Gaizka Garitano asume que le tiene mucho que agradecer a Iker Muniain. Por lo menos el sábado. El capitán le permitió un sueño agradable a su entrenador, cuando este estaba prácticamente abocado a sufrir continuas pesadillas y, quién sabe, incluso a perder su puesto. Porque el partido frente al Sevilla apuntaba muy feo para los intereses del Athletic hasta que surgió esa magia que va en el ADN del fútbol. Un par de fogonazos sirvieron para dar la vuelta a la tortilla. De tenerlo todo perdido a sumar tres puntos que saben riquísimos para un colectivo que sobre las seis menos cuarto de la tarde estaba llamado a acentuar la ansiedad que le sacude en lo que va recorrido de curso. Dicen que la fe mueve montañas y debe ser cierto a tenor de lo sucedido en un intervalo de diez minutos, entre el 76 y el 86, cuando Muniain, primero, y Ohian Sancet, después, batieron a Bono y dejaron en un estado depresivo a un Sevilla que fue muy superior durante tres cuartas partes del choque y que pagó muy caro no haber sentenciado a los leones con un segundo gol, que lo salvó Iñigo Martínez en los inicios del segundo periodo.

Muniain fue el nombre propio del partido. Lo fue ya desde la víspera, cuando acaparó parte de la comparecencia del entrenador ante los medios de comunicación. Y lo fue también una hora antes de que arrancara el encuentro, cuando se conoció la suplencia del txantreano, la segunda de esta liga después de la primera en el derbi de Mendizorrotza. Garitano justificó en la previa que Muniain no juega en banda, sino que parte de ella. Es decir, es un futbolista para jugar por dentro. Dijo, además, que en la plantilla no dispone de ningún jugador especialista en ese costado derecho, que tiene varios que pueden hacerlo ahí. Y se decidió por Álex Berenguer, desacertado, para probar después con Jon Morcillo a pie cambiado. La suplencia del capitán llamó la atención, pero este respondió en el verde, aunque no fue precisamente el primer recurso que utilizó el derioztarra desde el banquillo, al hacerlo primero con Asier Villalibre, muy trabajador y eficaz en el juego de espaldas; y Unai López, el otro damnificado del horroroso partido en El Sadar una semana atrás.

Las imágenes del Athletic-Sevilla

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Las imágenes del Athletic-Sevilla en San Mamés

Garitano dio entrada a Muniain a los 67 minutos de juego y el rostro del Athletic cambió por arte de magia. Asomó otro equipo. El capitán, quizá enrabietado por su suplencia y por la impotencia que ofrecía el grupo, asumió sus galones y no tardó en tomar decisiones acertadas, lo que contagió al resto de compañeros. Avisó en una asistencia a Iñaki Williams, que no encuentra su mejor versión, y segundos después tiró de astucia para culminar una acción ensayada a balón parado. Mikel Vesga, que entró al césped a la par que Muniain, peinó un córner botado por Morcillo y el navarro, que ganó la espalda al Mudo Vázquez, olió su momento para batir a Bono, con lo que volvía a ver puerta cuatro meses después, porque no lo hacía desde el pasado 14 de junio, en el primer partido de la era del fútbol de la pandemia frente al Atlético de Madrid (1-1). Muniain se echó la mano a su oreja derecha y le dedicó el tanto a su padre, Fernando, que cumplía ayer años. Ohian Sancet se unió diez minutos después a la fiesta. El también navarro encadenaba dos partidos consecutivos sin rascar minuto alguno y salió como último recurso para resultar determinante, ya que metió dentro la primer pelota que tocó. Se trata del segundo gol como león de uno de los activos más prometedores de Lezama, que reclama más continuidad.

historia invertida

Hace poco menos de cuatro meses el Sevilla rompió su maldición en liga en el nuevo San Mamés, porque por fin firmó su primera victoria. Entonces, en la trigésimo quinta jornada, el conjunto sevillista remontó el tanto de Ander Capa en el primer acto, ya que Banega y Munir dieron la vuelta al marcador en solo cinco minutos, entre el 69 y el 75. Ayer la historia se escribió al revés para bien de Garitano y de un Athletic que saca la cabeza del pozo de una manera insospechada, en esos partidos que se recuerdan durante un cierto tiempo. Se trata del tercer triunfo del conjunto rojiblanco en una liga en la que aún no conoce lo que es empatar, al mismo tiempo que se une, junto a Sancet a la nómina de goleadores que formaban únicamente Unai López, Williams y Berenguer, en tanto que Raúl García, el pichichi de los leones el pasado curso con una tarjeta de quince tantos, todavía no se ha estrenado esta campaña. El próximo domingo toca visita a Pucela, donde el Athletic se dio un festín en las vísperas del confinamiento.