A derrota del pasado sábado frente a Osasuna, la cuarta en los seis primeros partidos de la temporada, hizo reflexionar a Gaizka Garitano. Cuestionado el entrenador, señalado por la afición, pero con la confianza de la Junta Directiva, o al menos ese es el mensaje que se ha trasladado en los últimos días, el técnico se jugaba parte de su continuidad ante un rival de mucha entidad como el Sevilla, que venía de encadenar dos derrotas seguidas en liga, pero con la confianza intacta tras vencer el miércoles al Rennes en la Champions. Consciente de que el equipo necesitaba cambios, pese a que por primera vez en la temporada pudo contar con los que sobre el papel son sus futbolistas preferidos, no le tembló el pulso para apostar en la medular por Oier Zarraga, quien gozó de su primera titularidad como león, en compañía de un Dani García que está lejos de su mejor versión.

Sorprendió, no cabe duda, Garitano alineando al joven futbolista, un centrocampista que en los distintos amistosos disputados en la pretemporada y en los parones por los compromisos internacionales demostró calidad para el juego asociativo así como su capacidad para llegar al área rival, virtud que no abunda entre los futbolistas que se desenvuelven en su misma posición. En un gris partido del Athletic, con la salvedad de los 20 últimos minutos, que le bastaron para darle la vuelta al marcador, Zarraga no pudo demostrar sus virtudes. El trivote del Sevilla pasó por encima de la dupla que formaron él y Dani García, y de esa inferioridad se entiende la superioridad que exhibió el equipo hispalense en la primera hora de juego, en la que su conformismo le privó de lograr una mayor renta ante un rival herido por el tempranero tanto de En-Nesyri.

Señalar a Zarraga, cargarle de la responsabilidad de esa mala primera hora del conjunto bilbaino, resultaría de todo menos justo. Más aún cuando son otros los futbolistas que por jerarquía debían haber ofrecido mejores prestaciones y, en la línea de todo el equipo, estuvieron desaparecidos. Con Raúl García e Iñaki Williams en la punta de ataque y Jon Morcillo y Alex Berenguer en las bandas, al futbolista criado en Mungia le faltó un compañero con quien asociarse en la media punta. En definitiva, alguien que hablara su mismo idioma futbolístico, pero los dos jugadores que mejor podrían llegar a entenderse con él, Iker Muniain y Unai López, arrancaron desde el banquillo, lo que dificultó la ya de por sí complicada tarea de Zarraga para mover al equipo, que en su primera titularidad se enfrentó a un miura como el Sevilla.

Dejó, eso sí, algún detalle en los 54 minutos que permaneció sobre el renovado césped de San Mamés, que a tenor de lo visto sigue resbalando mucho. Tras recibir el gol del Sevilla en el minuto 9 del choque, suya fue la acción, que no pasó de un espejismo, con la que el Athletic intentó la igualada. Inmediatamente después de que En-Nesyri adelantara a su equipo, Zarraga remató muy desviado desde la frontal del área tras una acción por banda derecha de Berenguer. Al margen de esa jugada, también pisó el área rival en alguna otra ocasión, aunque sin posibilidad de remate.

Su actuación ante el equipo hispalense no invita a pensar en que Garitano vaya a apostar por él de nuevo el próximo domingo, en el choque que va a medir al Athletic con el Valladolid, aunque si algo reclaman tanto Zarraga como el resto de jóvenes futbolistas del conjunto rojiblanco es continuidad. Acumular un puñado de titularidades o, en su defecto, muchos minutos partiendo desde el banquillo, para ver si son capaces de demostrar en la élite las buenas sensaciones que han venido ofreciendo en las últimas temporadas en el filial rojiblanco.

El Athletic a corto y largo plazo pasa por una decidida apuesta por los jóvenes, cachorros que aspiran a ser leones en un mundo lleno de pirañas como es el fútbol en su más alto nivel. Para eso, la confianza de los entrenadores, Garitano en este caso, se antoja vital. Por lo pronto, este año parece más decidido que el curso pasado a que los chavales tengan más oportunidades, pero quizá ayer le faltó rodear a Zarraga de futbolistas de otro perfil. Para su crecimiento individual, eso sí, citas como las de ayer se antojan vitales.

Zarraga ocupó de inicio el puesto de Unai López, pero le faltó estar rodeado de futbolistas que hablaran su mismo idioma futbolístico

Aunque estuvo gris, en la línea de todo el equipo, demostró su capacidad para pisar área rival con una acción en la que disparó desviado