficiente o sí, según se mire.

ATHLETIC: Unai Simón; De Marcos, Nuñez, Íñigo Martínez, Yuri; Vencedor (Min. 66, Dani García), Vesga; Williams (Min. 82, Villalibre), Muniain (Min. 82, Lekue), Berenguer (Min. 66, Sancet); y Raúl García.

ELCHE: Edgar Badía; Barragán, Gonzalo Verdú, Josema, Sánchez Miño (Min. 46, Víctor Rodríguez); Marcone; Tete Morente (Min. 66, Rigoni), Raúl Guti (Min. 78, Nino), Fidel, Pere Milla (Min. 46, Josan); y Carrillo (Min. 46, Lucas Boyé).

Gol: 1-0: Min. 25; Muniain.

Árbitro: Mario Melero López (Comité Andaluz). Mostró tarjeta amarilla a los locales Vencedor y Yuri, y al visitante Barragán.

Incidencias: Partido de la jornada 17 de Primera División, disputado bajo la lluvia y con mucho frío en San Mamés a puerta cerrada.