El centrocampista no es ajeno al malestar de la afición por el inicio de curso, pero confía en el equipo y, tras los frustrados intentos de los dos últimos años, fija su mirada en Europa. Estima que por mucho que ilusione, no conviene pensar ahora en la final de Copa pendiente y sí centrarse en lo inmediato.

Igual no es esta la peor semana para hablar.

—No, desde luego que no.

El ambiente estaba bastante cargado en la calle después de lo presenciado en las primeras jornadas. ¿Cómo se percibía esto en la caseta

—Éramos conscientes de lo que pasaba fuera, veíamos cierto nerviosismo en torno al equipo, algo que en parte pienso que era normal. Veníamos de encajar dos derrotas duras seguidas, pero en el equipo sabíamos que las cosas iban a cambiar.

Sin restar un ápice de mérito al partido que hizo el Athletic

—Sí, eso es verdad. El Levante tiene un perfil que es prácticamente opuesto al del Cádiz o el Alavés, pero como dices, aparte de que esto sea así, hay que saber jugarle y ganarle. Pienso que en general se nos dan mejor los equipos que tienen un estilo como el del Levante.

¿Qué explicación existe para que el Athletic se transformase respecto a sus actuaciones anteriores

—Ojalá supiera decir qué es lo que nos pasó en los otros partidos. La verdad es que en ninguno salimos con buenas sensaciones, es que ni siquiera pudimos hacer peligro en el área rival. Lo hicimos contra el Levante, además de los dos goles creo que hubo suficientes ocasiones para conseguir un resultado más amplio.

Pareció que el equipo estaba muy mejorado en el aspecto físico, más intenso y más constante, sin los altibajos de otros días.

—Es una sensación que yo no había percibido. Es verdad que fue un partido en que estuvimos más cómodos, pero físicamente estábamos bien. Hay que pensar que la pretemporada ha sido esta vez más corta de lo normal y que llegamos un poco más justos a las primeras jornadas, pero es algo que supongo que habrán sentido todos los equipos.

Se supone que el contagio de seis jugadores, usted uno de ellos, mediatizó un tanto la preparación. ¿Cómo fue la experiencia a título personal?

—Bueno, yo tuve suerte de que no sentí ningún síntoma, no puedo decir que lo pasase mal, pero está claro que hay que tener cuidado porque por mucha precaución que haya te puedes contagiar.

No considera entonces que ese episodio tuviese su influencia en la puesta a punto del equipo.

—No sé si tuvo que ver. Nos tocó así y creo que lo supimos llevar bastante bien. Hicimos un buen trabajo en casa para luego incorporarnos en condiciones al trabajo de grupo. No creo que haya que darle más vueltas, aunque ya sé que no gustó que fuésemos seis jugadores de golpe.

A usted le pudo afectar para no salir de titular en la primera jornada.

—No lo sé, a eso debería contestar el míster. Yo creo que no, sencillamente hay más compañeros que pueden estar en el equipo.

Ya, pero resulta que luego ha sido titular en el resto de los partidos.

—Es verdad que he jugado los cuatro siguientes y eso me da confianza, me hace sentir importante.

¿De cara al futuro extrae alguna conclusión de esta circunstancia?

—No, no lo hago. El míster me ha elegido y eso supone una ayuda, claro. Lo único que sé es que tengo que seguir trabajando mucho para aportar al equipo.

Lo de ahora no tiene nada que ver con lo que le sucedió con la llegada de Garitano, que no le puso nunca en esa primera temporada suya.

—Eso pasó hace dos años. Fue duro para mí. Venía de la cesión al Rayo, donde hice una gran temporada. Me sirvió para aprender muchas cosas. Hoy soy consciente de ello. A nivel personal saqué conclusiones positivas.

¿Podría ser más explícito?

—Son cosas mías, cosas que prefiero quedármelas para mí solo.

La campaña siguiente fue muy distinta para usted. Dio un paso adelante. Sin llegar a ser un fijo tomó parte en muchos partidos.

—Sí, acabé jugando bastante. Por mi parte puedo decir que cambie mucho en cuanto a actitud defensiva, cualquiera pudo darse cuenta. Es algo fundamental en la posición que ocupo en el campo.

Por su constitución se le ha etiquetado como un futbolista frágil para todo aquello relacionado con el juego sin balón.

—No mido 1,80, ni soy de complexión fuerte, pero pienso que estoy demostrando capacidad para realizar esa labor también. Ya sé que durante un tiempo se ha creído que no podría hacerlo.

En esa impresión ha podido pesar que no ha sido alguien que complete con frecuencia los noventa minutos.

—Eso ya no depende de mí. Es verdad que el año pasado se dio bastantes veces esa situación y era sustituido en las segundas partes. Creo que físicamente aguanto bien los noventa minutos. Quizá, cuando me cambiaba, el míster buscaba otra cosa en el campo. Son decisiones suyas que hay que respetar.

En una entrevista de hace un par de años, afirmó que confía mucho en sí mismo.

—Lo dije entonces y hoy lo sigo diciendo. Sí, confío mucho en mí, pero sabiendo que todavía puedo ayudar más al equipo.

Otro tema sobre su rendimiento es el referido al gol o a la generación de jugadas de peligro. Nunca ha sido un goleador, pero este año ya lleva dos.

—Soy consciente de que ahí tengo que mejorar y tener más presencia en el último tercio del campo. Hice dos contra el Eibar y tienen que venir más.

Si tuviese que escoger, ¿con qué se queda, con los goles de Ipurua o con aquel pase profundo que le dio a Yuri para que marcase en San Mamés?

—Me quedo con el pase a Yuri.

Se veía venir la respuesta.

—Es posible que en el momento del gol se sienta una alegría mayor, pero yo tengo mi forma de ver el fútbol y prefiero darle el gol al compañero que hacerlo yo.

Podría afirmarse que esta reflexión le define como futbolista.

—Sí, puede ser que me defina como jugador.

Este fin de semana, visita a El Sadar.

—Será un partido duro, de mucha pelea, de trabajarlo mucho. Osasuna lo está haciendo bien desde hace tiempo. Siempre que vamos allí sabemos que habrá que sufrir. Ellos presionan y son intensos, como nosotros.

En las dos últimas ediciones de liga han aspirado a entrar en Europa y en ambas se han quedado sin premio.

—Hemos tenido opciones de entrar y nos ha faltado algo. Ha sido una pena y tenemos que intentarlo de nuevo, estar ahí colocados para poder entrar.

Señalar ese objetivo concreto no es por tanto algo que promueve la prensa, como comentó hace dos años.

—Nosotros también queremos estar en Europa.

Está siendo todo un tanto raro, de hecho ahí sigue colgada, pendiente, esa final de Copa, sin fecha fijada todavía, no es algo sobre lo que se pueda pensar demasiado.

—Es evidente que está ahí, que habrá que jugarla algún día y que nos hace muchísima ilusión, pero creo que no podemos estar pensando en ella ahora porque hay que centrarse en lo que toca, que son los compromisos de liga. Osasuna, el primero.

Visto lo poco que se ha movido el mercado en verano, comparte la impresión de que casi ningún equipo ha salido reforzado en comparación al curso anterior.

—No lo sé. Está claro que la pandemia ha hecho mucho daño, ha habido pocos fichajes, se ha invertido menos y han venido muy pocos jugadores de otras ligas. Se sabía que iba a ser así, pero no sé si los demás equipos se han debilitado o no. Puede que sea el caso del Valencia, pero el Villarreal se ha reforzado.

El Athletic ha hecho un fichaje y como cada verano ha subido gente del filial.

—Es lo que lleva consigo la filosofía del club. Yo creo que los jugadores que suben hay que considerarlos como fichajes.

Subir es una cosa y asentarse, tener protagonismo es otra. Es un proceso largo. Usted también es un producto de Lezama y va a cumplir en breve 25 años.

—Debuté a los 18 años con el objetivo de hacerme un hueco en la élite, pero no resulta algo fácil, ni aquí ni en ningún equipo.

Se podría decir que lo ha logrado.

—No sé si lo he logrado. Lo que sí es verdad es que estoy contando y después de seis años desde el partido de mi debut, aquí estoy dando guerra.

Era lo que buscaba.

—Claro. Mi meta era estar donde estoy ahora y a día de hoy no tengo otra.

Cuando subió había una nómina de centrocampistas que prácticamente ha desaparecido (Iturraspe, Rico, Beñat y San José) y ahora se incorpora otra camada con Vencedor, Zarraga, Sancet, Nolaskoain. Usted ejerce de bisagra.

—Estoy ahí, un poco en el medio. Nunca sobra nadie.

Cuesta hacerse un hueco. A usted le ha costado.

—A mí me ha costado, pero siempre he creído que sería capaz de hacerlo. He pasado por dos cesiones y he tenido momentos en que casi no he jugado, supongo que es ley de vida, que el fútbol es así.

Vive pues su mejor etapa.

—Desde luego es la etapa en que más minutos estoy teniendo. Al final es un proceso que se hace más o menos difícil. Ha habido quien ha tenido que salir del Athletic y no ha podido volver, hay casos de todo tipo. Yo lo que puedo decir es que las dos cesiones me vinieron muy bien para madurar y, como he dicho antes, nunca he tenido dudas. Aunque no jugase estaba convencido de que podía jugar aquí, no lo dudaba.

Con esa mentalidad será más fácil que uno se salga con la suya. Su contrato expira en junio de 2022.

—De momento el club no me ha dicho nada, pero estoy tranquilo.

¿A quién le llaman Unai en la caseta?

—Somos muchos con ese nombre, sí. Al final no se sabe muy bien cómo llamarnos. Seguramente a mí es a quien más me dicen Unai, porque a los otros les llaman Simón, Nuno y Vence.

"Es posible que al marcar se sienta una alegría mayor, pero yo prefiero darle el gol al compañero que hacerlo yo, esa es mi forma de ver el fútbol"

"Ya sé que no gustó que nos contagiásemos seis jugadores de golpe, pero tocó así y creo que lo supimos llevar para incorporarnos al trabajo de grupo"