Costará olvidar el partido de ayer. Será imposible para el Cádiz, que obtuvo un triunfo histórico y en circunstancias inimaginables, todo el segundo tiempo en inferioridad numérica, con dos hombres menos los últimos veintitantos minutos. Una hazaña en la que pesó lo suyo la impericia del Athletic en ataque y también la fortuna, puesto que oportunidades hubo para que el desenlace hubiese sido bien distinto. Todo el empeño invertido por los rojiblancos, que no pudieron disimular su ansiedad y desconcierto según avanzaba el cronómetro, se escapó por el desagüe a causa de la falta de ingenio, precisión, habilidad y temple. El cúmulo de deficiencias observadas convirtió su iniciativa en un ejercicio estéril, desesperante. Fue un durísimo golpe para la autoestima del equipo de Gaizka Garitano, al que las limitaciones del rival pusieron delante del espejo.

Fallaron tantas cosas que no es fácil decidirse por dónde empezar el análisis. Sin duda lo más llamativo fue que pese a afrontar disminuido la mitad del partido, el Cádiz en vez de venirse abajo ofreciese una lección de entereza. De hecho, marcó al poco de la expulsión del impetuoso Akapo. Luego, maniobró con criterio en el plano táctico y se empleó con intensidad, casi siempre con el culo metido en el área, donde halló en la figura de Ledesma, que debutaba en la liga, la pieza que dio sentido al cerrojazo.

Pero siendo la ofensiva del segundo acto un monumento a la impotencia, no cabe obviar que el primero fue un auténtico desperdicio. Mientras el Cádiz estaba al completo y con combustible en el depósito, la versión del Athletic fue de lo más descorazonadora. Un partido dura noventa minutos y el añadido, y cuando no se sabe exponer argumentos de fuste para aspirar a la victoria, que fue el caso desde el inicio, cabe que todo se vaya torciendo, el rival se lo crea, exprima su breve repertorio y acabe creciéndose hasta lo insospechado, para incluso salir ileso frente a las peores adversidades.

Garitano no se anduvo por las ramas. Para qué tocar nada si se viene de ganar y ha habido días suficientes para recuperarse del esfuerzo. El mismo once y similares defectos a los vistos en Ipurua, jugadores que no están finos gozando de la titularidad, mientras los meritorios aguardan en la recámara. Al respecto, bastante significativo resultó que recién encajado el 0-1 y pese a que en la siguiente acción entre ambos gestasen la mejor ocasión de la tarde, centro de Muniain y cabezazo al poste de Williams, los dos fueran relevados de golpe y porrazo. Ellos no son los únicos a señalar por la pobreza de sus aportaciones, pues casi nadie dio la talla que se le presupone, ni siquiera tipos fiables como Raúl García, apagado y negado en el remate, o Iñigo, inseguro, incurriendo en excesos de confianza que tampoco ayudaron a que Núñez, de nuevo nervioso y calculando mal las distancias, se centrase.

Casi nada hubo rescatable, casi nadie dio síntomas de saber cómo actuar en un choque donde el Cádiz tiró de paciencia y seriedad en tareas de contención, sin chorradas que no puede permitirse porque de talento va justo. Así, además del buen trabajo coral y de la valentía que exhibió Ledesma, a resaltar la aportación de Lozano, que nunca se arredró. Saltaron chispas en cada contacto con Iñigo y redondeó su faena con un aviso en el arranque del segundo tiempo, un chut tras regalo de la defensa que exigió mucho a Simón, y la carrera con la que se coló hasta la cocina, sirvió el pase de la muerte y forzó el error en el corte de Unai López, por cierto el único que llegó para evitar el gol seguro de Jonsson. No fue un lance desgraciado del goleador del derbi, fue solo el colofón de algo sobre lo que el Athletic estaba advertido, el contragolpe andaluz, su única vía para marcar hasta la fecha en su regreso a la élite.

Tres veces generó algo decente el equipo de Garitano en zona de remate antes del descanso. Se tiró casi media hora sin poder doblegar el ordenado entramado diseñado por Álvaro Cervera en todo el terreno y tampoco le hizo cosquillas cuando acumuló posesión como por un tubo a raíz de que los gaditanos cedieron metros. Funcionó algo Capa, el ala opuesta fue un erial: desparecido Morcillo y Yuri con los cables cruzados, fallando cada pase. El resto de los fijos en posiciones adelantadas, como si no hubiesen venido. Un par de destellos de Raúl García y para de contar.

En fin que ni ritmo, ni intención, nada rescatable en 45 minutos. Lo más peligroso, un cabezazo de Núñez al saque de una falta; sin oposición y a la altura del punto de penalti la puso flojita en el regazo del portero, quizá ni se creyó que estaba en posición legal. Así que ver a Villalibre acelerar su calentamiento en el descanso no extrañó. Había que despertar al grupo, activarlo de alguna manera porque aquello desprendía un penetrante tufo a cero a cero. En ese instante, a lo máximo cabía especular con un escueto triunfo por insistencia y porque el Cádiz pasaba de arriesgar, el puntito le iba bien.

El problema fue que no se apreció mejora en alguno de los conceptos en los que se había suspendido. Tampoco la roja de Akapo allanó el camino. Prueba de ello el par de sustos a cargo de Lozano, el segundo a la cazuela. El míster amarillo enseguida introdujo tres cambios a fin de aguantar la ventaja, preveía la embestida rojiblanca. Replicó Garitano metiendo a Sancet y Vicente y de repente el Athletic amagó con avasallar y sumó hasta media docena de aproximaciones. Ahí se hizo acreedor al empate, con Yuri desbocado y omnipresente, pero tras la expulsión de Negredo ya no volvió a inquietar de verdad a Ledesma. Y el partido fue muriendo, lentamente, sin remedio, en mitad de un recital de incompetencia que costará digerir. San Mamés acogió una agonía.

ATHLETIC: Simón; Capa (MIn. 86, Lekue), Núñez, Iñigo, Yuri; Dani García (Min. 78, Kodro), Unai López, Williams (Min. 62, Sancet), Muniain (Min. 62, Vicente), Morcillo (Min. 46; Villalibre); y Raúl García.

CÁDIZ: Ledesma; Akapo, Fali, Cala, Espino; Jonsson (Min. 72, José Mari), Augusto Fernández (Min. 88, Jon Ander Garrido), Isaac, Álex (Min. 61, Iván Alejo), Malbasic (Min. 61, Salvi); y Lozano (Min. 61, Negredo).

Gol: 0-1: Min. 57; Unai López, en propia puerta.

Árbitro: González Fuertes (Colegio Asturiano). Expulsó por doble amarilla a Akapo (Min. 48) y Negredo (Min. 70). Además, amonestó a Villalibre, Kodro e Iñigo Martínez, del Athletic; y a Fali, del Cádiz.

Incidencias: Partido correspondiente a la cuarta jornada de LaLiga Santander, disputado en San Mamés, sin público. El Athletic homenajeó a los aficionados fallecidos durante la pandemia del coronavirus, a través del conocido hincha rojiblanco Jesús Arrizabalaga, Txapela, fallecido el pasado mes de agosto.