ADA temporada es una historia, pero no un compartimento estanco porque suele guardar relación con el período inmediatamente anterior. No siempre es así, pero existe un hilo conductor que va enhebrando un año con otro, creando inercias. Esta realidad es aplicable al comportamiento de un equipo, de una plantilla, y así se refleja en clasificaciones y estadísticas, pero también al rendimiento individual. En general se aprecia una línea de actuación en el jugador que engloba al menos un puñado de campañas, lo que no quita para que en ocasiones haya acusados saltos en el rendimiento de un año al siguiente, para bien o para mal. En la selección de los futbolistas más destacados del curso 2019-20 es obligado citar a Iñigo Martínez y Raúl García. Repiten, pues ya sobresalieron en el 2018-19. Seguramente la causa sea tan simple como que su calidad está por encima de la media en la nómina del Athletic.
Del central decir que ha desmentido todos los prejuicios que le señalaban como un futbolista inconstante, alguien muy dotado y sin embargo propenso a los altibajos. Quienes así opinaban se remitían a su etapa en la Real. A fecha de hoy, habrá que creerle a Iñigo cuando afirma sentirse encantado en Bilbao porque no ha dejado de ofrecer recitales de cómo se defiende. El de Ondarroa marca a sus compañeros de línea la pauta posicional, el nivel de agresividad y da salida al balón. Es una garantía y hace mejores a los que actúan a su alrededor.
De Raúl García poco que añadir a estas alturas. Llama poderosamente la atención su récord goleador y sin embargo su mejor servicio está conectado con la actitud, que en la recta final de su carrera le ha permitido adaptarse a una demarcación muy compleja. En Osasuna, Atlético y Athletic ha sido centrocampista retrasado, interior derecha, media punta y en el último año, por exigencias del guión (la ausencia de Aduriz), se ha desenvuelto con soltura como delantero centro. Lo suyo se sale de lo normal. A ver hasta cuándo le llega la cuerda.
Otra coincidencia que se observa en los dos años con Gaizka Garitano sería que los hombres que ocupan las posiciones más retrasadas acaparan las calificaciones altas. Es evidente que el modo de entender el juego por parte del técnico condiciona claramente la elección. Su consigna prioritaria, plenamente interiorizada por el equipo, a la fuerza premia a las piezas con vocación defensiva, a los mejor dotados para destruir. Por algo el apartado más positivo del Athletic es el de goles recibidos. Tampoco son una nimiedad las doce jornadas sin encajar.
De forma que no extraña que en el cuadro de honor Dani García, Yuri y Simón hayan tomado el testigo de Capa, Yeray y Herrerín. ¿Quiere decirse que Capa y Yeray han flojeado? No, ocurre que otros compañeros han experimentado un crecimiento notable en relación al curso precedente. Es la razón que pone de relieve las aportaciones del medio centro y el lateral zurdo. Podía afirmarse que a ninguno de los dos les sentó muy allá el estreno rojiblanco, pero se han resarcido en la temporada recién cubierta. Uno se ha parecido muchísimo al tipo que ejercía de brújula en el mejor Eibar y el otro se ha reencontrado a sí mismo, quemando la banda como solía en las filas de la Real o el PSG. Dani García y Yuri han elevado sus prestaciones en un montón de partidos y el Athletic lo ha agradecido, si bien llegaron saturados a la recta final, pero esta es otra cuestión.
Si la pareja anterior se ha superado, el salto más espectacular lo ha protagonizado Unai Simón. Por derecho, el tercer espacio del podio al lado de Iñigo y Raúl García, es suyo. Aquella naturalidad con la que asumió la carambola que le convirtió en titular, de forma efímera, a las órdenes de Eduardo Berizzo no era fruto de la casualidad. Garitano procedió al relevo en la portería el pasado agosto y el chaval ha acreditado un saber estar impropio de su edad. Ha colaborado decisivamente en muchos de los puntos sumados, su figura se ha agigantado, dejando un poso de seguridad incuestionable. Los pecadillos de juventud que ha cometido constituyen una mera anécdota en el balance, que le confirma como una alternativa de fuste para tiempo. Titular de principio a fin, Simón representa el porvenir, a la espera de que otros valores de la cantera vayan agregándose a una nómina que reclama una regeneración que convendría no aplazar.
Yendo al otro extremo de la valoración individual asoman una serie de veteranos cuyo rol se ha visto drásticamente reducido. Sin jugar resulta imposible aspirar a nada, pero cómo obviar que hasta cuatro jugadores que el año anterior estuvieron entre los once con más minutos, no han logrado ni entrar entre los dieciocho más utilizados. Hablamos de De Marcos, lastrado por lesiones, Beñat y San José, a los que no se ha renovado, y Herrerín, cuyo futuro en el Athletic se antoja de lo más incierto.