L presente no sonríe a Antoine Griezmann (Macon, Francia, 21-III-1991), quien se reencuentra esta noche con el Athletic en uno de sus momentos más bajos desde que debutara en Primera División con la Real Sociedad en el curso 2010-11. Diez años después, tras dar un enorme paso al frente en su carrera al calor de un Atlético con el que alcanzó la condición de estrella para ganar también el Mundial de 2018 como referente de la selección francesa, la realidad es amarga para el galo. Come en la misma mesa que Leo Messi desde su fichaje por el Barcelona en el verano del pasado año previo desembolso de 120 millones de euros por parte del club catalán, pero no coincide con el argentino a ninguna hora. Ni en el desayuno, ni en la comida, ni en la cena. No se encuentran. Tampoco se buscan.

La falta de sintonía entre ambos es total y dicen las malas lenguas que es cosa del 10, que no ha incluido al de Macon entre su grupo de amigos y, por ende, entre los socios con los que tejer el juego sobre el césped, donde se observa a un alicaído y desorientado Griezmann, solidario en la presión sin balón, pero con escaso impacto con el esférico en poder blaugrana pese a sus 14 goles en los 40 partidos disputados como culé. Los números, aceptables, llaman al engaño hasta el punto de que el 17 no tiene garantizada la titularidad a las órdenes de Quique Setién.

El técnico cántabro, sin ir más lejos, le mandó al banquillo en la visita al Sevilla en la última jornada en beneficio del danés Martin Braithwaite y prescindió también de sus servicios en el choque copero que midió a los catalanes con el Athletic en San Mamés, donde un gol sobre la bocina de Iñaki Williams tumbó a un Barça en el que no se reconoce a Griezmann. Pese a alternar la posición de delantero centro y de extremo izquierdo, el galo, lejos del radar de Messi, no encuentra su lugar en el campo y son muchas, cada vez más, las voces que piden su suplencia en favor de Braithwaite e, incluso, del jovenzuelo Ansu Fati, autor a sus 17 años de un gol en el último envite de los culés en el Camp Nou.

Con ambos llamando con fuerza a la puerta de la titularidad, Griezmann se halla en una delicada situación a la espera de lo que suceda al término de la temporada, pues no se descarta que haga las maletas para buscar un nuevo destino en el que volver a sonreír si Messi y compañía ven consumado su deseo de devolver a Neymar a Barcelona. Es el gran anhelo del argentino y de su principal aliado dentro y fuera de los terrenos de juego: Luis Suárez. Uno y otro, en constante búsqueda entre sí durante los partidos, comparten un universo futbolístico en el que no figura Griezmann, abocado a un irritante segundo plano que resulta veneno puro para cualquier jugador con vitola de estrella. Su caso, sin embargo, no es el primero.

Otros como Zlatan Ibrahimovic y Alexis Sánchez ya vieron reducidos a la mínima expresión sus sueños de grandeza tras pisar suelo culé. Por el mismo camino va el exdelantero de Real y Atlético, actor principal en sus dos anteriores clubes, así como con Francia, y totalmente secundario en can Barça, donde es más habitual verlo correr detrás del balón que dibujando paredes y celebrando goles con sus compañeros. Así es la vida del francés en el Camp Nou, si bien el pasado febrero salió al paso de una información de la revista France Football para desmentir su presunto malestar con el Barcelona y con Messi por sentirse “aislado”. Lo negó categóricamente Griezmann, tachando de “falsa” la publicación en la que se le atribuían unas quejas que, ciertas o no, bien podría recitar día tras día el francés en su círculo más cercano a tenor de lo observado encuentro tras encuentro en el verde.

Con la liga inmersa en su fase decisiva y el título de liga en plena disputa con el Real Madrid, Griezmann, que busca salir campeón, apunta al once inicial hoy contra el Athletic, rival frente al que estaba acostumbrado a coleccionar alegrías en forma de goles en sus anteriores equipos. Autor de 53 tantos en sus 202 partidos como txuri-urdin y de 131 dianas en sus 257 apariciones como colchonero, el atacante de Macon tiene al conjunto bilbaino como su tercera víctima favorita en liga con ocho goles, los mismos que ha marcado, eso sí, a Real Madrid, Valencia, Sevilla y Valladolid.

Los dos adversarios a los que ha castigado aún más Griezmann son Celta y Rayo Vallecano, con nueve tantos encajados cada uno por parte de un futbolista al que se espera esta noche de inicio. Tras disponer solo de quince minutos en el Ramón Sánchez Pizjuán, donde el Barcelona no pasó del empate a cero y se dejó el liderato en favor del Real Madrid, Quique Setién parece que apostará de entrada por el principito, convertido en príncipe por méritos propios, pero olvidado por Leo Messi en el jardín particular del argentino. Esa parcela en la que, más allá del nombre en cuestión y de la hoja de ruta firmada hasta la llegada a Barcelona, lograr una comunión con el 10 resulta indispensable para consumar una oportuna adaptación que persigue a contrarreloj el galo, quien está viviendo una complicada temporada de estreno como culé con la amenaza del banquillo cada vez más patente, si bien ante el Athletic podrá partir como titular en busca del gol y de sensaciones olvidadas de las que le intentarán separar los hombres de Gaizka Garitano, que visitan el coliseo blaugrana con la séptima posición como reto e ilusión.

El delantero francés, fichado por 120 millones de euros el pasado verano, suma 14 goles en sus 40 partidos como blaugrana

Solo Celta y Rayo han encajado más goles que el Athletic por parte de Griezmann, autor de ocho dianas ante los leones